domingo, diciembre 31, 1995

Chicauma, el primer kibutz a la chilena:

Boinas o chupallas, ametralladoras o arados


Sólo seis meses alcanzó a durar la experiencia comunitaria de los campesinos de Chicauma, en la localidad de Lampa. Pocos días después del asesinato de Edmundo Pérez Zujovic, los militantes de la VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo) que asesoraban el experimento social, fueron encarcelados. A la docena de familias campesinas que participaron entusiasmadas, se les arrebató las 1.800 hectáreas que se habían tomado en diciembre de 1970. Para Alejandro Villarroel, principal impulsor del intento kibutziano, el fenómeno, más allá de su traumático final, es digno de ser analizado seriamente, por lo que "la caricaturización hecha por el programa Mea Culpa del canal nacional -afirmó-, constituiría una forma de rebuscar el pasado sobre la base de falsedades".


En el paradero 18 de la Gran Avenida existió, durante seis meses de 1970, una comunidad urbana. Estaba compuesta por las casas-quinta del barrio, y el lugar de reunión era la vivienda de Alejandro Villarroel. Como no lograron instalar talleres productivos ni realizar cultivos, se disolvió. Empapado por las ideas comunitarias del filósofo Martin Buber, Alejandro comenzó a buscar un grupo de personas decididas a embarcarse en el proyecto de crear un kibutz a la chilena.

"Primero -recuerda Villarroel- convencí a los vopistas. A la VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo) le interesaba, seguramente, porque era un grupo que estaba funcionando en Santiago y no tenían un frente campesino. La VOP era un revoltijo. Ronald -su líder- se definía como marxista, leninista, cheguevarista, trotskista y maoísta. Pescaba, según él, de cada uno de estos pensadores, lo mejor, lo más interesante que pudieran tener. No tenía una posición sectaria. Había sido comunista, y se marginó con todo un grupo de gente, una base del partido de Ñuñoa. Ese es el origen de la VOP.

Cuando yo le propuse a Ronald la idea de irnos al campo -él ya había oído que estábamos viviendo en forma comunitaria en mi barrio- le pareció interesante, porque, justamente, en el campamento donde los vopistas tenían una base (no sé si era el 26 de Julio, o uno de esos campamentos que armó el MIR) estaba Chandú, que había nacido en Chicauma y sabía que el fundo estaba botado. Fue un encuentro, una coincidencia".


-¿Cómo se dio el proceso de la toma del fundo y el inicio de la comunidad?

-Llegamos al fundo, y hablé con un ex comunista, Pablo; él juntó a los campesinos...Tomé la palabra y les conté a qué íbamos: "tenemos este proyecto; juntarnos en una experiencia comunitaria, para ver si es factible, etc... Consistiría en que partimos con un comedor común. Ustedes viven por aquí y por allá; más adelante irán trasladando sus casas en la medida de que les parezca, cuando quieran ..." Era un fundo enorme de grande, en que los campesinos estaban ubicados de acuerdo a los intereses de vigilar antiguos cultivos. Estaban repartidos, a cinco kilómetros uno, a tres kilómetros más acá otro, por acá otro... totalmente aislados, sin electricidad. Había como 15 familias en total dentro del terreno. En las primeras reuniones estuvo un hombre de derecha que dijo que ibamos a fracasar; que no creía en ningún socialismo, en ninguna utopía ni en ninguna cosa. Tengo la impresión que dos familias se marginaron, por miedo, porque hablamos inmediatamente de que nos ibamos a tomar el fundo.

Cuando el fundo era de una persona, no era tan fácil expropiarlo en esa época, pero si era de una sociedad agrícola y lo tenían sin cultivo, totalmente abandonado -que era el caso de Chicauma-, era el fundo más fácil de tomar de todos los que habían en la... me parece que era la cuarta zona de Reforma Agraria. No había ninguna objeción de tipo legal.

La VOP tenía experiencia en tomarse fundos; había que llevar una bandera, hacer una declaración escrita a máquina, que se entregara una copia a Intendencia, otra va a Carabineros, y la otra va al ministerio de Tierras, a la Cora, al Indap, qué se yo... Eso los campesinos no lo sabían; ellos habían pensado tomarse el fundo, y no encontraron respaldo de nadie, ni de los partidos, ni de organismos estatales. Éstos no lo habían apoyado porque requería demasiada inversión. Según cálculos que ellos hacían, eran necesarios 360 millones para echar a andar el fundo. En esa cantidad enorme de dinero estaba reponer los tendidos de alta tensión; lo único que quedaba arriba de los postes eran los transformadores, que, como son muy grandes, no los pudieron robar; lo demás se lo habían robado todo.

Y empezamos con la olla común. Con la toma partió una fogatita con ladrillos y dos fierros, y un tarro con café. Ese fue el inicio del comedor común. De ahí para adelante jamás faltó la comida. Una cosa curiosa: en cuanto nos tomamos el fundo, nos llegaron de regalo sacos de papas, 50 zapallos, sacos de choclos; después nos regalaron sandías. No sé, la gente corrió la voz, la noticia se difundió...

Hubo gente de Santiago en carpa. A mí los campesinos me cedieron un ranchuco ahí al lado de la casa de Pablo. Era verano, así que construimos una ramada grandota, al lado de un cementerio indígena. Ahí en la ramada vivió un montón de gente, en sacos de dormir. Había gente que había traido incluso sus camas. Pero, mi impresión es que la gente de Santiago no... me parece que la idea de toda la cabrería de la VOP era más bien cheguevarista, la idea de guerrilla y de combate. No estaban síquicamente capacitados u orientados o plásticos, como para pensar en que era importantísimo un modelo. Cuando llegaron los vopistas ya iban disfrazados de Che Guevara. Yo les dije: "oye, aquí no vamos a hacer la revolución cubana, vamos a hacer la revolución chilena". Así que yo decidí comprar chupallas, y llegué con 15 o 20; a cada uno le enchufé una y los disfrasé de chilenos...

Yo no sé si es que es fatal que tiene que haber guerra, pero lo más importante en una transformación social es que la gente sepa hacia dónde se dirige el mundo. Yo considero una importancia enorme a un modelo de lo que debiera ser. Esa es idea de Buber, no es idea mía.

La toma fue en noviembre o diciembre del año 70. La VOP hizo regalos a los niños para la Pascua. Ronald llegó con un saco de juguetes. Era tal la pobreza, que los niños pobres usaban ropa de sus hermanitas; niñitos de siete a doce años, con faldita. Así que les compramos ropa. A raíz de eso, justo llegó un interventor del gobierno, cuando estábamos repartiendo prendas de ropa nueva, y el gallo me dijo: "oye, ustedes son de la VOP o del MIR". "Por qué", le pregunté yo. "Y de adónde sacan plata para comprar esa ropa", agregó. "Para qué preguntai leseras", le respondí. El gallo era Mapu y dejó el trabajo. Entonces nos mandaron un democristiano, que no se puso a investigar de dónde salía el dinero, y que estaba muy contento con nuestro trabajo. Después de que les compramos ropa a los niños, yo los matriculé, y los llevaba todos los días desde el fundo hasta el pueblo de Lampa. Como curiosidad, era tal la miseria en ese fundo, que cuando llegó la policía -nosotros estábamos pensando que iban a llegar a balearnos-, nada, la policía nos felicitó, y el propio jefe del cuartel de policía de Lampa, sargento no sé cuánto -el tiburón le decían- nos regaló cinco mil pesos de su bolsillo, que era harta plata. Hasta la policía estaba de acuerdo con la toma del fundo de Lampa, porque estaba abandonado hacía varios años, sin cultivo; la gente sabía que había miseria horrible, se habían robado los tendidos eléctricos, se habían robado las bombas de pozo profundo, era una catástrofe la cuestión. Era el único fundo que ni Frei ni Allende incluyeron dentro del proyecto de reforma agraria. Lo dejaron al lado por ser demasiado pobre, cuando en un proceso revolucionario justamente es el primer fundo que debiera haberse puesto en recuperación; un fundo que desesperadamente necesitaba la presencia de técnicos y de inversión para poder echar a andar todo eso.

Chicauma es un microclima, con un clima excepcionalmente favorable. Como está ubicado entre cerros, tú puedes cultivar cosas que en otros lugares no se dan. La tierra, sin duda fue buena, pero está erosionado. Ahí la erosión era más bien eólica; no había problema de erosión hídrica, salvo en los cerros, pero en el plano la erosión era... se armaban torbellinos todos los días, había un ventarrón fenomenal.

La municipalidad nos dio el derecho a cobrar peaje rumbo al Taco, porque dentro del fundo había un balneario; cobrábamos un peso por persona. Como pasaban muchos buses durante el día al Taco, juntábamos harta plata... Fue un río, ahora está seco. Era un hilo de agua, que, como le pusieron un taco de barro, se hizo una posa, y la gente iba a bañarse ahí.

Una de las cosas curiosas fue que, cuando iniciamos el proyecto, quienes estaban de acuerdo absolutamente eran los adultos -yo pienso que en razón de la miseria en que ellos estaban en ese momento-, y había rechazo de los adolescentes. Y este amigo mío, Jochimil, cambió radicalmente el asunto. Al final, en los últimos meses, eran los cabros jóvenes los que participaban con más agrado en el trabajo comunitario. Los campesinos más viejos siempre trabajaron, pero fue Jochimil el que volcó el asunto. Cuando yo llegué los muchachos tenían interés solamente en comprar bicicletas, ropa, cosas típicas de los cabros jóvenes. Tal vez querían ir a bailar, pero, como no había electricidad, quizás ni música habían escuchado.

Eligieron una directiva. Ellos eligieron, como campesinos, a las personas que iban a dirigir, y eligieron a uno de ellos como presidente, a un tesorero y a un secretario; los tres eran campesinos de Chicauma.

La gente de Santiago... Participaron, algunos un tiempo más, otros un tiempo menos. Hubo gente muy interesante ahí metida. Estuvo Víctor, el que llamaban tesorero de la VOP, estuvo conmigo varios meses. Víctor, donde se meta, es un hombre excelente, muy cariñoso con la gente, quiere mucho a la gente pobre, es muy trabajador, muy sociable, con él no tuvimos ningún problema. Hubo una cantidad de gente joven de la VOP, universitarios; hicieron un trabajo muy bueno en enero y febrero, que es cuando ellos tienen vacaciones, porque después tienen que continuar sus estudios en Santiago, así que se fueron.


