jueves, julio 30, 2009

Comunidades agrícolas, patrimonio sociocultural del Norte Chico

Vida comunera se resiste a morir



A pesar de ser muy características de la región de Coquimbo, las comunidades agrícolas son casi desconocidas para el resto del país. Asentamientos campesinos con propiedad colectiva de la tierra, su origen se remonta a la época colonial. Aunque hoy parecen tener todo en contra, aún hay esperanzas para su desarrollo.
Las comunidades agrícolas (CA) del Norte Chico son el único sector campesino no indígena –pero sí mestizo- que cuenta con un sistema de tenencia comunitario de la tierra en Chile. Constituyen un modo de vida con características democrático-solidarias y rasgos autogestionarios.
Sobrevivientes a todos los modelos de desarrollo adoptados por el Estado chileno, este esquema agrario pre-capitalista se halla “contra las cuerdas” desde la imposición del neoliberalismo en 1975.
Se calcula que las CA ocupaban –hasta la década del 70- alrededor de un millón de hectáreas, es decir, el 25% de la superficie de la IV Región. En ésta se ubica el 95% de las 188 comunidades que actualmente hay en Chile (desde Atacama hasta la Región Metropolitana). El Limarí concentra los dos tercios de las CA –las que cubren el 31% del territorio provincial-, con promedios de 3.780 hás y de 30 familias por comunidad.
La calidad de comunero se obtiene al ser propietario de un derecho (parte alícuota en la propiedad común). La cantidad de derechos por cada CA es variada: desde menos de 10 hasta más de 1.700. Entre todas las comunidades suman unos 13 mil derechos inscritos. En teoría, cada derecho corresponde a una familia, aunque un comunero puede llegar a poseer hasta el 3% del total de ellos.
Toda familia comunera tiene acceso a una porción de terreno (“goce singular”) en donde colocar su vivienda, huerto y corral (“parcela” que es transferible junto con cada derecho). El resto de la superficie de la CA es considerada común y se utiliza para pastoreo, recolección de leña, obras comunitarias, entre otras cosas.
El cultivo de secano -cereales- se efectúa en terrenos comunitarios cedidos temporalmente para el usufructo individual, llamados «lluvias». En las CA se verifica la cooperación en diversas labores; los comuneros acuden con sus herramientas y animales, y la retribución se da en trabajo o alimentos: el «mingaco», la «gallaíta» y la «trilla», son ejemplos de ello.
ORIGEN, HISTORIA Y ORGANIZACIÓN
Uno de los orígenes de las CA estuvo en la fragmentación de grandes haciendas, entregadas como “mercedes de tierra” durante la Colonia. Los herederos se repartieron las mejores tierras en forma individual; en cambio, los terrenos de secano, por su bajo valor productivo, su gran extensión y el poco capital de sus habitantes, se constituyeron en propiedad común.
Desde la Colonia hasta el siglo XIX se produjo el traslado de población hacia el Norte Chico, como mano de obra para las labores mineras; al agotarse las explotaciones, ella se reorientó hacia actividades agrícolas o ganaderas, realizadas en forma comunitaria. También, algunos españoles que poseían indios encomenderos, ante la necesidad de ocupar tierras para la producción exportadora, los reubicaron en terrenos interiores de menor calidad, optando éstos por su ancestral modo colectivo de existencia.
El saneamiento de las comunidades comenzó en 1963 con el decreto 19. Luego, en 1967, se promulgó la Ley de Comunidades Agrícolas (DFL 5).
Si bien durante la dictadura no se produjo una intervención directa en contra de las CA, hubo dos normativas que las afectaron seriamente: en 1979, el decreto 2.695 y el 18.353, de 1984; ellas indujeron un proceso de privatización de las tierras comunitarias al otorgar títulos de propiedad a los «goces singulares”. Con esto se puso fin, en los aspectos legales, al último obstáculo que impedía la penetración del sistema capitalista.
Con el inicio de la transición a la democracia –y apoyados por la ONG Jundep-, las CA participaron en la elaboración de propuestas para una nueva ley. Finalmente fue aprobada -con la indiferencia de la Concertación y correcciones impuestas por la Derecha- en 1993 (Ley 19.233). Aunque representó un avance, no dejó conforme a la dirigencia comunera, pues contiene varias trabas, como que sólo permite la creación de estas comunidades desde la Primera hasta la Sexta Región.
El conjunto de comuneros que poseen derechos forman la Asamblea General de cada CA, que es el órgano decisorio supremo. Esta instancia elige al Directorio, que dura tres años. Además escoge una Junta de Vigilancia y diversas Comisiones.
Entre 1988 y 1991 se crearon las asociaciones provinciales: Elqui, Limarí y Choapa, a las cuales están asociadas el 70% de las CA.
En 1991 se formó la Federación Nacional de Comunidades Agrícolas, que ingresó al Movimiento Unitario Campesino y Etnias de Chile (Mucech) en 1993. Al año siguiente, organizó su primer congreso, en la ciudad de Vicuña.
DEBILIDADES Y AMENAZAS
La cultura patriarcal ha provocado la exclusión de mujeres y jóvenes de ciertas decisiones y labores, lo que resta un enorme potencial a los colectivos. Por otra parte, la debilidad organizacional ha frenado las iniciativas y el empoderamiento de las CA. La escasa formación de dirigentes ha producido “apernamiento” de directivos y poco recambio generacional, lo que provoca falta de interés por parte de la juventud para tomar responsabilidades y elaborar proyectos innovadores.
