lunes, noviembre 30, 1992

Gasfiteres y electricistas

Mujeres de herramientas tomar

Continuamente vemos por televisión que en el mundo entero, pero especialmente en los países industrializados del norte, las mujeres realizan actividades que antes estaban reservadas para los hombres. Ya casi no existen deportes que no practiquen las mujeres. Hay presidentas de naciones, primeras ministras, gerentas de importantes empresas, mujeres con charreteras y señoras ordenadas sacerdotes. No es raro ver obreras de la construcción, pilotos, choferes, mecánicos o en otras labores ejecutadas tradicionalmente por hombres. Esto muestra que las mujeres están potencialmente capacitadas para realizar cualquier oficio, profesión o actividad.
En Chile, aunque según las encuestas sólo un 28% de las damas prefiere actividades definidas como "masculinas", también se camina progresivamente hacia un mayor protagonismo de las mujeres.

Por Cristian Sotomayor Demuth

Sin embargo, en nuestro país aún existen obstáculos legales que, en todo caso, ya están en la mira de las organizaciones femeninas. Es el caso del artículo 15 del Código del Trabajo, que no permite a las mujeres trabajar en lugares peligrosos, como los que se llevan a cabo bajo tierra (basta con ver cuánto costó para que las mujeres pudieran entrar a una mina, aunque sólo sea de visita).
-Aunque el fundamento ideológico de la legislación vigente es evidentemente patriarcal, la discriminación hacia el trabajo femenino es más bien indirecta -señala Sandra González, presidenta nacional de Catemu (Centro de capacitación técnica de la mujer)-. Por ejemplo, el 100% de la responsabilidad del cuidado de los hijos se le entrega a la mujer. Se habla sólo de protección a la maternidad, lo cual exime a los varones de su responsabilidad paterna. Aunque el sujeto a proteger es el niño, es una causal de clara discriminación para que las mujeres accedan al trabajo fuera del hogar. Si en una empresa trabajan 20 mujeres, está obligada a instalar una sala cuna, lo que hace que el empresariado sea reacio a contratar mujeres.
Como primer paso para cambiar esta situación nada equitativa, Sandra González indica que existe una propuesta al Parlamento para cambiar la legislación laboral, en el sentido de que el permiso médico para atender las enfermedades de los hijos menores de un año pueda ser tomado tanto por la madre como por el padre.

Responsables y puntuales

Catemu es una organización creada por mujeres proferionales en 1986. Su tarea, según reza su presentación, es "brindar mayores oportunidades de capacitación laboral y reciclaje a las mujeres en áreas de mayor tecnología o tradicionalmente masculinas y para cargos de jefaturas o dirección".
Desde 1990 están desarrollando programas pilotos para capacitar mujeres en áreas no tradicionales, genéricamente hablando. A fines de ese mismo año se realizó un curso de mecánica; el 91, de gasfitería, y éste, de instalaciones eléctricas y mueblería modular. Hasta el momento se han capacitado unas 30 mujeres, de las cuales casi un 30% está hoy trabajando en lo que aprendieron. El resto, no ha podido aplicar su formación, básicamente por problemas de salud y debido a dificultades insolubles en aspectos como falta de vivienda, no tener con quién dejar cuidando a los niños o por no encontrar trabajo.
-Una cosa muy necesaria para avanzar gradualmente es que se vayan creando nuevas formas y estructuras para cuidar a los niños, ya que hay muchas mamás que son solas- acota Sandra González.
En cuanto al curso de gasfitería, tenía por objetivo el que las señoras ahorraran sus escasos recursos, manteniendo y reparando ellas mismas las instalaciones de sus casas. Pero, las mujeres se reunieron y por interés en contar con un ingreso propio formaron una microempresa de gasfitería, para la cual ya han conseguido un crédito con la ayuda de Catemu.
Por su parte, de las egresadas del curso de mecánica, una joven que estaba trabajando en un taller mecánico se desempeña ahora en el departamento de ventas, ya que los dueños estimaron que no era buena imagen que una mujer estuviera llena de grasa (¡!).
De las que terminaron el curso para instalaciones eléctricas, dos de ellas están haciendo su práctica en la empresa Ilumtec, en donde están bajo la responsabilidad de Pablo Bahamondes, jefe de producción. Junto a ellas trabajan 44 operarios hombres.
-El empresario generalmente teme que las mujeres se embaracen. No es el caso nuestro. Ellas trabajan bien, son más ordenadas que los varones, más limpias en su quehacer; son más responsables y puntuales. Se comprometen más que los hombres y tienen mayores habilidades manuales. Sin embargo, según Pablo, tienen algunas limitantes:
-Cuando es necesario trabajar horas extras y quedarse hasta tarde, no pueden porque de noche es peligroso que se vayan a sus casas. Además, por lo pesado de algunas cosas que hay en talleres, siempre requieren que la persona que la supervisa las tenga que ayudar a cargar o embalar.
La práctica, que dura tres meses, comenzó el 15 de septiembre de este año. Victoria Vásquez (20 años) labora en un grupo junto a dos hombres, a los cuales debe entregar las lámparas pre-armadas, para que ellos les hagan las terminaciones. Ella trabaja con taladros y destornilladores y, según el jefe de producción, tiene muchas posibilidades de seguir en la empresa, pues es rápida y "le pone mucho empeño".
Carolina Mellado (18 años) integra un equipo junto a cinco hombres. Realiza el armado manual de los "ballast".
-Es rico trabajar aquí, son todos simpáticos. Hay respeto mutuo y el trato es de igual a igual, aunque se cuida más el lenguaje.
Rubén, un joven que integra su equipo, añade:
-Da lo mismo que ella sea mujer, a las finales trabaja igual que uno. Aquí nos llevamos todos bien, porque o si no, no se saca la producción.
Esta actitud, de considerar a las mujeres aptas para cualquier oficio coincide con la nueva tendencia empresarial innovadora. Son empresarios que se atreven a experimentar con lo diferente.
-Hay empresarios que, luego de probar con mujeres, se dan cuenta que aumenta la productividad en la empresa, por lo que comienzan a privilegiar el trabajo con ellas- cuenta la presidenta de Catemu.
La profesional agrega que las reticencias que aún existen en el empresariado, son por temor a la competencia o porque pueden alterar los equipos de trabajo.
-Por esto, falta que los empresarios tomen conciencia; hay que sensibilizarlos a través de políticas generales.