-¿Existieron diferencias entre los campesinos y los asesores?

-Yo estaba como asesor; nunca me dieron un cargo. Me tenían mucho aprecio. El único conflicto que tuve con ellos fue cuando ya teníamos la semilla; yo tenía dos sacos de pepas de almendra amarga, porque en los faldeos, como no hay agua, ibamos a hacer un criadero de almendros para injertarlos con durazno o con ciruelo, y el almendro te da quince metros de raíz. El almendro encuentra agua donde otros árboles se mueren. Pensábamos poner frutales en un sector, arriba montes, tal como fue siempre, pero en el faldeo, cerca del plano, pensábamos poner árboles frutales diversos, en patrón de almendro. Teníamos las semillas de almendra, teníamos el trigo para sembrarlo, y yo les dije: "necesitamos más gente". Teníamos 1.800 hectáreas, era un fundo inmenso. Y los campesinos me dijeron: "no compañero, que ahí en Lampa los gallos que están cesantes son todos borrachos". Yo creo que no eran todos borrachos; el problema es que los campesinos estaban pensando: "cuando cosechemos el trigo, si tenemos que dividirlo entre diez o entre 20, nos toca menos a cada uno, o vamos a ser menos ricos en forma comunitaria. Yo creo que es el egoísmo el hecho que ellos no querían que viniera más gente. Yo les dije: "bueno, a ustedes les consta, yo vendí mi casa para ese dinero aportarlo aquí a la comunidad. Me parece que tenemos unas tierras inmensas de grandes, en que es factible reforestar, es factible recuperar los suelos, es factible producir, y somos muy poca gente. Ustedes descubran de dónde sacan gente. Si ustedes dicen que los cesantes de Lampa son borrachos, acepto, pero ustedes descubran. Y en ese caso uno de los campesinos me trajo a sus sobrinos para el fundo. Creció por ese lado. No logré imponerles ... porque ahí podríamos haber estado perfectamente 30 familias.


-¿Fue posible construir algo en sólo seis meses?

-En seis meses, claro que es poco tiempo, pero es fantástico el resultado, porque se llegó a un nivel de comunidad absoluto; compartíamos todo. Y, en los últimos momentos, yo, prácticamente me pasaba como relacionador público, porque teníamos todos los días visitas de ingenieros y de agrónomos, y de economistas agrarios, venidos de Melipilla, de Valparaíso y de otros lados. Y ahí estar explicando lo que estábamos haciendo, y los planes, y nos sugerían una cosa, u otra cosa...

A diferencia del kibutz, la gente partía para arriba sin desayunar, que a mí me choca eso. Para mí lo lógico era haber tomado desayuno primero y después partir para trabajar. Se lavaban la nariz, dormían casi con toda la ropa puesta, yo creo que los zapatos se sacaban. Se lavaban la nariz y partían a trabajar, así que había que llevarles el desayuno para el cerro. Les llevábamos para arriba sandwich, café, té, y toda esa historia. Porque el afán de ellos era trabajar, trabajar y trabajar. Yo nunca me imaginé que campesinos chilenos totalmente agenos a la política, pudieran tener esa respuesta frente a una experiencia comunitaria.

Punto uno; a mí me llamó la atención, que tanto la izquierda como la derecha ocultaron cuidadosamente qué cosa era Chicauma. Fue ocultado inmediatamente. Más aún, a raíz de la toma de Chicauma, a la semana siguiente apareció un decreto ley en el Diario Oficial, en que, a partir de esa fecha, se prohíbían las tomas de fundos, cuando la izquierda chilena había sido tomadora de fundos por tradición. En cuanto contraté a los vopistas como miembros del colectivo, éramos un asentamiento, según la ley, a la semana siguiente apareció en el Diario Oficial: "a partir de esta fecha se prohibe contratar personas extrañas a los predios". Es decir, dos leyes hechas contra la VOP, así, pero precisas, al extremo de que... yo no fui el que andaba comprando el Diario Oficial todos los días, fueron los funcionarios del Indap los que me llevaban los periódicos para informarme de cómo iban saliendo leyes para impedir la repetición de este fenómeno. Y lo que queríamos era montar modelos de un mundo perfecto, esa es la idea de Buber. Yo no entiendo por qué razón, un gobierno que es de izquierda, se opone a que locos de la ciudad, junto con campesinos pobres del campo monten modelos de como debiera ser. Es absolutamente lógico, prudente, e inteligente montar modelos de lo que es factible. Lo que no se puede es llevar al pueblo hacia una cosa que no está definida, hacia un mundo futuro que nadie sabe en qué consiste. Eso es gravísimo, y ese es uno de los argumentos que tenía la derecha para ... porque suponían que ibamos rumbo a una repetición del estalinismo, con todas las agravantes horribles ... es un fascismo de izquierda el estalinismo, tan fascismo como el que después impuso Pinochet o el que tenía Hitler, en que te sacan a media noche de la casa, en un auto sin patente, y después desapareces.

En la televisión aparece como un campo de entrenamiento militar. Yo hubiese querido que fuéramos tan ordenados y disciplinados ... porque ahí mostraron un entrenamiento tan bueno como el que hacen los milicos aquí en Santiago, en la Escuela Militar. Es absolutamente absurdo. Obviamente todos los grupos, cuando andaban en el campo, tiraban balas, pero le tiraban balas a un tarro o a una botella, pero no hubo en absoluto entrenamiento militar. Mi preocupación estaba absolutamente centrada en producir.


¿?

Se producía... Primero, leña de litre, después se produjo carbón de litre, y, después, tierra de hoja. No hubo otro tipo de producción. Ellos tenían, individualmente, Pablo, me parece que dos o tres animales. El papá de Pablo tenía otros dos más. No pusimos una norma rígida, como ocurre en el kibutz, en que todos aportan el total de su patrimonio, eso no lo pusimos como una obligación. Incluso, era lógico a los campesinos entregarles una cantidad de dinero, porque el campesino chileno, si tiene plata en el bolsillo, entonces él es un hombre con éxito. Si no tiene dinero es un fracasado, es una mujer; pierde su condición de macho si no tiene dinero en el bolsillo. Ellos no necesitaban dinero, porque como en forma colectiva traíamos cigarrillos, comprábamos azúcar, harina, tomates, aceite, cuanto diablo... pero, se le asignaba a cada campesino un poco de dinero por razones sicológicas. En cambio, los muchachos nunca pidieron dinero para andar trayendo en los bolsillos, andaban simplemente, para arriba y para abajo. Si alguien necesitaba dinero, porque tenía que ir al pueblo a ver al dentista, sacaba dinero para ir a ver al dentista. En cierta medida copiamos al kibutz, y, en cierta medida no lo copiamos.

Nos acomodamos a la cultura de ellos. Fundamentalmente a esa cuestión machista de que hay que andar con plata en los bolsillos, aunque no la gastaban, porque no la necesitaban para nada. No hubo borracheras para nada, no hubo ... salvo ese loquito que le pegó un corte a Pablo en el cuello, no tuvimos conflictos, y establecimos cambalaches con los otros fundos de los alrededores, que también eran asentamientos. Empezamos a hacer trueque con el asentamiento de O'Higgins. Les regalamos leña y ellos nos regalaron cajones de tomates. Y ese asentamiento estaba controlado por los democristianos. No pusimos objeción a que eran democristianos, a que la señora Ana es momia, nada, nada. Y en el fundo nuestro teniamos un comunista, Pablo, que había sido dirigente de la Juventud Comunista, y el presidente de la directiva de Chicauma era el presidente de la juventud democristiana de Lampa; ese es un dato curiosísimo e interesante. El conflicto mental para mi pobre amigo Carmelo debe haber sido fenomenal, porque probablemente, como democristiano tenía cariño por Pérez Zujovic, me imagino. No supe qué pasó. A raíz de la muerte de Pérez Zujovic, a mi me fueron a meter preso.

Yo pensaba que en un proceso nacional, en un proceso social, es factible que el hombre cambie su trato que tiene con la naturaleza. LLegué a una preocupación de reforestar, y, curiosamente, esa es una contradicción clarísima del fenómeno VOP allí en Chicauma; es que empezamos a desforestar, porque hacíamos leña con los litres, y después hacíamos carbón. Y, después, en una oportunidad en que yo tuve que venir a Santiago -estuve dos o tres días fuera del fundo- me encuentro con que están felices vendiendo tierra de hoja, tierra de litre, que se la llevaban en unos camiones inmensos, y, obviamente, rumbo a los jardines del barrio alto. Y los campesinos estaban encantados, porque era mucho más fácil recoger tierra de litre, que es livianísima, y muy hermosa y muy limpia, que estar picando litres que producen sarpullidos. Lo importante es que si tú mirabas el fundo, después que llegamos nosotros, obviamente había menos árboles que antes. Teníamos cuidado sí de dejar un renuevo, nunca cortamos del todo un árbol. Pero tú pelas, de todas maneras pelas. Entonces, cuando cae lluvia, si no hay árboles, produces más erosión, porque el agua golpea el suelo y hace correr toda la materia orgánica que haya y las micropartículas que queden, porque ya hay una erosión en todo ese lado.


-¿No era contradictorio estar, al mismo tiempo, desarrollando un modelo de vida, y, paralelamente, efectuando acciones de muerte?

-A raíz de la muerte de Pérez Zujovic se desató una caza de brujas pero de horror, en que participó el MIR, el partido socialista, los ELeNos. Yo creo que la FAR era uno de los pocos grupos pro chinos que había en esa época -no sé cómo se llamaban- fueron los únicos que no participaron en la cacería de vopistas.

En junio de 1971 murió Ronald y yo partí para la cárcel...