Siendo los derechos transables en dinero -y al no estar condicionados por la comunidad-, se producen distorsionadores del carácter comunitario. Por lógica, debiera tener posibilidad de integrar la comunidad quien viva en el terreno, aporte esfuerzo, participe en sus instancias y cuente con la aceptación de los comuneros. Pero hay personas que, cumpliendo estos requisitos, no poseen derechos, y otras que no contribuyen a la comunidad ni viven en ella sí los tienen.
La Ley permite –potencialmente- sancionar a estos comuneros “fantasmas”, aplicándoles multas financieras; dinero que podría usarse en generar un Fondo para que familiares de comuneros o personas interesadas –que cumplan los requisitos- pudieran acceder a derechos. Sin embargo, esta norma no ha sido aplicada por la generalidad de los tribunales de la Región, pues miran con reticencia una disposición que podría aparecer contrariando la garantía constitucional de la propiedad privada.
En Chile, la desertificación afecta al 60% del territorio nacional, siendo en la IV Región en donde este proceso parece más crítico y evidente. Esto, debido a la sobre explotación histórica de los recursos, provocada por la ganadería, agricultura y minería, e incentivada por la demanda internacional. Este fenómeno perjudica principalmente a las CA, quienes, debido a la falta de capital para invertir en tecnologías que recuperen suelos degradados, se han visto sumidas en la pobreza. Ésta, a su vez, deteriora aún más la calidad de los ecosistemas (sobre pastoreo y talaje excesivo).
El principal problema físico en las CA es la falta de agua. Como no pueden acceder a comprar derechos de las que son superficiales, deben centrar sus esfuerzos en la búsqueda de aguas subterráneas.
Las mejores tierras están en poder de grandes fundos privados. Con éstos, históricamente las CA han tenido conflictos limítrofes. Hoy se agregan las transnacionales y grupos económicos criollos, que usan todo su poder para intentar arrebatarles las tierras con mayor potencial (1). Compran a través de “palos blancos” más del 3% del total de derechos permitidos por ley; cooptan dirigentes que toman decisiones sin contar con el apoyo de la asamblea, y “compran” comuneros angustiados por la falta de recursos. Misma desesperación que ha llevado a algunas comunidades a segregar terrenos para su venta.
Antes del saneamiento de las CA hubo particulares que inscribieron terrenos que, posteriormente, quedaron al interior de las comunidades. Como esas inscripciones perduran en los registros de los conservadores de bienes raíces, se producen conflictos, y debido a que los comuneros tienen escaso acceso a la asistencia jurídica, muchas veces esos pleitos son ganados por particulares más pudientes (2).
Producto de todo esto hoy las CA no tendrían más de medio millón de hectáreas, es decir, habrían perdido casi la mitad de tu territorio original, según Mirtha Gallardo, presidenta de la asociación de comuneros del Limarí.
Otro problema es que la falta de recursos para cercar estas grandes propiedades comuneras, permite el ingreso de extraños con suma facilidad: extractores de áridos, de tierra de hojas, de leña y de cactáceas; cazadores, pastores transhumantes y cuatreros, que afectan la economía de las comunidades.
Los dirigentes comuneros critican al modelo neoliberal, pues todos los instrumentos de fomento y apoyo a la agricultura campesina están diseñados para trabajar con individuos y no con colectivos: “Para el Estado chileno somos un ’cacho’. Hay funcionarios públicos que nos han tratado de ´brutos´ porque insistimos en un modo de vida comunitario. Nos dicen: ‘¿Cómo se les antoja seguir viviendo así?’, como si fuera un pecado tan grande”, afirmó Mirtha Gallardo.
Nicolás Schneider –geógrafo experto en el tema-, señaló que las CA no entran en el slogan oficial “Chile: potencia agroalimentaria” ni en su énfasis exportador; “los organismos públicos se comportan como entes reactivos. Al no haber un plan de desarrollo adecuado para las CA, han aplicado una política asistencialista (por ejemplo, a través de bonos). Pienso que esta forma de vida y producción -que legitima la gestión comunitaria- se le pasó al Estado chileno, por lo que no les interesa o no saben cómo apoyarla”, sentenció.
AGROECOLOGÍA, TURISMO RURAL Y TECNOLOGÍAS APROPIADAS
En opinión de dirigentes y expertos, sólo en un 35% de las CA se mantiene el espíritu y las prácticas comunitarias, lo que se manifiesta en labores conjuntas, producción común y convivencias típicas.
De acuerdo a estudios del Instituto de Investigaciones Agrarias (Inia), al cruzar datos físicos, económicos y socioculturales, las dos terceras partes de las CA serían viables. El resto estarían condenadas a desaparecer como tales.
Para Nicolás Schneider, el mayor potencial está en las CA de la zona Limarí oeste, Combarbalá y Canela, que tienen una viabilidad económica en el cultivo de productos de excelencia en pequeña escala, así como en el mini turismo rural (3).
Por otro lado la región presenta condiciones muy favorables para el uso de energías renovables no convencionales, especialmente solar y eólica.
Según la geógrafa e investigadora Angélica Medina, la única esperanza para las CA es que se adopte un nuevo modelo de desarrollo, “que valorice la racionalidad y tecnologías campesinas; la integración de técnicas agroecológicas, limpias y orgánicas, que promuevan la recuperación de los recursos naturales; la incorporación a los mercados por medio de cooperativas, con productos no tradicionales, y el fomento de la educación e investigación en zonas semiáridas, para generar tecnologías adecuadas que reviertan los procesos de desertificación y de deterioro de la calidad de vida”.

