miércoles, enero 31, 1996

Pía Figueroa, directora de la EcoFeria:

“Creo que se está gestando la condición de una gran rebelión popular”

Reconocida líder del Movimiento Humanista, la ex subsecretaria de Bienes Nacionales durante el primer gobierno de la Concertación, Pía Figueroa se desempeña actualmente como presidenta de la Fundación Laura Rodríguez, y directora de la EcoFeria. Una mujer del siglo XXI.

Por Ernesto Rojas y Cristian Sotomayor

-Yo siento que antes del Golpe, la mujer participaba bastante en todas las cosas. Ahora que regreso al país, después de casi veinte años, veo que eso ha cambiado profundamente. El respeto que antes había por la mujer, en la familia, en el trabajo, en los sindicatos, etc., ha disminuido radicalmente-.

-Mi impresión es que la cultura militar marcó con mucha fuerza un autoritarismo masculino, que se refleja en todos los aspectos de la vida. Y, en esta nueva democracia que hemos intentado construir –que no es realmente democrática, que tiene demasiados enclaves autoritarios todavía-, siento que, bueno, es re simple: el país en que estamos, yo lo grafico con la siguiente imagen: las mujeres están siempre detrás de la tiza, la inyección o la escoba. Esos son los trabajos que mayormente hacen las mujeres: son maestras, son enfermeras o son trabajadoras de casa particular. Y es muy raro encontrar, en el último piso de un Banco, de una compañía multinacional o en la gerencia de una empresa, a una mujer-.

-Las últimas encuestas son atroces: en cargos gerenciales, el 97% son hombres y el 3%, mujeres-.

-Yo creo que prácticamente ninguna mujer se encuentra donde está el poder financiero. Y estamos en un mundo que no solamente se ha mundializado, sino que se está globalizando. Es decir, está permitiendo que el flujo de capital financiero, que se invierte a corto plazo, circule de país en país –son los capitales “golondrina”, que hicieron la crisis de México-, y que van concentrando cada vez mayor poder en la banca mundial. Y no están las mujeres en ese proceso, y te aseguro que tampoco lo queremos. Sí queremos una mundialización; caminar hacia un gobierno y hacia una nación humana universal. Pero no es que queramos que la relación entre capital y trabajo se mantenga como está o aumente a favor del capital. Más bien las mujeres somos del mundo del trabajo, más que del mundo del capital, al menos no del capital especulativo. Y pienso que, con este último incremento tan fuerte del poder del capital financiero-especulativo, las mujeres estamos fuera del tablero. Somos muy pocas las mujeres que entendemos de este tema. Es decir, siempre hemos estado en el campo del trabajo, y las relaciones entre el capital y el trabajo son cada día más desfavorables al trabajador.

Celda de abeja con televisor

-¿Es Chile un país democrático, siendo que la dinámica del poder estructurado piramidalmente tiende a concentrarlo cada vez más, y, que, además, las relaciones entre las personas son violentas, agresivas?

-No son democráticas; en Chile las relaciones entre las personas no son paritarias. Yo puedo tener el cargo que sea, pero soy un ser mortal igual que tú, y, por lo tanto, puedo establecer una relación paritaria en cuanto ser humano, y respetar esa diversidad, y basar nuestra relación en la diversidad. Bueno, eso no ocurre, se valoran ciertas cosas; un determinado género: los hombres más que las mujeres; un tipo de hombre; por lo demás que no vaya a ser indígena; que no vaya a ser discapacitado; que no vaya a ser viejo, porque ya no sirve; demasiado joven tampoco, porque es una caricatura de hombre. Entonces, nos estamos quedando con el hombre blanco, banquero, que ojalá hable inglés. Y toda otra relación está basada en una discriminación, en un autoritarismo y en una forma de violencia-.