El primer viernes después de la muerte de Pérez Zujovic. Yo pasé para allá el día jueves, pasé en un bus Santiago-Lampa, entremedio de un cerco de policía y militares armados, con chalecos antibalas. Pasé rumbo a Chicauma; me habían propuesto que arrancara. A mí me parecía absolutamente imposible arrancar en esas circunstancias. Habría sido horrible arrancar. Y yo, personalmente, cuando ocurrió la muerte de Pérez Zujovic, estaba en el campo, y vine a averiguar a Santiago qué había pasado. No encontré a nadie. Me devolví a Chicauma y pasé entre medio de una jauría inmensa de policías y militares, y me bajé antes de llegar al pueblo de Lampa. Me bajé en el río, y me fui caminando por el cauce del río seco. Por detrás llegué al fundo, porque la policía me andaba buscando por todos lados... andaban buscando a un tal Alejandro Villarroel. Los campesinos no sabían, porque a mí me conocían como Alonso Carvajal Pardo, que son los segundos apellidos de mis abuelas. Y me dijeron: "mira, andan buscando a un tal Alejandro Villarroel. Ahí está el vehículo, ahí están los tiras buscando". Esa noche dormí igual que todos los días en el fundo, y a la mañana me sacaron de la cama, a las seis, siete de la mañana. Probablemente alguien informó que yo estaba durmiendo allí. Habían 60 personas con ametralladoras, para ir a sacarme de ahí, preso.

De Santiago solamente quedaba Jochimil y su mujer. Estuvo una cantidad enorme de gente de la VOP. Estuvo un argentino; no sé por qué razón mandaron un japonés que no hablaba español, que se presta para pensar que era agente del imperio del sol. Es posible que haya sido un error mandarme un par de personas que no funcionaron en absoluto en el campo. Uno de ellos era Alex. Cuando hicimos la toma, participó gente de otras organizaciones; participó gente del grupo de Conejo, y no me acuerdo de qué otro grupo más. Hubo ahí gente de visita, por uno o dos días gente de todas partes. Y llegaron periodistas además.

Fui tan rematadamente imprudente, que yo pensaba que si había que arar la tierra, y el servicio militar del trabajo tenían tractores disponibles, ellos deberían hacerlo, yo no veo por qué no. Y vine acá al regimiento no sé cuanto, que es del servicio militar del trabajo, hablé con un coronel que me recibió con mucha amabilidad; le conté el proyecto utópico de Chicauma. Le pareció muy interesante, revisó su cuaderno, y tenía comprometido todas las máquinas hasta el fin del año. Así que, absolutamente, no disponían de material, de máquinas con qué ayudarnos. Si me hubieran ayudado los milicos, yo creo que habría sido descomunal el problema, para el coronel, que lo podían dar de baja por tonto, me llevan a mí por... o de otra organización de izquierda me habrían dicho que yo soy agente de la CIA, que cómo estoy metido con los milicos.

Para mí lo importante era sembrar, porque el espíritu estaba... Para mí lo más difícil era la atmósfera comunitaria, y esa se logró. Lo que faltó fueron medios, medios para ir a apoyar económicamente una experiencia comunitaria, y boicoteada desde el Estado.

Yo le fui a pedir ayuda a unos curas, que estaban con una escuela agrícola a la entrada de Lampa, y se negaron a ayudarme, eran curas italianos. Era una colonia de curas italianos que le enseñan agricultura a los jóvenes. Ellos tienen máquinas ahí, podrían haberme ayudado, pero no quisieron ayudarme. No se me ocurrió ir a un asentamiento vecino a ver si nos podrían haber ayudado.

Cuando yo le dije a Ronald que teníamos que sembrar, me dijo: "Y cuánto cuesta eso". "18 millones", le contesté. "Ah, pucha -expresó-, con esa plata me compro dos ametralladoras". Ronald tenía una obsesión de que lo que teníamos que hacer era prepararnos para un enfrentamiento. Todo el dinero invertirlo en armas y municiones.

Cuando se produce la muerte del comerciante Don Raúl, en donde estuve involucrado yo y otros amigos míos, yo lo lamenté terriblemente, porque ese fue el inicio del fin. A raíz de la muerte de Don Raúl, apareció la foto de Ronald en los periódicos, y Ronald entró en una... tengo la impresión, en una situación personal desequilibrante, de estar perseguido, y que se empieza a pensar ya no evaluando la realidad tal cual es. Yo veo que el asunto Pérez Zujovic es como el resultado de una situación que era generada por la crisis de estar perseguido. Esa es mi impresión, porque el resultado fue que la organización fue diezmada, perdimos cuatro compañeros, el fundo Chicauma se fue al demonio. Los campesinos que estaban en la directiva fueron expulsados del fundo, cosa que es gravísima a mi modo de ver, porque ellos no sabían nada del asunto VOP, no sabían que éramos de la VOP, y expulsarlos como cómplices de terroristas de izquierda fue una torpeza, una barbaridad. Y parcelaron el fundo, inmediatamente, lo convirtieron en propiedad privada, que es el destino final de los asentamientos. Los asentamientos eran un proceso que al final iban a terminar en el reparto del fundo, convertidos todos en pequeños propietarios. Ese era el proyecto de reforma agraria, que echó a andar Frei y que... la tendencia marxista es la granja del Estado, la enorme granja del Estado, que se repitió en Cuba, y que se repitió denuevo en Nicaragua; un fracaso completo, total, absoluto. En Nicaragua es de horror. Yo estuve trabajando dos años para el gobierno noruego en Nicaragua, y conozco al dedillo el descalabro de esa revolución.

Pueden estar informes sobre el plan que se iba a aplicar ahí en Chicauma. Era cultivo de cebada y trigo, con un método ultramoderno que estaba siendo probado por la FAO. La FAO tenía unos proyectos de agricultura allá en la India, y esos íbamos a aplicarlos aquí en Chicauma. Que tengo la impresión que tiene que ver con parar la erosión mediante curvas a nivel; arar ya no en forma recta como se suele arar, sino que arar considerando los desniveles del suelo, y tiene que estar además... Es tal el interés que despertó Chicauma, que incluso el ministerio de Obras Públicas había decidido hacer investigaciones de pozos subterráneos en Chicauma, para ver si encontraban unas napas subterráneas mejores de las que tenían, porque habían tres pozos, de los cuales uno solamente era bueno, y los pozos son carísimos. El ministerio de Obras Públicas dispone de un ítem destinado a la investigación. Ellos para apoyar el proyecto de Chicauma, iban a hacer unos pozos en distintos lugares para ver si encontrábamos una napa buenísima capaz de regar, quizás 200 hectáreas. Cuando yo venía preso hacia Santiago en un auto del GAP, pasó hacia Chicauma una de esas máquinas inmensas, que son las que perforan los pozos. Terrible para mí; todo ese proyecto se iba al diablo.

Cuando caí preso, estaba muy, muy enojado con los vopistas, muy molesto, porque sentí que estábamos traicionando a los campesinos, que habíamos defraudado la ilusión de gente pobrísima.

Yo, al menos, no participé nunca en un Congreso. Interesante dato: propuse dos o tres veces, cuando tuve conflictos con gente de la VOP, que hiciéramos un congreso para discutir el trabajo campesino. "Discutámoslo, conversemos, veamos en qué punto estamos, cuáles son los compromisos que hemos tomado con los campesinos. Revisemos lo que hemos hecho. A lo mejor les parece mal lo que estamos haciendo, pero díganlo". Desgraciadamente no tuve respuesta. No sé si por dejación, o porque ya tenían ese elemento que se metió -me dicen que Gonzalo Toro habría llamado a Ronald para conversar y decirle que lo que estaban haciendo era un absurdo.

sábado, diciembre 30, 1995

Alejandro Villarroel, "ideólogo" de la VOP

(Entrevista sin editar)

Yo creo que tiene que ver, el que no se haya profundizado en esa contradicción, entre las dos visiones teóricas, tiene que ver esa situación mía de crisis personal, la crisis que se nos venía encima. Yo estaba demasiado avocado a considerar que el grupo que apoyara este interesante proyecto, era gente magnífica; Buber habla de una élite. Toda sociedad en crisis produce una élite. Si aparece gente apoyando el proyecto de Chicauma en esa época, yo me sentía automáticamente calificando de elitista a ese grupo de personas, al margen de su origen socioeconómico o de su situación familiar, o qué se yo. Pero, evidentemente, estaba el conflicto latente ahí, y no fui capaz de resolverlo. Es posible que tenga que ver, ese ánimo de luchar, de combatir, el hecho de que la gente de la VOP era muy proletaria, salvo excepciones, cuatro o cinco personas de clase media acomodada incluso, pero el resto son gente muy, muy pobre. Entonces, la tendencia natural en gente muy pobre es, primero que nada, matar pacos, porque el pueblo se topa a cada rato con la policía como su enemigo número uno. Y, en la cárcel, funcionarios de gendarmería, en una oportunidad, me preguntaron si éramos de derecha o de izquierda. "Cómo me pregunta eso", le dije. "Claro, si ustedes mataban pacos chicos". Tiene razón. La VOP tiene cuatro o cinco funcionarios de carabineros de abajo. La VOP no mató jamás un oficial de carabineros. Es que esos pacos chicos son los que aparecen apaleando gente en las calles; no son los coroneles de carabineros los que aparecen golpeando y echando arriba de los camiones a la gente que está tomando una cervecita en la población. Esa irracionalidad del actuar corresponde a una realidad que es así no más; lamentable, pero es cierto. Es absolutamente cierto esa crítica que nos hicieron ahí en la cárcel que habíamos muerto pacos chicos, claro que es cierto.

En el inicio la VOP fue un grupo que ni siquiera tenía nombre, ni querían ponerle nombre. Esa era la idea de Ronald, constituir un grupo militar al servicio del partido tal, del partido tal o del partido tal, sin hacer discriminación. Un grupo, así, que está asesorando, en una toma, en una huelga, en un conflicto tal o cual o qué se yo, para los Primero de Mayo, como vigilantes, para darle seguridad a la gente que marcha por las calles. La idea de Ronald era, a toda la izquierda apoyarla con este grupo que iba a estar en todas las circunstancias donde hiciera falta. Esa es la idea original. No sé, a raíz de qué, surge la idea de ponerle VOP.