SECANO, CABRAS Y POBREZA
Según estimaciones, en las CA viven, en forma permanente, unas 40 mil personas (30% de la población rural de la IV Región), cifra que puede duplicarse si consideramos a los habitantes temporales.
La mayoría del suelo comunero es de secano (sólo se sirve de aguas lluvias) y corresponde a praderas naturales. El 70% del terreno puede utilizarse -el resto tiene fuertes pendientes-, pero apenas un 7% es arable. La superficie que ocupa cada comunidad varía mucho: entre 141 y 122.600 hás.
Las personas económicamente activas en las CA suman 5.912. El 50% se desempeña en agricultura y ganadería (principalmente caprina), el 12% en comercio, el 11% en construcción, el 5% en enseñanza, y el 4% en minas y canteras. Existen cinco caletas pesqueras en sus terrenos.
El 66% de la fuerza de trabajo de las CA es asalariada (por lo general en puestos temporales y con empleadores externos), y sólo un tercio lo hace de manera independiente.
En las CA existe una alta tasa de analfabetismo (21%) y sólo el 2% tiene educación superior. El 13% aparece sin ningún tipo de estudios formales.
Las comunas con presencia de CA tienen altos índices de pobreza (44%), y se estima que en las comunidades existe un 21% de desocupados. Su población tiende a envejecer –producto de la emigración-, siendo un 20% de sus habitantes mayores de 59 años.
Más del 53% de los hogares en las CA no tiene agua potable, y el 39% de las familias utiliza leña o carbón como combustible para cocinar. El 75% de los caminos de acceso son de tierra y están en estado regular.
NOTAS:
1) Ejemplos de comunidades agrícolas en conflicto con privados: La Cebada versus inmobiliarias Costa Dorada y Talinay (Ovalle); disputa de Chalinga con la minera CMLA (Salamanca), y lucha de Huascoaltinos contra el proyecto Pascua Lama, de la minera Barrick Gold en Vallenar (ver).
2) Durante el 2004, la Comunidad Agrícola de Punitaqui tuvo nueve juicios; ninguna resolución les fue favorable. Fuente: Reunión anual ordinaria de comuneros -14 de enero del 2005- (N. Schneider).
3) Un caso destacable es el de la Comunidad Agrícola Peñablanca, ubicada a la altura de Punitaqui pero cerca de la costa. Allí se han estado realizando varios proyectos innovadores -como atrapanieblas-, apoyados por profesionales de Servicio País y de Küpal Consultores.
FUENTES:
“Diseño, implementación y seguimiento plan integral de desarrollo del secano, IV Región de Coquimbo”. Resumen informe final etapa I. “Reconocimiento detallado del territorio a intervenir”. Instituto de Investigaciones Agrarias (Inia). Gobierno Regional de Coquimbo, 2004.
“Alternativas de desarrollo rural sustentable para una comunidad agrícola tradicional en proceso de desertificación: El Divisadero, comuna de Punitaqui, IV Región de Coquimbo”. Memoria de Angélica Medina RodríguezUniversidad de Chile. Escuela de Geografía, 2006.
“Comunidades agrícolas de la región de Coquimbo, Chile. Tenencia ancestral y colectiva de la tierra versus la llegada de nuevos vecinos y nuevos comuneros”. Ponencia de Nicolás Schneider Errázuriz, 2007.
FOTOS:
Oficina Técnica de Comunidades Agrícolas (OTCA)
Por Cristian Sotomayor Demuth
El Ciudadano 30/07/2009