Ampliar su mundo

De forma similar opinan los profesionales de Prodemu, Promoción y Desarrollo de la Mujer (cuya presidenta es Leonor Oyarzún de Aylwin), quienes también han desarrollado este año un proyecto piloto para capacitar a mujeres pobladoras en oficios domésticos no tradicionales. Los talleres se iniciaron en septiembre de este año en la sede Renca de Inacap y en Infocap.
En Inacap de Renca fue primera vez que se dio un curso exclusivamente para mujeres (gasfitería y electricidad básicas). Fueron 28 mujeres de la zona norte de la capital, seleccionadas entre organizaciones comunitarias y talleres laborales del sector.
Fue un curso muy participativo. Las mujeres hicieron muchas preguntas; fueron muy curiosas y exigentes con los profesores. Estos, al evaluarlas, dijeron que eran muy diestras, puesto que generalmente en los cursos con hombres, al 40% de ellos se les quiebran los fierros, mientras que en éste a ninguna mujer le pasó ese percanse.
La mayoría de las mujeres chilenas fueron educadas para las labores domésticas y el cuidado de los niños, dos actividades poco valoradas socialmente. En consecuencia, el mundo de esas mujeres se ve reducido a la casa, el vecindario y la TV. Pero los hijos crecen y se van, y es allí cuando a esas señoras les viene un gran vacío y frustración, por no haber realizado sus aptitudes personales.
-Siempre fui inquieta, me gusta saber de todo, pero nunca tuve la oportunidad de aprender las cosas que me interesaban. Tuve cinco hijos, pero ahora sólo vivo con mi última hija, de 12 años. No importa la edad para conocer lo interesante -dice la señora Inés Neira, de La Florida, mientras repara una plancha durante la última sesión del taller de reparaciones y mantención eléctrica organizado por Prodemu y ejecutado en Infocap. En este curso participaron 16 señoras de la zona sur de Santiago.
-El mayor valor de estos cursos es que amplía el horizonte de las mujeres; conocen cosas nuevas y se desarrollan como personas más íntegras. Con ello mejoran su relación familiar y potencian su entorno social- indica Gerardo Maldonado, jefe del Departamento de Capacitación y Desarrollo Productivo de Prodemu.
Claudia y Angélica, dos mujeres jóvenes de San Miguel, las que en el momento de ser entrevistadas arreglaban una instalación eléctrica, opinan que todos, independientemente de su sexo, deberían saber hacer de todo.
-Los hombres tienen que aprender a cocinar, a pegar botones y a lavar los platos- señala Claudia.
-Es lamentable que se clasifiquen tan rígidamente los trabajos, entre los que son de hombres y los que son para mujeres, ya que nunca se sabe si en algún caso uno de los dos va a faltar- acota Angélica.
Paulina Muñoz, trabajadora social de Prodemu, explica que el valor de estos cursos, más que estar en los indicadores de colocación o de aumento de ingresos, se encuentra en el crecimiento personal de las mujeres, la autoestima, al descubrir ellas mismas que son capaces de realizar la actividad que les interesa.
En tanto, Pedro Figueroa, coordinador de los cursos de Infocap (Universidad del Trabajador) dice a el canelo que en el taller de gasfitería se capacitaron diez señoras y que en los cursos que se dan en la noche hay mujeres en albañilería, carpintería metálica e instalaciones sanitarias.
-Son mujeres jóvenes, solteras y con hijos, que realizan un gran esfuerzo para estudiar aquí.
Por lo visto, junto con ampliar las oportunidades de empleos para las mujeres, es imprescindible que los hombres asuman en forma responsable su paternidad y compartan las labores domésticas.

(Publicado en la revista el canelo Nº39, noviembre de 1992, páginas 24 y 25)