Esa es otra cosa curiosa. Como yo hace años que estoy tratando de convencer gente de que hay otra visión factible, cuando yo inicio todo este trabajo ser utopista, era poco menos que declararse imbécil, porque los otros eran los científicos. Un utopista era absolutamente un gallo tonto que reconoce que funciona al margen de la racionalidad, al margen de la historia. Es interesante el hecho como yo había colaborado con Clotario, con los trotskistas, con los no sé cuantos, yo tenía como costumbre no preguntarle nunca a la gente: "Oye, cuál es tu verdadero nombre". Esa es una razón de seguridad para mí. Además que es peligrosísimo que uno empiece a averiguar: "oye, dónde se reúnen ustedes, cuántos son ustedes". Cuando llega la gente de la VOP a mi casa, y me informan que tienen un grupo organizado, yo no les puse atención. Yo jamás miro la prensa roja, porque me parece una barbaridad hacer negocio con las cosas más tristes y más torbas; yo nunca he estado al tanto de en qué consistió el crimen de la modelo, ni el descuartizado de la noche tal, ni la violación de no sé cuál. Yo no tenía idea de las cosas que había hecho la VOP hasta que estuve dentro del cuartel de Investigaciones. Yo ahí me enteré, porque estaban colgadas en la muralla unas cartulinas. En el fundo de Chicauma, uno de los amigos, que lo considero un hombre excelente, que es Víctor, me confidenció que él estudió en Seminario, y que se marginó del Seminario, y que por estar planteando ideas revolucionarias, los papás estaban tan molestos que decidieron denunciarlo. Antes que lo denunciaran, los puso manos arriba, los metió en el baño, los encerró por fuera, y se mandó cambiar. Eso me lo confidenció Víctor, pero yo, hasta el día de hoy, no conozco cuáles son los apellidos de él, ni dónde viven. Yo me enteré en Investigaciones que Ronald se llamaba Ronald Rivera Calderón. Yo lo conocía como Manuel Campillay, y nunca puse en duda que fuera Manuel Campillay. Uno por norma no pregunta nunca cuál es tu nombre verdadero y qué cosa has hecho antes, y cuántos son ustedes.

Me parece que es más bien centralizado que democrático. Tengo la impresión. Gonzalo Toro tenía una visión trotskista neta. Los trotskistas en esa época se manejaban con la idea de que el proceso UP era dirigido por la burocracia, e iban rumbo al fracaso. Y que el pueblo cuando se diera cuenta que eso era un fracaso, el pueblo se iba a volcar masivamente al partido trotskista. Eso no ocurrió nunca en ninguna parte de la tierra. El fracaso del estalinismo se volcó al capitalismo monetarista a nivel mundial. El partido trotskista creo que subsiste en Londres y en Estados Unidos, y no han llegado a hacer jamás una revolución. Aquí en Chile entiendo que los más destacados trotskistas ya se murieron, quedan algunos otros que dicen que ya ni son marxistas siquiera. No se de ningún grupo de filiación trotskista en este momento en Chile. Gonzalo Toro se murió, lo mataron.

Lo que es valioso es lo que plantea Buber. El año 45 escribió el libro Caminos de Utopía, y plantea que estamos ya en una crisis que lo abarca todo, una crisis total, y el hecho de que la crisis se va a poner cada vez más honda. Buber no divisó la crisis ecológica, ni tampoco la sobrepoblación, los problemas que se han producido ahora último. Yo creo que los avances de la medicina están contribuyendo fenomenalmente a la explosión demográfica. Ahora hemos bajado los niveles de mortalidad infantil de manera extraordinaria, y estamos prolongando la vejez. El promedio de vida en Chile hace 50 años atrás, eran 50 años de edad, y ahora ya estamos en 60 o 70.

Para mí lo más interesante de todo, es que es factible que los seres humanos compartan en la forma más absoluta.

Yo tengo una prima judía. Sus hermanos se fueron para Israel.... Los nicas se demoraron diez años en aceptar el estalinismo. Los chilenos mucho antes los habríamos mandado al diablo. La idea era montar ese modelo de lo que debía ser, para que estuviera ya pronta, como dice Buber, para la hora plástica. Esa era la idea. Si los cabros de la VOP no estaban deacuerdo con eso, y si querían solamente el fundo por razones militares, no encaja nada, porque ahí fuimos a hablar con campesinos, con gente muy modesta -no eran politiqueros, en absoluto-, les prometimos cultivar la tierra y compartir, les prometimos vivir con ellos. Yo pienso que uno puede engañar a otro grupo político, eso ocurre, que un grupo hace entrismo en otro grupo, pero no es absolutamente posible engañar gente pobre, es una monstruosidad. Yo tenía una preocupación enorme porque teníamos que producir. Y toda esta hecatombe, de asaltos y de muertos, no encajan para nada con ese asunto de producir. Hubo, obviamente, una crisis de orientación teórica, que no supimos resolverla.

Y la otra contradicción que ocurrió es que yo iba con una idea en barbecho. El tío Enrique nos metió una preocupación porque estábamos destruyendo la naturaleza. Mire como está aquí, mire el arbolito como están dejando secarse, mire como quemaron acá. Machacándonos, cada quince días el venía a Santiago -hermano de mi madre- fue tan importante eso, que mi hermano se convirtió en director de la sociedad de amigos del árbol, a los 17 o 18 años, a una edad en que los muchachos andan absolutamente en otra onda.

-Eso ya hace 50 años casi.

Fíjate que curioso, fue tan importante el tío ese que nos estaba machacando, que estábamos destruyendo la naturaleza, qué se yo, sin que la palabra ecología me parece que ni existía en esa época. Y yo pensé que la forma de corregir los daños que estábamos haciendo, que me mencionaba el tío Enrique, era la revolución.

Mostraron cultivos con un tractor; falso, no logramos cultivar nunca. Nos entregaron las semillas, pero no nos dieron como arar, y costaba 18 millones de pesos arar 200 hectáreas.

Alex, no sé para qué lo mandaron para el campo. Llegó por ahí en febrero o marzo, yo no lo conocía, no pedí que fuera para allá, no sé a qué llegó. Tenía una facha muy desagradable. No me acuerdo haberlo visto trabajando. No iba a nada concreto. No fue jamás jefe del fundo y terminé echándolo.

Nunca se dio clases dentro del propio fundo. Lo que hice yo fue matricular a los niños, después de que les compramos ropa. A los campesinos de Chicauma les da estatus venirse a Santiago. Chicauma es visto como un campo muy pobre, entonces, el gallo que se viene a Santiago adquiere un estatus muy especial. Y como andaba metido entre revolucionarios, más estatus todavía, en relación a los campesinos que estaban metidos allá entre los cerros. Ese fue el inicio del asunto.

Hay una entrevista en la revista Apsi, o no sé como se llama, en que me dedicaron cuatro páginas y no se menciona para nada el fenómeno comunitario, cuando eso era lo más interesante que había ahí.

Es fundamental llegar al campo con un hombre nacido ahí; si llegan puros extraños no te reciben. Pero si llegas con uno que nació allí, y que es primo del dueño de casa, todos los demás son bienvenidos. Es así el campesino chileno. El campesino chileno es terriblemente receloso. Pero si tú llegas con una persona que es pariente de ellos, que los conocen, te abren las puertas y te tienden sus brazos. Eso nos permitió establecer un nexo excelente de confianza con la gente del campo.

Los campesinos quedaron con una foto hermosa; el único que no está ahí soy yo, porque...

La foto esa es interesantísima, porque hay un montón de gente que son todos campesinos chilenos típicos; esa era la comunidad.

Chicauma puede abastecerse de luz gratis con estos aeromotores, papalotes, molinos de viento.

Ese asunto que yo te contaba que una escuela universitaria decidió hacer su práctica dentro del fundo prefiero no mencionarlo

Me parece interesante que nos consiguiéramos los documentos que deben estar archivados ahí sobre Chicauma. Tiene que estar el documento de la toma del fundo, la declaración de la toma, tiene que estar el decreto en que se aprueba la inclusión de Chicauma dentro del proceso de reforma agraria, los contratos de la gente, y deben estar datos sobre los dineros que pagó el Estado como sueldo, porque daban diez mil pesos por mes a cada campesino, o a la semana, no estoy seguro.

A los grupos revolucionarios les interesa tener presencia en los sindicatos, en las minas, en el campo, en las industrias, en las poblaciones. Es casi algo como una competencia. A un grupo le da estatus tener un fundo, hacer trabajo en un fundo.

En síntesis, yo estaba en una situación personal tan de crisis -crisis personal mía- y era tan gorda la crisis que se veía venir, que yo creo que pocas veces he hablado con más fuerza, con más obligación de convencer; los convencí. Les conté toda la historia de los kibutz, de cómo es factible vivir en forma comunitaria.

El padre de él había sido expulsado del PC junto con los reinosistas, con otro grupo de gente que entró en conflicto con la dirección. Comunistas de toda la vida.

La objeción que nació era de tipo político, porque se enteraron que estábamos metidos vopistas, y teníamos como proyecto echar a andar un kibutz. Eso, absolutamente, no lo aceptaron. Y se las arreglaron, para que jamás fuera mencionado, que eso era en realidad una experiencia comunitaria. Trabajábamos en comunidad; el dinero se juntaba en una caja de zapatos, y estaba metida debajo de una cama, y nadie robó... fantástico, en Chile eso es increible. De ahí salió dinero para comprar ropa a los niños chicos; después los matriculamos, les compramos libros.

Parece ser que, incluso, antes de la muerte de Pérez Zujovic, a Ronald le habían ofrecido la posibilidad de que todos los vopistas se fueran para el extranjero, nos daban dólares y visas, pero Ronald no aceptó -no estoy seguro si eso ocurrió antes o despué de la muerte de Pérez Zujovic- se negó a que nos fuéramos.