miércoles, julio 15, 2009

Cuáles son los 10 países con mejor calidad de vida

El buen vivir no es, necesariamente, sinónimo de riqueza material. Tampoco es lo mismo desarrollo que crecimiento económico. Hay países que, si bien pertenecen al grupo de naciones “de medio pelo”, muestran buenos estándares de calidad de vida. Esto queda demostrado al cruzar los últimos datos del Índice de Desarrollo Humano (IDH) con los del Índice Planeta Feliz (IPF).


Los grandes medios de comunicación nos tienen acostumbrados a homologar desarrollo con un gran consumo o que vivir bien significa tener muchos automóviles, rascacielos o millonarios -discurso que ha sido exacerbado en los últimos 30 años de políticas neoliberales. Sin embargo, cada día más personas cuestionan esos parámetros, por lo que en las últimas décadas se han difundido índices que buscan mostrar los reales factores que condicionan una existencia satisfactoria, plena, realizada o contenta.

Hoy por hoy habitar en una superpotencia hiperconsumista no implica que se tenga una vida agradable. Ejemplo de esto es el Índice Planeta Feliz (IPF), un informe desarrollado desde 2006 por la asociación inglesa NEF (New Economics Foundation).

«No estamos diciendo que la gente que vive en estos países es la más feliz del mundo. Lo que hace el índice es medir la eficiencia ecológica que permitiría tener vidas prolongadas y felices para todos los ciudadanos»- aclaró Saamah Abdallah, primer autor del informe.

