viernes, mayo 08, 2009

Sepa en qué mundo vive usted

¿“Ciudadano de a pie” o “Acomodado”?

John K. Galbraith –economista y asesor de John F. Kennedy- dividió a la sociedad en dos clases: los satisfechos y los subalternos, siendo éstos últimos quienes hacen los trabajos que a los más afortunados les desagrada realizar.

Hemos establecido una línea divisoria de tipo cuantitativa: el ingreso promedio por hogar en Chile, que es de $ 613.000 mensuales. Como el promedio de personas por hogar es de 3,7 nos da un ingreso per cápita promedio de $ 166.000 al mes.

El 70% de los chilenos está por debajo de este umbral. Es decir, 7 de cada 10 familias tiene dificultades para enfrentar la satisfacción de sus necesidades (“reproducción simple”); desde aquellos que andan al “ras-ras”, hasta quienes viven en la pobreza. Aquí está “la inmensa mayoría de los chilenos”, la “señora Juanita”, “la gente sencilla” y el “ciudadano de a pie”.

En contraste, existe un 30% de los connacionales que está sobre esa frontera; desde las familias que tienen “un buen pasar” hasta aquellas que son multimillonarias. Estos son los “acomodados”, las elites, la dirigencia política, económica y mediática; los que encabezan las instituciones educacionales, religiosas y militares; quienes toman las decisiones que afectan a todos; los rostros de la TV, aquellos que “pautean” la agenda y crean “la realidad”.


“Ciudadano de a pie”

Este segmento recibe el 34% del ingreso total nacional, y está compuesto por los sub grupos E, D y por la mayoría del C3.

En general:

Ganan sueldos iguales o menores a $ 350.000 mensuales (promedio nacional).

Son empleados sin rango, obreros, técnicos, artesanos y microempresarios; comerciantes menores, choferes, jardineros, aseadores, cuidadores, cartoneros, “temporeras”, empleadas domésticas, costureras; pirquineros, pescadores y campesinos; soldados y suboficiales. También hay profesores.

Muestran altos índices de stress: amenaza de cesantía, deudas, dificultades para “llegar a fin de mes”.

Predominan las mujeres; se concentran en zonas rurales, ciudades pequeñas y barrios populosos de grandes ciudades.

Proporcionalmente, tienen mayor presencia en las regiones de la Araucanía, Coquimbo, Maule, Bío-Bío, Los Ríos, Arica y Parinacota, y la de O’Higgins.

En Santiago, habitan en casi todas las comunas, menos en el “barrio alto”.

Poseen una sola vivienda, de hasta UF 1.500. Hay unas cuatro personas por hogar, y tienen que compartir las piezas. Algunos tienen TV cable y/o PC, y pocos están conectados a Internet.

En el presupuesto familiar, el mayor porcentaje lo ocupa la alimentación y bebida. Este segmento presenta los mayores niveles de obesidad. Poco acceso al deporte y escasas áreas verdes.

Presentan la mayor parte de los casos de adolescentes embarazadas, existe un menor uso de preservativos, y son más partidarios del aborto.

Pertenecen a Fonasa y se atienden en el sistema de Salud Pública. Escaso acceso a tratamientos dentales. Bastante presencia de enfermedades laborales.

Los hijos asisten a la Educación Municipal y Particular Subvencionada. Menos de la mitad tiene la enseñanza media completa. Pocos con educación superior.

Su principal medio de información es la TV y la radio. Escasa lectura.

Tienen pocos automóviles, son antiguos y se utilizan como herramientas de trabajo: taxis, furgones, camionetas. La mayoría se moviliza en locomoción colectiva.

Se ve más expuesta a la contaminación y a la presencia de basurales. Mayor tasa de bebedores problema y adictos a la pasta base. La gran mayoría de la población penal es de este sector.

Se muestran con más “fe” y hay mayor concentración de evangélicos. Creen más en “brujerías”.

Vacacionan en lugares cercanos a su residencia. Casi no usan el avión ni han viajado fuera del país.

Su liderazgo se manifiesta en organizaciones poblacionales, estudiantiles y de trabajadores.

“Acomodados”

Este segmento concentra el 66% del ingreso total nacional, y está compuesto por los sub grupos ABC1, C2 y una pequeña parte “superior” de C3.

Es un sector heterogéneo: el sub grupo ABC1 (con un ingreso familiar superior a $ 1.710.000 mensuales) es doblemente más rico que el C2.

En general:

Poseen sueldos individuales superiores al promedio nacional.

Son profesionales, empleados con rango, ejecutivos, técnicos, comerciantes medios y grandes, empresarios, científicos, oficiales de las FF.AA. También hay obreros especializados, como los de la gran minería del cobre. Ocupan los cargos de la “tecnoburocracia”.