Y la profesora de los niños, en Lampa, es una persona que podemos ir a visitar, porque es pariente de este ciudadano (Moreira), por casualidad. Es pura casualidad, además, que el juez de Lampa es mi amigo personal. Villarroel de Lampa es "mi hermano", me decía, y los dos teníamos un auto Ford 29, de esos cacharros antiguos. El era el juez de Lampa y yo era el tomador del fundo Chicauma.

jueves, noviembre 30, 1995

Chilenos que olvidan que son mortales

El síndrome del poder súbito

Por Cristian Sotomayor

Julio César, cuando el pueblo romano lo ovacionaba, le construía arcos de triunfo en mármol, lo recibía con vítores y gran jolgorio, disponía –cuenta la historia- que a su lado fuese un esclavo que debía repetirle constantemente: “acuérdate que eres un hombre mortal”. En estos tiempos que la modernidad invade Chile, hay muchos nuevos poderosos a quienes les vendría muy bien que, aunque fuera de vez en cuando, alguien les dijera al oído: “no te creas la muerte, porque, a pesar que se te olvide, inevitablemente te vas a morir algún día”. Y esto no corre solamente para los que conforman el “club político”, sino que para el ejecutivo, el deportista, el cantante, el actor o el conductor de un programa de televisión; ese que, hasta el día de ayer, iba a un supermercado como cualquier otro, pero que, de ahí en más, ya no saluda a nadie, dispone de poco tiempo, y “si te he visto, no me acuerdo”. Pero eso no es todo, el “síndrome del poder súbito” se caracteriza, además, porque quienes ocupan cargos de autoridad, comienzan a caer en favoritismos, negociados, pititos y otras formas de uso dañino de su posición.

“El poder cambia inevitablemente a la persona, porque el observador se modifica”, indicó Esteban Valenzuela, alcalde de Rancagua. “Me he puesto más pontificador, más flojo en la casa (ahora tengo chofer y secretarias que sirven café, cuestión que nunca había tenido). Alejandra, mi señora esposa y “primera dama comunal”, con su ceño de sicóloga, vive diciendo que estoy más mandón en lo cotidiano”. Y, como para redondear, el edil remató: “Lo que pasa es que los poderosos de Chile nos enfermamos de poder, porque los chilenos sacralizamos el poder”.
Si de enfermedades se trata, el año 93 se publicó el libro El virus de altura, obra póstuma de la diputada del Partido Humanista, Laura Rodríguez, quien definió así el fenómeno de “separatividad” de la gente que le ocurre a quienes llegan a cargos de poder. Pía Figueroa, ex ministra de Bienes Nacionales, contó que, cuando el viudo de Laura supo que se estaba haciendo un reportaje acerca del virus en cuestión, acotó: “Hoy día, en Chile, ya no se trata de una simple enfermedad, sino que hay una epidemia generalizada”.
¿Pero, cuáles son los síntomas de esta afección? Para la ex ministra, no es el poder en sí el que transforma a las personas, sino que “es la ilusión de que tú eres un ser especial, distinto, y el olvido de las condiciones que te llevaron al cargo que ocupas; se trate de un puesto político, deportivo, o que seas un artista famoso, etc. Es el típico caso del médico que no quiere que sus padres lo vengan a ver al hospital, porque ellos son de origen rural y pueden llegar con la canastita, con el pan amasado y la pata de pollo. Y este médico, que se considera tan importante, se avergüenza de su origen. Eso ya es el “virus de altura”: un olvido de la condición que originó tu proceso”.

“Comuníquese con mi Jefe de Gabinete”

El síndrome se manifiesta más notoriamente en la “clase política”. Hay un conjunto de códigos, señas, actitudes y comportamientos que han pasado a ser propios de este particular “club”: ahora, hasta el funcionario más rasca tiene su jefe de gabinete; hay una seguidilla de secretarias que te bloquean y te impiden tener “audiencia”; autos de lujo y choferes tiempo completo. Pía Figueroa lo describió muy bien: “Lo que pasa cuando estás ocupando un cargo es que el sistema, para facilitar tu desempeño, implementa toda una organización para ti. Lo más impactante fue, por ejemplo, salir al exterior. Cuando tú vas a otro país, te demoras bastante rato en llegar al aeropuerto. Después, tienes que esperar chequeando tu pasaporte, tus maletas, que la policía internacional, etc. Bueno, todo eso, si tienes un cargo, te lo saltas. Te maneja un chofer y tú vas leyendo cualquier cosa. Puedes estar en cualquier parte del mundo y entras directo a un salón vip, donde no ves a nadie, no te comunicas con nadie y, directamente, pasas al avión. No ves a la gente. Bueno, resulta que me empezó a dar una desesperación de inhumanidad. Necesitaba compartir con alguien el viaje y comencé a viajar en clase turista; necesitaba estar con gente. Ese cambio fue un “antídoto” para contrarrestar esa ‘separatividad’ de la gente que te produce el poder”.
Para qué hablar de los parlamentarios. Suele ocurrir que dan la espalda a la gente que los eligió. Hoy cuando llegan los electores a verlos al Congreso, les dan la espalda porque al otro lado está la prensa. Entonces, es mucho más importante estar en los medios de difusión que escuchar, por ejemplo, el problema que tiene una pobladora en ese distrito. “Me parece que estamos viviendo en una época en que la exterioridad es lo que prima. El afecto, el sentimiento, la motivación por el cambio, el jugarse por un proyecto, no es hoy día un valor. Hoy día es un valor lo más externo: cómo te ves, cómo te ven los demás, cuánto tienes; esta cultura de la ostentación espantosa. Entonces, basta que exhibas algunos de estos objetos ostentosos como para que inmediatamente generes en el oto una situación de distancia, y te colocas por encima del otro. Porque acá, en Chile, hoy en día, a mí me parece que hay una fuertísima distancia social. A diferencia de otras épocas, en que me parece que había una vocación, más bien, de servicio público, hoy en día se busca el beneficio personal. Se hacen muchos negocios; la gente se ubica en esos cargos por beneficio propio o de su familia más directa. Y hay todo un tráfico de influencias que no podemos negar: el “apitutamiento”. “El poder –insiste Pía Figueroa- hace olvidar a la muerte, hace olvidar la fragilidad, lo efímero que es la vida y, lo importante, es vivirla buscando una consecuencia, buscando ser fiel a ciertos valores, buscando no traicionarse a uno mismo. Te aseguro que si tuviéramos un poco más de sensibilidad respecto al hecho de que nuestra vida es tan corta, trataríamos de vivirla mejor, de darle un poco más de sentido”.

De antídotos y terapias

Fueron los humanistas, justamente, quienes buscaron un “antídoto” institucional. En mayo del año 90, pusieron en el Congreso un proyecto de ley de responsabilidad política. Pretendía que si alguien iba a ser candidato tuviera que anexar a su inscripción en el servicio electoral, una síntesis de su programa firmado ante notario. De este modo, la gente podría saber por qué propuesta vota y, una vez al año, evaluar el desempeño de su elegido, a quien, en caso de haber dado la espalda a sus compromisos, se le puediera remover de su puesto en el Congreso. Sin embargo, ningún parlamentario, a excepción de la diputada Laura Rodríguez, se mostró dispuesto tan solo a considerar ese proyecto para ponerlo en la tabla de discusión.
Por lo tanto, lo único que en este momento tenemos son “antídotos” personales. A continuación enumeraremos algunos, que fueron confidenciados por algunos poderosos “atrevidos”:
-“Reforzando los vasos comunicantes con los líderes de las organizaciones sociales” (Ricardo Brodsky, del Ministerio Secretaría General de Gobierno).
-“El poder agarra y uno piensa que ya no se puede vivir sin el poder. Lo peor es el punto en que la persona se ve a sí misma como autoridad. Como le escuché una vez a Jodorovsky en el Campus Oriente de la UC: ‘Hay que morir y volver a nacer muchas veces’. Por lo tanto, es el descueve poder decir: ‘Dejo el poder’. La gente no cree esto; todos dicen que después de alcalde hay que ser diputado, senador y terminar de ministro. Lo clave es ‘ser’ una tormenta de pasiones y sueños, que tienen en el poder un paso, un instrumento de realización temporal” (Esteban Valenzuela, alcalde de Rancagua).
-“Sentir que lo que uno hace no lo hace solo; lo hace siempre con otros; siempre hay un equipo. O sea, lo que me permitió el logro de determinada acción, si ésta es de gran envergadura, siempre lo vas a tener que hacer con otros. Y como lo lograste con otros, tú no tiendes a percibir que a ti te pertenece toda la gloria. Y, quizás, por el lugar en que estás situado, en ese punto te tocó a ti hablar, te tocó a ti recibir el mayor aprecio, respaldo. Pero yo he percibido que la mayoría de las acciones que he emprendido, en las que he puesto mis energías, mis sentimientos, mi trabajo, lo he hecho con otros”. (Oscar Santelices, gobernador de la provincia Cordillera).
-“No es que yo quiera hacer cosas que me separen o que no me separen de la gente; yo quiero hacer cosas que no me separen de la vida. Para un político, por ejemplo, el 18 es la oportunidad de ir a taquillar y ver a toda la gente que tú no has visto en tu trabajo político; ir a las fondas para que te vean que estás ahí. Entonces, si yo hubiese respondido un poco a la lógica política, me voy a las fondas en Cerro Navia y Lo Prado. No, yo agarré mi maleta y me fui al salar de Surire, al interior de Arica, y me encerré y me alejé de toda la gente, y me conecté un poco conmigo, con el desierto, con los azules, con los violetas, con parte de algo que tú pierdes en la política, que es el derecho a la privacidad, que es el derecho a la solicitud, la posibilidad de estar desconectado. Ese tipo de terapia lo hago frecuentemente. Y he tratado de hacer mi vida de política hasta los sábados en la mañana, e irme fuera de Santiago. Tengo una parcelita, en la cuesta La Dormida, en unas quebradas por ahí, con caminos de tierra; y es mi manera de entrar en la terapia de la humanidad. La política es deshumanizada, es la lucha por el poder; te pueden acuchillar mañana. Es estar hoy aquí y mañana no estar en ninguna parte; y no hay un momento de dimensión humana, afectiva, reflexiva. Tres o cuatro veces a la semana trabajo como médico; me interesa no alienarme de mi profesión, y hacer política desde lo que yo soy. Me dedico a la fotografía; soy un coleccionista de cosas antiguas; me paso en demoliciones, viendo puertas y ventanas. No sé, ¿te das cuenta…?” (Guido Girardi, diputado del PPD).
-“Para mí, estando en el gobierno de Aylwin, un antídoto importantísimo fue engendrar otra vida, tener una guagua. Este cuerpo estaba habitado por dos bichos, no era sólo yo, sino que había otro germen que empezaba a desarrollarse. Me pasó que comencé a conectarme con la situación, no solamente de cualquier mujer, sino de cualquier hembra, que tiene su cría. La naturaleza del cuerpo me conectó con la vida, y me di cuenta de que ser un ser humano es ‘requete’ complicado. Y que es una cuestión intencional, construida, buscada; en que tú constituyes día a día si quieres serlo. O puedes ser un animal también, en el sentido más brutal de la palabra. El hecho de estar gestando otra vida me produjo una situación de optar por comportarme, desde el poder, como un ser humano capaz de comprender a otros, de recibir a otros, de abrir las audiencias públicas, de ir a terreno, de ir a entregarles un título de dominio a cada uno de los favorecidos. Fue significativo, porque sentí que volvía a mirar a las otras personas como seres humanos, y no ya como escalones para catapultarte a ti mismo más arriba, porque siento que hay una mirada muy cosificadota de los demás cuando estás en el poder”. (Pía Figueroa, ex ministra de Bienes Nacionales).
Sin embargo, no basta con los antídotos o terapias personales. La estructuración del poder en nuestro país es un verdadero “caldo de cultivo” para síndromes o virus que afectan a quienes poseen cargos de autoridad. La concentración y la centralización del poder llegan a niveles extremos, y la tendencia parece no revertirse. Aunque hay signos de cambio, que hacen todavía no “tirar la toalla” o “irse para la casa”: tímidas reformas para dar mayores atribuciones a los gobiernos comunales y regionales y, lo que es más importante, gérmenes de autoorganización de la sociedad civil. Estos últimos son los que, a la larga, podrán reconstituir el tejido social de Chile, que es la más efectiva vacuna o suero para combatir las enfermedades del poder.