“Estamos acostumbrados a comparar países en términos comerciales o de riqueza bruta. Este informe presenta un modo de medición basado en algo más importante: el éxito o fracaso de los países a la hora de proporcionar una buena vida a sus ciudadanos al tiempo que respeta los recursos naturales limitados de los que depende”, comentó el investigador británico.

El Índice del Planeta Feliz se basa en una sencilla fórmula: bienestar por esperanza de vida, dividido entre impacto ecológico.

“El Índice del Planeta Feliz desnuda la economía hasta su concepto más básico: lo que usamos (recursos) y lo que obtenemos (vidas humanas más o menos largas, más o menos felices)”, aseguró la organización británica, que ha realizado este informe en cooperación con el grupo del mismo país “Amigos de la Tierra”.

Muestran que es posible vivir vidas prolongadas y felices, con huellas ecológicas mucho más pequeñas que las dejadas por las naciones con mayor consumo. Para muchos en occidente, la lucha por incrementar nuestros ingresos se ha dado a expensas de nuestro capital social y de nuestra salud mental. El desafío, dice el informe, no es el de continuar aumentando nuestros ingresos monetarios, sino asegurar vidas significativas y fuertes lazos sociales. A menudo, lograr estos propósitos significa reducir el enfoque en el consumo y dedicar más tiempo a otros intereses.

La lista de los 75 países con mejor IPF parte con Costa Rica; le siguen República Dominicana, Jamaica, Guatemala y Vietnam, y termina con Japón.

SOLIDARIDAD: PILAR PARA UNA VIDA AGRADABLE

Quisimos cruzar esta información con un indicador más tradicional de desarrollo, aceptado internacionalmente: El Índice de Desarrollo Humano IDH es una medición elaborada desde 1990 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud). Se basa en un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: Vida larga y saludable (medida según la esperanza de vida al nacer); educación (medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en educación primaria, secundaria y superior), y nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita PPA en dólares).

El Desarrollo Humano se entiende como un proceso por el que una sociedad mejora las condiciones de vida de sus ciudadanos, a través de un incremento de los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la creación de un entorno en el que se respeten los derechos humanos de todos ellos. Es la cantidad de opciones que tiene un ser humano en su propio medio, para ser o hacer lo que él desea. A mayor cantidad de opciones, mayor desarrollo humano.

Para este análisis sólo se tomó como referencia el listado de países con IDH alto: encabezado por Islandia, continúa con Noruega, Canadá, Australia e Irlanda, y finaliza con Bosnia y Herzegovina (lugar 75 del ranking).

Al cruzar los datos entre el IDH y el IPF nos entrega el siguiente resultado:

A primera vista, se puede afirmar que la mayoría de estas naciones se caracterizan por tener buenos sistemas de seguridad y protección social; un sector público fuerte y amplio; importante socialización económica (empresas cooperativas, mutualidades, sindicatos poderosos); con estructuras institucionales que fomentan la cooperación, el apoyo mutuo y la solidaridad; así como esquemas democráticos de convivencia política. Son países con poca desigualdad socio-económica (excepto Argentina y Arabia Saudita, todos están bajo el 0,5 del coeficiente Gini). Cabe destacar que tanto Costa Rica como Suiza no tienen fuerzas armadas convencionales, el primer país sólo posee una Guardia Nacional y el segundo un ejército de reservistas.
Los diez siguientes son: México, Panamá, Singapur, Brasil, Malta, Bélgica, Francia, Japón, Irlanda, Colombia y Chile.
Mal paradas quedan las superpotencias (EUA, Reino Unido, China, Rusia, etc.), que aparecen bastante más atrás en la lista.
Los peores resultados los obtienen los países del tronco de África: guerras, despotismo, enfermedades, hambre, y saqueo por parte de las grandes corporaciones transnacionales.
Por Cristian Sotomayor Demuth
El Ciudadano 15/07/2009
MÁS INFO:  ÍNDICE PLANETA FELIZ

jueves, julio 09, 2009

Atrapanieblas en Cerro Grande de Peñablanca



Caracterizada por la crianza de ovejas, la Comunidad Agrícola de Peñablanca está embarcada, desde hace cuatro años, en varios proyectos que buscan repotenciar su forma de vida. Uno de ellos es el de los atrapanieblas en el cerro Grande; el agua que captan sirve para regar una reserva en donde han plantado diversas especies de bosque nativo.