-Todas estas redes verticales de poder censuran constantemente, reprimen y mantienen al margen a todas las redes horizontales, y no dan espacio…-

-Además, hablan un lenguaje que no tiene ninguna conexión con ellos mismos. No hay una conexión con lo personal, existencial, no hay una conexión con la búsqueda de la coherencia en la vida; no se habla de sentimientos, se habla de macroeconomía; no se habla de lo que le pasa a la gente con sus créditos y con su angustia mensual frente a este consumo desenfrenado. Se habla de tasas. Pero no se habla de lo que te pasa, frente a una taza de café, con tu angustia. Entonces, el mundo de lo existencial está excluido también-.

-Creo que se está gestando un movimiento social: hay gérmenes, hay indicios, pero yo creo que va a ser un proceso lento, porque hay demasiados controles; todos los días aparecen nuevas censuras, formas de mantener a la gente en la ignorancia-.

-En cualquier parte que tú vayas, hoy día no te encuentras con núcleos humanos, sino con personas que viven en su celda de abejas; solos frente a su televisor. Yo creo que estamos en una época –mundialmente- en que prima el dinero como valor, y lo que se tiene por sobre lo que se es, y que este dinero ha modificado y está cada vez acelerando más la concentración del poder en menos manos, el deterioro de las relaciones laborales, y una desestructuración creciente. Se están disgregando muchísimas instituciones, Estados, organismos, familias, parejas; no hay una comunicación humana real. Y cada ser humano no se siente vivo, sino que se ve de acuerdo a lo que tiene y a lo que muestra, como una imagen, y no registra lo que es la vida. Entonces, no se habla –como decíamos- de lo más personal, porque eso está borrado, porque uno no se registra, no se siente, y no se hacen gestos nuevos. Hoy día es la competencia; hasta la amistad se ha transformado en competencia-.

“Hay mucho temor a la opinión de la gente”

-El poder, obviamente, tiene que tener balances, contrapesos, y resulta que aquí no hay; por ejemplo, organización de consumidores; aquí uno plantea cualquier cosa que signifique fortalecer el poder civil y los políticos se asustan, como que creen que se va a volver a las JAP o a las Canastas Populares. Lo mismo en el tema sindical o del medioambiente, o en cualquier área donde se hable de participación social, de poder ciudadano, y que vaya descentralizando el Poder-.

-Yo creo que ese Poder, que gobierna desde la televisión, tiene mucho susto de las movilizaciones y de la organización de la base social. No representa a la base social; gobierna a espaldas de la gente. Ve cómo se está negociando, por ejemplo, este asunto del Nafta. Cuántos están negociando. No, no se ha consultado nada y no les interesa consultar. Yo creo que hay mucho temor, justamente, a la opinión de la gente, y hay una concentración cada vez mayor del poder. Pero, soy de las personas que tiene mucha fe en la gente organizada, y a diferencia de muchos que están ya escépticos respecto de los movimientos populares, yo creo cada día más en ellos. Creo que se está gestando la condición de una gran rebelión popular; lo veo en Argentina, en Brasil, en Italia, y, por cierto, en muchos barrios. Acá, justo antes que ustedes vinieran, me hicieron una entrevista para una revista que se llama Cable a Tierra, que produce un Centro de Comunicación Humanista en un barrio pequeño de Ñuñoa, y sacan una publicación de dos mil ejemplares al mes, y la distribuyen mano a mano. Están surgiendo medios de comunicación popular nuevos; están las radios de la Villa Francia; están empezando a circular formas de cooperativismo bastante más avanzadas y mejor pensadas que en otras épocas. Ahora, no es lo que está en boga, pero pienso que quienes no se identifican con este centralismo del poder y del dinero, con esta complacencia del poder frente al dinero, quienes están al margen, y no tienen ningún beneficio con este supuesto desarrollo, sí están dispuestos a organizarse y a levantar su voz en algún momento, y creo que eso es muy interesante, que eso puede producir cambios.

(Publicado en La Hoja de la Economía Popular y de Solidaridad, Nº104, enero 1996, páginas 1 y 6)