(Publicado en la revista el canelo Nº 69, noviembre 1995. Sección “por el chorro”, páginas 34 y 35).

Ricardo Brodsky, director de la División de Organizaciones Sociales:

“Todavía los chilenos son tratados como menores de edad”

Impulsor del movimiento de renovación socialista desde fines de los años setenta, Ricardo Brodsky fue dirigente de la primera Fech post golpe y, en las últimas elecciones, candidato a diputado por el PPD. En su actual cargo, como director de la División de Organizaciones Sociales del Ministerio Secretaría General de Gobierno, asume las paradojas de vivir entre dos racionalidades distintas y que muchas veces se contraponen: Estado y Sociedad Civil.

Por Cristian Sotomayor Demuth

La División de Organizaciones Sociales (DOS) fue el organismo desde el cual el régimen militar manipulaba a las organizaciones sociales. Les daba dinero; las convertía en su clientela. Acarreaba a la gente para los actos masivos; era el núcleo coordinador de las movilizaciones oficialistas; un órgano militarizado y fascista. Con el advenimiento del gobierno de Aylwin, este aparato se convirtió en algo distinto, aunque mantuvo lastres del pasado. Por el cambio en las concepciones políticas, se pasó de una relación de manipulación del mundo social, a un vínculo de respeto. Se comenzó a valorar la autonomía de las organizaciones. No obstante, se siguió manteniendo una suerte de red de activistas para apoyar las movilizaciones del gobierno, aunque sin mucho éxito. Al asumir Ricardo Brodsky la dirección de la DOS –en el gobierno de Eduardo Frei-, se dio un nuevo paso.

-Tu tendencia fue siempre apoyar el fortalecimiento de la autonomía de los movimientos sociales. ¿Cómo se refleja eso en la orientación que ha tomado la DOS en el actual período?

-Con el nuevo gobierno, hicimos varias definiciones de principios. Primero, negarnos absolutamente a cualquier actividad que significara acarreos de gente: poner micros para manifestaciones de apoyo a cosas que hicieran los ministros o el presidente. Segundo, establecer esta División como una instancia de comunicación directa, entre el gobierno y la sociedad civil organizada. Todo nuestro proyecto son programas donde el acento está puesto en la relación de comunicación y participación de la gente. No en un sentido propagandista; de llevar mensajes unilaterales, del gobierno a la gente, sino que de comunicación como creación de espacios de encuentro y de interrelación entre el gobierno y la gente. La idea es que se produzca una retroalimentación, donde el gobierno escuche y donde la gente también escuche al gobierno, y se informe.

Estamos buscando, a través de nuestros programas, generar instancias de participación social y de organización de la gente. Pero, sin ser nosotros los que los organicemos ni los que les demos plata para hacerlo o para que hagan actividades. Queremos que sea, realmente, una cosa auténtica, es decir, generando los espacios para que la gente los ocupe y que, a partir de allí, desarrollen su propio cuento. Sin embargo, eso no es fácil, porque la relación que la gente espera con el gobierno es, en cierta forma, media paternalista y de “cliente”. Hay organizaciones sociales a las cuales yo les tengo que “exigir”, por decirlo de alguna manera, que vayan adquiriendo grados cada vez mayores de autonomía.

Delegar poder a la comunidad

-¿Será esto expresión de la cultura organizacional del chileno?

-Yo creo. Tiene que ver con cómo se ha constituido todo este mundo social, sobre todo el mundo vecinal. Han sido muy dependientes de los gobiernos, de los municipios, y siempre con una relación reivindicativa respecto del Estado. Y no una relación de autonomía, de desarrollar sus propias iniciativas, al margen de cuáles sean las políticas del gobierno.

Lo que pasa es que yo creo que el Estado chileno, por el tipo de régimen colonial –desde ahí se parte- se siente como con la tarea de construir la sociedad. Si tú piensas en la estructura del Estado chileno, es de ocupación del territorio: las intendencias, las gobernaciones; todas las autoridades delegadas del presidente. Es una estructura autoritaria y paternalista en relación a la sociedad. Ahora hay un esfuerzo por revertir eso, y constituir gobiernos regionales; darle capacidad de decisión sobre el presupuesto. Pero, todavía no se ha entrado en eso, en que ellos puedan generar sus propios ingresos; que tengan la posibilidad de tributar distinto una región de otra.

-¿Crees que es posible, desde un organismo estatal, promover efectivamente el desarrollo autónomo de las organizaciones y movimientos de la sociedad civil?

-La participación social, la autonomía de los movimientos sociales, el fortalecimiento de la sociedad, es delegar poder a la comunidad. Es un Estado que entiende que su tarea es delegarle el poder a la gente, más que concentrarlo.

Yo creo que, dentro de la Concertación, si bien hay una definición teórica favorable a la descentralización, a la desburocratización, a la modernización del Estado, lo cierto, también, es que hay un cultura política, administrativa, y tecnocrática –porque también hay un idea tecnocrática de la modernización, que no tiene nada que ver con la gente-, que se opone, en cierta forma, a ir generando esta delegación de poder. Le tiene miedo a que las cosas se caoticen, a que la gente no tenga la madurez suficiente como para tomar sus propias decisiones. Todavía los chilenos son tratados como menores de edad, en muchas cosas. Desde el ámbito de que existe censura; una cantidad enorme de decisiones que la gente debería tomar por sí misma, y el gobierno cree que las tiene que tomar él. O los parlamentarios, que creen que tienen que estar dictando leyes sobre cada cosa; cada día dictan más normas represivas. Esa es parte de la mentalidad conservadora que se ha impuesto.

Ahora bien, obviamente, la modernización del Estado va a implicar una reducción del tamaño del Estado, y una reorganización del Estado. Uno podría, por ejemplo, tener en este país muchos menos ministerios de los que hay; podría suprimir una cantidad importante de servicios y de divisiones, o iniciar un proceso que lleve a eso. Por un lado, transfiriéndole responsabilidades a la sociedad, a ONGs, a empresas, en fin… No te digo deshaciéndose de los problemas. Esa es la manera en que la derecha hace la modernización del Estado; dice: ya no me encargo más de los jubilados, y los deja en la calle. No es esa la fórmula, se trata de externalizar muchas de las acciones que realiza el Estado, entregándoselas a organismos privados, como corporaciones o instituciones de ese tipo. Esto implica ir reduciendo el tamaño del Estado; quizás no reduciendo el gasto público, pero sí el tamaño del Estado. A mí no me hace ningún problema si el día de mañana no existiera más la División de Organizaciones Sociales.

Autogobierno y organizaciones emergentes

-El movimiento alternativo plantea la configuración de un sector de economía solidaria, que no sea estatal ni capitalista, sino social. ¿Tú le ves alguna viabilidad a esa idea, en Chile hoy?

Yo creo que debería ser una estrategia de desarrollo, de superación de la pobreza, fomentar esa línea. El actual modelo, en términos globales, es concentrador de los recursos, de las decisiones; es tecnocrático, en el sentido de que requiere siempre cada vez más especificación y sofisticamiento para poder tomar esas decisiones o para participar en ciertos círculos de decisiones. Si se quiere una sociedad más democrática, con una distribución del ingreso más equitativa, está obligado a desarrollar otro tipo de círculos de desarrollo económico y cultural.

Lo que es claro es que aquí falta un impulso fuerte a todo esto que se denomina el “tercer sector”. La ausencia de una política hacia la microempresa, es un ejemplo de ello.

Yo creo que se puede hacer desde el Estado una política de fomento hacia la microempresa. Con una legislación adecuada, que tiene que hacerla entre el parlamento y el gobierno, con un sistema de acceso a crédito, que fomente también el mercado a esos niveles, con capacitación. Y eso debería ser una parte bastante central de un plan de superación de la pobreza.

-¿Crees tú que hay señales de recomposición del tejido social en Chile?

-Yo pienso que hay organizaciones que están, no sé si en una caída definitiva o no, pero que claramente presentan síntomas de agotamiento. Por ejemplo, las juntas de vecinos urbanas, en general tienen dificultades para reunirse, para elegir nuevas directivas; son poco atractivas para los jóvenes, y tienen muchos problemas. No así a nivel rural, donde juegan un papel casi de gobierno local. O sea, en un pueblito rural, en que caben 60 casas, la junta de vecinos administra los espacios públicos, entrega sitios -si es que los hay-, y dictamina una serie de normas que la gente las toma como propias. Hay una cierta instancia de autogobierno bien interesante que ejerce la junta de vecinos, y, a veces, cuando no existe esta organización, es el club deportivo.