El usufructo común por parte de los herederos de la estancia Peñablanca derivó hacia 1887 en la conformación de la Comunidad Agrícola que lleva ese nombre (bautizada así por la alta presencia de cuarzo). Ubicada a unos 60 km al sur-oeste de Ovalle –en la provincia de Limarí-, colinda por el poniente con la carretera Panamericana. Con 6.500 hás de tierra, cuenta con 85 comuneros con derechos, pero viven alrededor de 60 familias (unas 150 personas).

Los suelos de esta comunidad agrícola están fuertemente degradados. Antiguamente fue una de las comunidades con mayor extensión de sembrados de trigo (tres mil hás). La última cosecha se registró en 1999; la disminución de las precipitaciones y la competencia de otras zonas trigueras con mayor rendimiento, volvieron inviable seguir con este cultivo.

En Peñablanca –a diferencia de otras comunidades agrícolas, que mayormente crían cabras- se especializan en ganado ovino. En los años secos, debido a la falta de pastos para alimentar a los animales, los crianceros deben emigrar hacia otras zonas de la provincia, en donde se instalan en carpas por varios meses.

El poblado central de Peñablanca tiene una escuela que llega hasta sexto básico, que cuenta con 12 alumnos. También poseen una capilla, y una sede social con un salón, varias piezas, baños y una cocina. A un costado de ésta hay, desde el año pasado, un escenario. Las principales fiestas se realizan para el 18 de septiembre y el 1 de noviembre. Hay una villa con un puñado de casas obtenidas a través del subsidio habitacional rural.

Desde 2007 han realizado tres Ferias bajo el slogan “el secano aún vive”, a la que asisten artistas, miembros de otras comunidades y habitantes de la provincia. Y, este año editaron un boletín llamado La Espiga (La voz del secano comunero).

Existe una mina de cuarzo –propiedad de un empresario externo- que emplea a cuatro personas de Peñablanca. Debido al desequilibrio presente en la legislación chilena, esta empresa sólo debe pagar una cantidad marginal por concepto de “servidumbre de paso”. También hay una microempresa de crianza de caracoles, propiedad de una familia comunera.

RESERVA DE LA NATURALEZA

Daniel Rojas, presidente del Directorio de la comunidad, explicó que desde 2000 a 2005 existió un proceso de reflexión que coincidió con un cambio generacional de la dirigencia. Con la ayuda de profesionales de Servicio País –que colaboran hasta hoy-, se elaboró un proyecto a largo plazo, compuesto de cinco líneas: medioambiental (degradación de suelos); forestaciones (nativas y forrajeras); ganadería ovina (Indap); productivo (lo más difícil, por la falta de agua), y social (electricidad, agua potable, caminos).

En esta comunidad establecieron un área protegida y crearon la Reserva Cerro Grande; un terreno de 100 hás en las laderas del monte -que cercaron-, y en donde han plantado 850 árboles nativos.

Gracias a la niebla, se forma un microclima de características similares al existente en el Parque Fray Jorge. El bosque nativo se riega con el agua recolectada por cuatro atrapanieblas confeccionados con malla rachel. Su mejor funcionamiento es de marzo a mayo y de octubre a diciembre, en donde, en una semana, ha llegado a recolectar 18 mil litros. El mayor problema es el mantenimiento, pues el fuerte viento rompe las mallas, y deben pagarle a una persona que dos veces al mes sube a revisarlas.

Este proyecto –elaborado con la asesoría del geógrafo Nicolás Schneider– fue financiado por el PNUD. Ahora se están construyendo cinco miradores y un sendero turístico, gracias a un proyecto financiado por la Conama.

Paradojalmente, en la cima del cerro existen dos antenas de celulares, que representan el único ingreso monetario importante para la comunidad.