La mayoría posee cuenta corriente.

Mayor proporción de hombres, habitantes de barrios residenciales de las grandes ciudades.

Las regiones con mayor porcentaje son la Metropolitana, Antofagasta, Atacama, Aysén y Magallanes.

En Santiago, habitan en las comunas de Lo Barnechea, Las Condes, Vitacura, Providencia, La Reina, Ñuñoa, Peñalolén, La Florida, San Miguel y Maipú.

Viviendas de UF 1.500 hacia arriba. Por cada hogar, habitan unas tres personas, y cada una tiene su pieza. Poseen TV cable, PC e Internet.

Un buen porcentaje tiene una segunda vivienda, y cuentan con empleadas domésticas.

En su presupuesto, el ítem mayor es transporte y comunicaciones. Muchos han viajado fuera del país. Utilizan aviones.

Existe por lo menos un automóvil por hogar, de modelos actuales.

Los hijos de ABC1 estudian en colegios privados caros. El resto en particulares subvencionados. Educación secundaria completa y buena parte con estudios superiores.

Compran libros y tienen acceso al arte y la “cultura”.

Pertenecen a Isapres y se atienden en clínicas privadas. Acceso a remedios y tratamientos. En sus barrios tienen más áreas verdes, juegos e infraestructura deportiva.

Mayor proporción de católicos.

Fuentes:

Encuesta Casen 2006, Mideplan

Encuesta Calidad de Vida y Salud en Chile 2006

Encuesta Nacional Bicentenario UC Adimark 2006

Encuesta de Consumidores de Servicios de Telecomunicaciones 2008

Encuesta de Presupuestos Familiares 2008 (INE)

Grupos Socioeconómicos 2008 (AIM)

Diario El Mercurio (2006)

“Modelo Rentista de Acumulación”, Marcel Claude (2006)

Agradecemos la colaboración de:

Jaime Ruiz-Tagle V. Investigador Centro de Microdatos, Departamento de Economía, Universidad de Chile

Víctor Manuel Martínez C. Estudiante de posgrado en Economía de la Universidad de Chile.

Hoy más que nunca necesario

Casi 40 años lleva esperando el Ministerio del Mar (y Pesca)

Muchos actores de la sociedad chilena apoyan la idea de que crear un Ministerio del Mar (y Pesca), que ordene, fomente y regule la actividad en este “mar que tranquilo nos baña”. Sin embargo, hasta hoy, ningún gobierno ha concretado este anhelo, a pesar del enorme potencial que tiene nuestra porción de océano y de la evidente depredación de los recursos marinos.

Bastantes naciones poseen una cartera dedicada a los asuntos marítimos y oceánicos; como Croacia y Vietnam, países con un litoral harto más pequeño que Chile, en donde contamos con unos 4.300 km de costa. Noruega fue, en 1946, el primer estado que tuvo un Ministerio de Pesca y Asuntos Costeros.

En nuestro país, el sector pesquero y acuícola es uno de los polos productivos con mayor incidencia en el PIB, junto con el minero y el silvoagropecuario. Estos dos últimos sí cuentan con ministerios.

Aproximadamente el 75 % del comercio exterior de Chile se efectúa por mar. En él hay muchos recursos sin explotar, como el gas natural. Nuestras costas son de importante interés turístico.

En 1947 el Presidente Gabriel González transformó a nuestro país en el primero del mundo en proclamar su jurisdicción marítima en un área de 200 millas náuticas.

En Chile la administración de la actividad pesquera se remonta a 1964, cuando se creó, a cargo del Ministerio de Agricultura, un Departamento de Pesca, y la Corfo formó el Instituto de Fomento Pesquero (Ifop).

Cuando estuvimos a punto

A pesar de no estar establecido en el programa de la Unidad Popular, en 1971 Allende decidió crear un Ministerio del Mar. Humberto Martones, que entonces era ministro de Tierras y Colonización, fue nombrado para encabezar la futura cartera. El antiguo político radical cuenta que el Presidente tenía el temor de que al cobre le pasara lo mismo que al salitre, que decayera por la competencia de otros metales o de la fibra de vidrio. “Tenemos que salir a la búsqueda de otras fuentes de riqueza, dijo Allende; debemos mirar hacia el mar. Estamos en la cuenca del Pacífico y existen países emergentes como Japón y Corea. Podríamos ser la puerta para que los productos de esos países lleguen a América del Sur y viceversa”, recordó.

“Queríamos sustituir el consumo de las carnes rojas, ya que ello significaba dependencia del exterior. El producto del mar es muy rico en proteínas, y con ellas podríamos tener gente bien alimentada”.