Yo creo que hay otro tipo de organizaciones emergentes, que le están dando cierta potencialidad al tema. Por ejemplo, en el ámbito del medio ambiente. Ahí hay un tema que está adquiriendo mucha fuerza, sobre todo en la gente joven, que, de alguna manera, está reemplazando a los viejos temas medio ideológicos. Una cosa interesante es que estos movimientos no están llegando al Estado para que les solucione los problemas; están constituidos con otra lógica. Yo, eso lo considero un fenómeno nuevo, interesante, que tiene una gran potencialidad. Y, además, tienen relaciones horizontales entre sí, entre diversas organizaciones, y con sus pares en otros países del mundo. Forman parte de redes internacionales, que hace esto muy interesante. Yo he conocido experiencias de movimientos o grupos de ecologistas de una comuna, como San Joaquín, que no tienen ninguna relación con instancias superiores a nivel nacional, pero sí tienen relaciones con organismos en Inglaterra, Francia, Estados Unidos, etc. Esto era impensable hace algunos años: que un organismo “de base” tuviera relación con otras organizaciones “de base” o no tan “de base” de otros países, sin tener que pasar por una serie de “visados”. Lo de los ancianos también está adquiriendo mucha fuerza (ver recuadro). Nuestra experiencia con las Escuelas de Rock ha sido impresionante. Nosotros pensábamos que en una comuna íbamos a abrir una escuela con 50 cupos; que íbamos a tener dificultades para llenarlos. Y ha sido al revés: hemos tenido que hacer procesos de selección, dejando a 100 ó 200 cabros fuera. Su identidad está dada por una cuestión musical, y están tejiendo unas redes increíbles. Son fenómenos que están sumamente escondidos, que no se expresan, pero que están allí. Y no hay razón para que no se expresen, en la medida en que la gente se vaya atreviendo más, que la democracia se sienta ya como una cosa que está más consolidada; que el clima cultural cambie un poco también. Porque tenemos un clima cultural represivo, como descalificador, segregador de la gente. Pero eso tendrá que cambiar.

Recuadro:

“Segmentando” los interlocutores

Ahora, hemos ido “segmentando” nuestro interlocutor. Estamos trabajando bastante con jóvenes, que andan en el ámbito de la música rock. Ésta es una juventud de alto riesgo, desde el punto de vista de las drogas, de la marginalidad, con cero acercamiento a los organismos del Estado.

Estamos haciendo un trabajo con adultos mayores, que es otra red social, que está pasando a ser un tema emergente en Chile, y con una potencia insospechada, con respecto a lo que significaban organizativamente y como actor social. Ahora, estamos iniciando un programa con distintos ministerios, destinado a apoyar la implementación de ciertas políticas públicas, por ejemplo, en el campo de la droga. Estamos trabajando ahí con el Conace -Consejo Nacional de Control de Estupefacientes-, y con la Universidad de Chile, en tres comunas; es un proyecto de prevención comunitaria del consumo de drogas.

Estamos trabajando con el Ministerio de Salud, en un proyecto que apunta a reconocer el rol que juegan las organizaciones sociales en salud. Por decirte: los clubes de ancianos, de diabéticos, de Leones, de alcohólicos… Y apoyando la constitución de Consejos Locales de Administración Hospitalaria, que son instancias que reúnen a la administración del hospital, a los médicos, con las organizaciones sociales de salud y las organizaciones comunitarias del sector que el hospital está destinado a atender. De manera que las decisiones del hospital consideren la opinión de la comunidad. Estamos trabajando en proyectos del medioambiente también. Ahí hay un tema muy interesante, que es cómo la comunidad participa en el evaluación del impacto ambiental de los proyectos, si bien es una cosa débil, se hacen esfuerzos para que sea cada vez más relevante, y que las oportunidades de participación sean reales.

(Publicado en La Hoja de la Economía Popular y de Solidaridad, Año 13, Nº 103, noviembre 1995, páginas 1, 6 y 7)

sábado, septiembre 30, 1995

Salud mental

“Lo mismo, pero multiplicado por tres”

Por Cristian Sotomayor

El entorno familiar, barrial y de trabajo, nos afecta a todos. Ya lo dijo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Sin embargo, en los sectores populares, la circunstancia de escasez y vulnerabilidad atormenta al yo, y los desequilibrios mentales adquieren mayor agudeza.

“En esa casa la miseria era aplastante. Todos quedaron impactados por el tremendo hedor que allí se respiraba. Amarrado a una de las camas ‘vivía’ el ‘niño-perro’ de San Ramón. La prensa lo bautizó así. Seguramente cualquier familia pudo mirar en la pantalla las crónicas de los informativos. Entre toda esa indigencia, el televisor a colores, parecía ser el único vínculo con nuestra tan anhelada ‘modernidad’. Este es un ejemplo de lo que se vive en los barrios pobres”, indica Carlos Salinas, terapeuta ocupacional del Centro Comunitario de Salud Mental y Familiar (Cosam) de la comuna de San Ramón.
“Si bien los pobres sufren los mismos trastornos emocionales que las personas de otras condiciones socioeconómicas, el padecimiento es más agudo: multiplicado por tres”, agrega Miriam Fuentes, sicóloga y directora de Cosam. “La pobreza conlleva hacinamiento, poco acceso a servicios, carencias e insatisfacción de necesidades básicas. Pero los mensajes que reciben en los medios de comunicación, les muestran un mundo con enormes riquezas, extraordinarios avances científicos y tecnológicos, sobreproducción de artefactos. Y, esto, ligado a una ideología que asocia la valoración personal con el éxito económico, el progreso material, la capacidad de compra o la posesión de cosas, no puede sino generar sus rollos”, indica la profesional.

El “asolismo”: sálvese quien pueda

En los sectores populares existe una pobreza heredada, lo cual provoca una cierta desesperanza aprendida. No tienen las herramientas necesarias para solucionar muchos de sus problemas; las redes sociales son débiles y el sentimiento de abandono es grande. Esta frustración se ha visto agudizada con el actual modelo económico: “Antes –afirma una trabajadora social que se desempeña en La Pintana- los pobladores tenían la ilusión de que organizándose podían conquistar derechos y construir una sociedad más justa. La gente se preocupaba porque percibía que era posible conseguir cosas, ya sea presionando al gobierno o movilizando sus propios recursos”.
Ahora, en cambio, tenemos una población desencantada, apática y sin motivación. El mensaje dominante ridiculiza la cultura popular, los valores y celebraciones de la gente sencilla. Se exaltan las imágenes de la sociedad de consumo, con sus malls, y se pierde el sentido de la gratuidad. Todo tiene precio. El poder, los recursos, la información y el conocimiento están concentrados en los estratos más ricos. El pobre siente una gran impotencia: no hay a quién demandar ni suficientes recursos para ayudarse mutuamente. Se le muestra que la única forma de superación en individual, a solas. Tiene que ‘sacarse la cresta’ trabajando; capacitarse en algo para vender su fuerza de trabajo al otro extremo de la ciudad. Y, para colmo, las condiciones laborales son deficientes y la seguridad de sus empleos se ve constantemente amenazada”.

Los Cosam

Estas circunstancias producen una multiplicación de los trastornos emocionales y enfermedades sicosomáticas. A las depresiones, angustias, neurosis y estrés, se suma la violencia intrafamiliar, la drogadicción y el alcoholismo, el embarazo adolescente y los trastornos de aprendizaje escolar.
Para superar en parte esta realidad, médicos, sicólogos y asistentes sociales han venido proponiendo sistemas terapéuticos que relacionen el tema de la pobreza con la salud mental. Desde 1990, en una acción concertada entre el servicio de salud pública y las municipalidades, se crearon los Centros Comunitarios de Salud Mental y Familiar. Sus objetivos son prevenir conductas que atenten contra la salud mental, efectuar atención secundaria mediante terapias y procurar la rehabilitación de los enfermos. Estos Cosam debían integrarse en las redes sociales de la comuna y difundir el tema de la salud mental, para que fuera incorporado por la gente y sus organizaciones.
Luis Weinstein, siquiatra, plantea la necesidad de incorporar el concepto de autogestión, es decir, que el objeto de estudio se transforme en sujeto y viceversa.

Las mujeres se atreven más

El Cosam de San Ramón conformó una red de salud mental local. Desde hace tres años realizan una feria de salud mental; la última fue sobre la violencia intrafamiliar. “Ahora las mujeres están más informadas, se atreven a pedir cosas, se mueven y quieren participar. Hay menos vergüenza y están más despiertas. Si el marido las maltrata, se atreven a echarlo o a exigirle que se haga un tratamiento”, contó Miriam Fuentes.
En la comuna de La Pintana, en cambio, el Cosam se disolvió, pero en su reemplazo fue creado un Programa de Salud Mental, dependiente de la dirección de salud de la municipalidad. La transformación se debió a que el Cosam estaba demasiado encerrado en sí mismo. No es la gente la que debe acercarse al centro, sino los equipos desplazarse hacia la población, como una manera de que los pobladores sean más partícipes. Para Carlos Salinas estas iniciativas de salud mental son demasiado débiles, pues no tienen una legislación que las proteja: “Están muy a merced de los vaivenes políticos y de los caprichos de las autoridades de turno. Aunque el financiamiento es compartido entre el municipio y el servicio de salud, son fondos sin ninguna seguridad, pues disputan con otros temas importantes, como la infraestructura comunal. Y como la salud mental no es fácil de cuantificar, queda fuera de las asignaciones ‘per cápita’”.

(Publicado en el canelo Nº 67, septiembre 1995. Sección Ágora, páginas 24 y 25)

jueves, agosto 31, 1995

Antonio Elizalde, vicerrector de la Universidad Bolivariana:

“Hay una suerte de sublimación de muchos estatistas frustrados”

Al no poder intervenir en el plano económico, el burócrata se desquita por el lado social y cultural, afirmó el sociólogo.