Claudia Accini, profesional de Servicio País, explicó que, en estos momentos, están realizando un taller sobre reciclaje para los miembros de la comunidad. En él se les está enseñando el manejo de los residuos sólidos y la confección de estaciones de reciclaje. Además, señaló que otra idea es introducir el cultivo de vegetales exóticos con buena demanda internacional, como la jojoba.

EL MODELO ISRAELÍ

El dirigente viajó en enero de 2008 a Israel, invitado por el Fondo para la Innovación Agraria (FIA). Su principal conclusión es que el desarrollo sustentable depende de la combinación de autogestión comunitaria con un decidido apoyo del sector público; producto de la diversidad, cada comunidad debe descubrir sus potencialidades y contar con planes específicos de los organismos estatales.

Rojas cree que, hasta ahora, cada repartición pública hace sus propios programas por separado, pues no hay un plan general y coordinado de acción hacia las comunidades agrícolas. “Se han dedicado a archi diagnosticar en vez de ejecutar obras concretas”, expresó.

Además, afirma que las políticas públicas existentes son demasiado generales, como el caso del fomento a la reforestación (DL 701); “deberían contemplar las particularidades de cada sector, pues no es lo mismo el apoyo que necesita un gran propietario exportador que el que requiere el campesinado”, indicó el dirigente.

Por Cristian Sotomayor

El Ciudadano 09/07/2009

sábado, julio 04, 2009

Caimaninos siguen en conflicto con minera Los Pelambres


Pese a un avenimiento anterior entre la minera y un grupo de vecinos, mediado por el abogado Fernando Dougnac, los pobladores de Caimanes, pueblo de la provincia del Choapa, exigen una equitativa compensación por los daños en su medio ambiente que ha provocado el tranque El Mauro, de propiedad del grupo Luksic. Con una capacidad de 1.700 millones de toneladas, es el depósito de relaves mineros más grande de Latinoamérica y el tercero en el mundo.

A fines de mayo de este año la Corte de Apelaciones de La Serena resolvió que era procedente tramitar las causas presentadas por vecinos de Caimanes en contra de Los Pelambres. La denuncia fue hecha por el abogado Ramón Ossa el 9 de enero en el Juzgado de Los Vilos. Además de la indemnización por el relave minero, se persigue detener la operación del tranque El Mauro, que construyó la minera a un costo de US$ 580 millones.

Dicho tranque, que inició operaciones a comienzos de este año, recibe los desechos de la mina Los Pelambres de Antofagasta Minerals, el brazo minero del holding de la poderosa familia Luksic, cuyo fallecido patriarca, Andrónico, logró amasar una fortuna cercana a los 3.400 millones de dólares.

Al emprendedor no se le ocurrió otra cosa que ubicar el lugar de relave en el fundo El Mauro, en el valle del Choapa. El basurero minero tiene una capacidad de 1.700 millones de toneladas de desechos de la producción cuprífera, lo que equivale a 70 km2 de desechos de la industria minera.

Su capacidad lo convierten en el tranque de relave minero más grande de América Latina y tercero en el mundo.

“El tranque ha causado molestias, ha provocado contaminación a las familias que viven cerca y ha tenido filtraciones. Si bien comenzó a funcionar, la obra no está terminada, porque se están haciendo obras adicionales. Si prosperan estas denuncias, se podría llegar a paralizar su operación”- dijo Ossa.

Luego de definir que no es ambientalista, el abogado añade que “esto es un problema económico y queremos que se compense como corresponde a las familias que están siendo afectadas”. Es decir, la minera debe indemnizar a 1.500 personas. El monto: US$ 100 millones: “es justo, aunque todo es negociable”- remata Ossa.

Según Cristian Flores, coordinador y vocero del Comité de Defensa de las Personas de Caimanes, “hemos puesto una demanda de arresto contra el gerente general de Minera Los Pelambres, Ignacio Cruz, por no haber acatado la empresa un dictamen del Tribunal de Los Vilos que ordenó la paralización de las faenas del tranque El Mauro”.