“Recibimos el apoyo incluso de los parlamentarios de la oposición. El Ministerio del Mar se iba a establecer en Valparaíso, en el edificio que hoy día tiene la Intendencia”.

“A través de una empresa que se llamaba Cor-Pesca, tomamos como Estado el control de las exportaciones de los productos del mar: harina y aceite de pescado, langostinos, camarones. Duplicamos el ingreso de divisas porque los empresarios dejaban la mitad de ellas fuera”.

“Antes de un año se pasó de consumir cinco a 15 kg de pescado por persona. Ese esfuerzo contó con el apoyo de los pescadores artesanales, de los tripulantes de las pesqueras industriales, de los sindicatos y de las juntas de vecinos. De la Unión Soviética trajimos barcos pesqueros que nos permitieron abastecer el consumo”.

“No obstante, tras haber sido aprobado el proyecto en la cámara, fue rechazado en el Senado. Para ese entonces la vida política ya era intratable: los mismos DC que lo habían apoyado, se opusieron a su creación”, narró Martones.

Un participante directo fue Santiago Olmedo, ingeniero en pesca y armador artesanal. “A fines de 1971 se firmó un convenio bilateral pesquero entre Chile y la URSS. Para allá partimos 34 jóvenes, a estudiar a la universidad de Ástrajan; el objetivo era que a nuestro regreso integráramos el nuevo Ministerio. El golpe de 1973 nos pilló en plena carrera, por lo que debimos quedarnos en la URSS; de los que terminaron los estudios, un grupo partió a Mozambique. Hoy no son más de cuatro los que nos dedicamos a esta actividad”, relató Olmedo.

¿Apoyo Transversal?

En 1976 se constituyó una Comisión para el estudio de una Política Oceánica. Entre ese año y 1978 se creó la Subsecretaría de Pesca, bajo la tutela del Ministerio de Economía. También se formó el Servicio Nacional de Pesca.

Durante el primer año de transición democrática (1990), la senadora Laura Soto (PPD) pidió al gobierno que enviara al Congreso un proyecto de ley para crear el Ministerio del Mar. Éste debía tener competencia sobre todas las materias relacionadas con la actividad marítima, portuaria y pesquera, “superando las graves deficiencias que ellas presentan en la actualidad", argumentó. Esa petición contó con el respaldo del Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Jorge Martínez Busch.

Hacia 1992 fue publicada la "Ley General de Pesca y Acuicultura" y diez años después, la llamada “Ley Corta de Pesca”. Desde entonces y hasta el 2008, varios parlamentarios –entre ellos los senadores José Ruiz Di Giorgio (DC) y Alejandro Navarro (PS)- han insistido en el Congreso sobre la necesidad de crear un Ministerio del Mar o de Pesca, para enfrentar los problemas que ha generado esa legislación.

En septiembre, el diputado Alberto Robles (PRSD), presentó un Proyecto de Acuerdo que solicita a la Presidenta considerar la creación de un Ministerio de Pesca. “De no modernizar y fortalecer nuestra institucionalidad al respecto, corremos el riesgo de postergar nuestro protagonismo en la economía marítima internacional y, por tanto, mermar nuestro desarrollo país ostensiblemente”, indicó. Tuvo apoyo de diputados RN y concertacionistas.

Marcelo Forni, diputado UDI, dice no oponerse a la creación de un Ministerio del Mar (y de Pesca). No obstante, cree que primero es indispensable elaborar una propuesta común, clara y de fondo, para el desarrollo del potencial oceánico chileno. Expuso que esto es urgente, pues existe un crecimiento inorgánico de todo lo relacionado con el mar: borde costero, pesca y bahías (como la de Quintero), que está generando múltiples problemas. “Para esto debiera conformarse una Comisión Nacional que elaborara un plan estratégico, que podría tener como una de sus conclusiones la creación de un Ministerio”, acotó.

Según Cosme Caracciolo, secretario de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile, “es una aberración que no exista dicho Ministerio. Toda la gente de mar lo apoya: pescadores, portuarios, marinos mercantes”, afirmó. En opinión del dirigente, la causa de que ningún gobierno “le ponga el cascabel al gato” estaría en los intereses de las grandes empresas pesqueras -con influencia en la DC y la derecha-, que prefieren la desregulación: “a mar revuelto, ganancia de tiburones”, expresó.

El subsecretario de Pesca, Jorge Chocair -consultado por la revista Aqua-, señaló: "lo que anhelo como institucionalidad es un Ministerio de Pesca, pero creo que en el presente no están dadas las condiciones para eso”.