Por Cristian Sotomayor

-Se dice que las ONGs están en crisis por la disminución de los recursos provenientes del extranjero-

-No deja de ser paradójico que, en democracia, las ONGs –que son una de las tantas formas de expresión de la sociedad civil- experimenten un proceso de debilitamiento. Eso ocurre en Chile, España, Uruguay, Argentina, Brasil, y en todos los países donde han existido períodos antidemocráticos. En el momento de negación democrática, el Estado comienza a ser funcional a los ricos, a los que tienen una capacidad de acumulación mayor que el resto de los ciudadanos. En ese contexto de orfandad que se genera, ocurre que otros sectores sociales –desde las iglesias hasta el mundo de las ONGs- comienzan a dar cuenta de las necesidades de los sectores más pobres de la población. Recuperada la democracia, se produce un proceso natural, y el Estado se define en función de las decisiones mayoritarias, y si las mayorías son desfavorecidas, el Estado pone sus políticas al servicio de ellas. Lo que pasa es que esto es acentuado por otros hechos.

Lo que debiera ser preocupación de cualquier demócrata, en cualquier país del mundo, es entender que la democracia se fortalece no en la medida que se tiene un Estado fuerte, sino cuando existe una sociedad civil fuerte. Una sociedad es más plenamente democrática, en la medida que la raíz que tiene la convivencia colectiva está anclada en muchos actores, con mucho mayor protagonismo, existencia, vida y actividad. Una sociedad homogénea y disciplinada desde el aparato del Estado, es una sociedad tremendamente débil desde el punto de vista democrático. El problema que hemos tenido en nuestra sociedad, -en la chilena y en los procesos de democratización de las naciones occidentales-, es que, siendo la gente que gobierna y controla el aparato del Estado, progresista, desde el punto de vista político, son personas que no tienen una clara conciencia de que su papel, como Estado, es favorecer y fomentar el desarrollo de la sociedad civil.

Por una parte, hay “manga ancha” hacia la actuación de los privados en el plano de la economía, y hay una gran capacidad para aceptar desregulaciones en el plano económico, para permitir privatizaciones, para que se abran posibilidades de generación de flujos de capital y financiero, y a través de la inversión extranjera, etc.

En cambio, no existe la misma “manga ancha” hacia la actuación de sujetos que operan, ya no en el plano económico, sino en el plano de la vida social y cultural. Nos encontramos con una contradicción: hay un suerte de estatismo referido a la acción de los privados en el plano de lo social, de lo cultural, de otras dimensiones que no sean la económica. Hay un intento de disciplinar, desde los organismos públicos a las ONGs para que se pongan como “en capilla”. Entonces, todas las ONGs actúan de una manera conforme a patrones, a criterios técnicos establecidos por especialistas. Y que son bastante discutibles, porque en muchos casos no dejan de ser fabulaciones respecto de la realidad. En consecuencia, las ONGs tienen que actuar igual, ir ordenaditas, con su formulario, con su papelito. ¿Para qué?, para darle en el gusto al burócrata de turno, que ha dejado de ser ciudadano para transformarse en burócrata, para que él sienta que el país avanza en términos de su desarrollo social. Y eso es una “pelotudez”, “aquí y en la quebrá del ají”. Esto dificulta la creatividad, la singularidad, la especificidad de respuesta que cada organización social da a sus problemas, porque tiene que ser una respuesta que se acote dentro de un marco más general.

Hay como una suerte de estatismo, una suerte de sublimación –recurriendo a categorías sicoanalíticas-, de muchos estatistas frustrados. Y eso es algo riesgoso para el fortalecimiento de la democracia. Habitualmente, cuando se tienen sociedades civiles débiles, incluso los propios Estados son débiles; no tienen capacidad de actuación para cumplir su rol de regulación, que es imprescindible. Porque yo no soy de los que creen en la panacea del libre mercado; yo no creo que el libre mercado nos vaya a conducir al cielo. Creo que el mercado sirve, y sirve para efectos acotados. De la misma manera como el Estado también sirve para otros efectos acotados. Pero es necesario recordar que sociedad civil existió antes de que incluso existiera Estado y mercado. Porque la sociedad civil es la constitución de los actores en cuanto tales, que van configurando, mediante su propio existir, existencia colectiva.

Yo veo en las expresiones de la sociedad civil, llámese éstas organizaciones no gubernamentales u otra forma de organización, como formas de experimentación social. Lo que aportan es una capacidad de experimentar a un costo mucho más bajo, que el que implica que tú experimentes globalmente. Yo puedo hacer en una escuela particular concreta o en una universidad privada chiquitita, una experiencia X; si la cosa resulta exitosa, la puedo replicar, si resulta fracasada, voy a afectar a muy poca gente. Pero si yo pretendo aplicar desde políticas públicas, para todos los hospitales de un país, algo que no ha sido experimentado, corro el riesgo de que el fracaso sea catastrófico, por su volumen. El Estado no debe cometer errores, no debe experimentar; tiene que aprender fundamentalmente de la experiencia que la sociedad civil desarrolla, a través del error y el fracaso, e implementar aquello que ya está probado y que funciona. Si nosotros no posibilitamos que la sociedad civil pueda experimentar, pueda desarrollar su papel de probar determinadas tecnologías, para construir o apoyar una microempresa, para que puedan capacitar, etc., en la práctica corremos el riesgo de que pasen cuestiones como las siguientes: ¿alguien se ha preguntado alguna vez –cuando hablamos de la eficiencia de las organizaciones no gubernamentales-, respecto a cuál es la eficiencia del Programa de Formación de Jóvenes que realizó el ministerio del Trabajo, durante el gobierno anterior? ¿En qué se tradujo concretamente?, ¿Cuántos millones de dólares se invirtieron en eso? Y los resultados concretos, ¿dónde están? Sin embargo, se hace escándalo porque una ONG que otorga créditos, tiene niveles de recuperación bajo, por decirte algo. Hay allí algo que no funciona, porque también es propio de los burócratas que nadie puede cuestionar su operación, su forma de ver el mundo, y nadie les va a pedir cuenta pública, ni les va a exigir auditorías, ni vamos a tener posibilidades de confrontar opiniones con ellos. Entonces, tenemos que aceptar el descrédito de que las ONGs son ineficientes, pero, cuáles son los criterios de eficiencia, qué tipo de eficiencia. Hay muchos casos de aparente ineficiencia económica, que pueden estar ocultando una tremenda sinergia social, una tremenda sinergia ética.

Es fundamental un cambio de actitud por parte de los agentes gubernamentales, porque, si no, nos vamos a encontrar, prácticamente, con un mercado absolutamente desregulado, donde incluso la propia sociedad civil no tiene capacidad para establecer límites de contención para la actuación de ese mercado. Con ciudadanos que no tienen la posibilidad de poder reclamar sus derechos, como consumidores, como usuarios de servicios; absolutamente disciplinados y manipulados publicitariamente. Con un Estado que tampoco regula, que no establece límites, porque, como no tiene la presión de los ciudadanos, es incapaz de regular la actuación de los privados. De allí a la corrupción de todo tipo, a que se incrementen aún más las desigualdades, las inequidades propias de todo sistema social, no hay más que un paso-.

Desconfianza en la gente

-Y hablamos de un Estado que limita la iniciativa popular-.

-De iniciativa popular, como es disfuncional al modo de acumulación, tú no puedes hablar. Si hoy por hoy, en Chile, cuando uno habla sobre ciertos temas, poco menos que estás cometiendo delito de alta traición a la patria. ¡No vayas a cuestionar el modelo económico, no vayas a cuestionar la depredación de recursos naturales, o en algo el modelo vigente!, porque estarías sirviendo a los modelos de la derecha y a los intereses o las instituciones del militarismo o del pinochetismo oculto. Hay una pérdida impresionante de la capacidad de autocrítica, especialmente en aquellos que en algún momento fueron actores significativos en el desarrollo de la sociedad civil en Chile. Y lo más doloroso es esto.

A mí me llama la atención que en el tema de la microempresa, que oficialmente se habla de su promoción, pero en lo concreto uno se da cuenta de que mientras a las grandes empresas se les da un montón de facilidades, condonaciones, etc., el microempresario tiene una cantidad enorme de trabas burocráticas desde la municipalidad y los servicios gubernamentales. Entonces, hay una diferencia entre el discurso y la práctica.

Lo que pasa es que hay una desconfianza en la gente, ese es el problema de fondo. Parte del discurso de la derecha tiene razón en ese sentido. El problema es que siempre la derecha trata de llevar agua para sus molinos. Donde tú deberías establecer mayores niveles de control, es justamente en aquellas inversiones y decisiones que afectan de mayor grado la vida colectiva. El gran empresariado tiene todo a su alcance para poder hacer lo que quiera –poco menos que te ponen alfombra roja si eres empresario extranjero-, pero pobre de ti si eres microempresario, si pretende desarrollar alguna iniciativa popular. Si yo le estoy quitando las regulaciones que operan sobre las grandes empresas, aparece como absolutamente paradójico, contraproducente, inmoral, que tú le apliques mayores restricciones al buque manicero-.

-Pero tampoco se puede negar que hay muchas ONGs que han pecado de ineficiencia y de poca transparencia-.

-En ese sentido hay esfuerzos importantes tendientes a que las propias ONGs mejoren su eficiencia; hay un esfuerzo por lograr una mayor capacidad de gestión en las ONGs. Hay un intento por lograr darle transparencia al mercado de las ONGs, de manera de saber cuáles son las fuentes de financiamiento de la cooperación internacional. Y que todos puedan acceder a ella; que no sea por la vía del “pituto”, que es de alguna manera la forma como pudo haber operado en el pasado.

Esto significa, entonces, un proceso de diseminación de la información de los aprendizajes realizados, de la experiencia acumulada, en términos de que tú sepas que tienes que resolver problemas, de tipo gerencial, de elaborar proyectos de tal o cual forma. Que hay un esfuerzo por mejorar la eficiencia, por mejorar su productividad, la focalización de los esfuerzos que se realizan, lo hay. Las ONGs saben que, para poder sobrevivir, deben avanzar en esa dirección. Yo creo que en muchos casos vale más lo que tú puedas desarrollar como tendencia endógena, que surgen al interior de las propias ONGs, que este tipo de regulaciones y reglamentaciones que aparecen desde fuera, y aparecen como contradictorios en el momento en que la tendencia general es hacia la desregulación-.

(Publicado en La Hoja de la Economía Popular y de Solidaridad, Año 13, Nº 102, agosto 1995, páginas 1 y 6)