El dirigente insistió en que la lucha que están dando “es simplemente para que los recursos que fueron entregados a ciertas personas, sean distribuidos en forma equitativa, ya que el daño que Minera Los Pelambres ha provocado con la instalación del tranque de relaves en el sector de El Mauro afecta a todos los caimaninos”.

PIDEN NULIDAD DE AVENIMIENTO

En mayo del año pasado, los abogados Fernando Dougnac –por Caimanes- y Francisco Veloso, representante de Los Pelambres, lograron un acuerdo para que el empresario Víctor Ugarte y algunos dirigentes se desistieran de las acciones legales contra la construcción de El Mauro. El convenio contemplaba la compra de los fundos del empresario -Tipay y Romero- por US$ 23 millones, de los cuales US$ 5 millones debía donar a 117 personas de la comunidad. La tajada para Dognac fueron US$ 3 millones.

Myrella Ardiles, presidenta de la Junta de Vecinos Nº 4 de Caimanes denunció a Dougnac y al empresario Víctor Ugarte, por haber engañado a la comunidad de Caimanes y por haber lucrado con el conflicto. La mayoría de los miembros de la comunidad se sienten traicionados, por lo que ahora piden que se deje sin efecto el avenimiento, pues los supuestos representantes que firmaron no estaban facultados para ello ni tenían los poderes de sus representados.

Desde fines de 2008 se tramita la demanda de nulidad de la transacción en el Octavo Juzgado Civil de Santiago, en contra de Los Pelambres, Ugarte y de 117 personas de Caimanes. Debido a este proceso, las platas que Ugarte se comprometió a donar están retenidas.

Myrella Ardiles plantea que lo único que les queda es luchar para que cada poblador reciba los recursos necesarios para instalarse en otro lugar, pues esa localidad está destinada a desaparecer. Ella afirma que todo el mundo sabe que ese tranque significa la muerte del valle, pero que la decisión de construirlo ya estaba tomada en las altas esferas políticas.

“La judicialización de los grandes proyectos de inversión es la única manera de hacer respetar los derechos humanos y evitar el atropello de los grandes grupos económicos”, sentenció Ardiles.

El relave minero tendrá devastadores efectos en el bosque nativo de la zona, la contaminación del mismo tranque intervenido y del estero Pupío, afectando con ello las aguas de regadío y de consumo humano de un vasto sector de la IVª Región. Además, en su construcción se produjeron graves daños al patrimonio arqueológico.

Además, el estero Pupío abastece de agua al pueblo de Caimanes, que tiene una población cercana a las 1.200 personas.


EL CUESTIONADO DOUGNAC

Ex funcionario público durante la dictadura militar, Fernando Dougnac, logró, en su primera batalla medioambiental, doblarle la mano al Consejo de Defensa del Estado en 1985, al conseguir proteger las aguas del lago Chungará.

Su consolidación en estas materias la logró a través de la Fiscalía del Medio Ambiente (Fima), que creó en 1998 junto a un grupo de abogados, y de la cual es su presidente.

Casos emblemáticos en los que ha obtenido sentencias favorables son Trillium, Alumysa en Aysén, Boise Cascada -que pretendía hacer astillas con el bosque de la X Región-, o desechos tóxicos en Arica. Lideró otras batallas contra la central Pangue o la planta de celulosa de Celco en Valdivia. También fue asesor de Douglas Tompkins.

Dougnac recibió US$ 3 millones de parte de Los Pelambres, además de los dineros que periódicamente le entregaba la comunidad por sus servicios. Según Myrella Ardiles, permanentemente debían realizar actividades para recolectar los fondos.

Actualmente, el presidente de Fima tiene en la mira a HidroAysén, ligada a la familia más tradicional e influyente de Chile: los Matte. En noviembre pasado, representando al Consejo de de Defensa de la Patagonia, presentó dos demandas en la Corte de Apelaciones de Coyhaique en contra del proyecto.

Por Cristian Sotomayor

El Ciudadano 04/07/2009