Por Cristian Sotomayor Demuth
A la larga lista de juegos de azar y de apuestas promocionadas por todos los medios –“participa y gana”-, en los últimos años se sumó la multiplicación de casinos que se están construyendo en todo Chile. Pero este no es un fenómeno exclusivamente nacional.
Según un informe (2006) de consultora Price Waterhouse Coopers, se espera que para el año 2010 los ingresos mundiales del juego alcancen los 125.000 millones de dólares. Se estima que cada habitante de América Latina consagra un promedio de 250 dólares anuales al juego de azar.
En 1998, Mempo Giardinelli, escritor argentino, analizaba: “la pasión por los juegos de azar, así como el desenfrenado fomento reciente, también han respondido a una verdadera política de Estado. Es verdad que siempre hubo juego, pero es muy fácil comprobar que en los últimos treinta años han sido los sucesivos gobiernos los que lo han fomentado. ¿Por qué? (…) También se dijo que era una manera de recaudar dineros mediante los elevados impuestos a los juegos de azar. Pero esto, sin ser falso, no responde cabalmente la pregunta. Lo que los gobiernos impulsan fomentando el juego —es mi hipótesis— no es otra cosa que una forma eficiente de control social. Y es que cuando la desesperanza gana a la gente, la gente se inventa esperanzas mágicas. El juego, la timba, es siempre una esperanza. Irracional y azarosa, pura tómbola lúdica, pero esperanza al fin. Por eso los gobiernos, cuando no pueden dar respuesta a las buenas y naturales expectativas de la sociedad, fomentan ese tipo de ilusiones que anestesian a la gente, la mantienen ocupada y distraída, y de hecho hacen que esa gente no cuestione nada”.
Casinos para todos: algo no huele bien
En Chile, la iniciativa partió de
En febrero de este año, en una entrevista para Radio Duna, el superintendente explicó que a los siete casinos existentes en nuestro país, se agregarán otros 18 hasta el 2015, los cuales irán acompañados de hoteles y centros de convenciones. Junto con destacar la generación de empleos -y la obligación que tienen de desarrollar obras culturales-, el superintendente mencionó que a los casinos se les cobrará un impuesto especial del 20% sobre el ingreso bruto proveniente del juego. De él, la mitad se destinará a los municipios y el otro 50% irá a los Fondos de Desarrollo administrados por los Gobiernos Regionales. Leiva afirmó que esos recursos deberán destinarse sólo a inversiones en obras públicas y no a gastos operacionales. Señaló que, hasta el momento, están operando 10 casinos, con 5.200 empleos directos y una inversión de US$ 711 millones. De éstos, el 53% corresponde a consorcios extranjeros. La ley establece de uno a tres casinos por región, separados por un mínimo de
Este proceso no ha estado exento de dudas y críticas. Desde mediados de 2005 existe una fuerte oposición al casino en Isla de Pascua. El alcalde y tres concejales eran partidarios, mientras los otros tres miembros del concejo municipal lo rechazaron. Hubo cartas a los diarios, al entonces presidente de
En octubre de 2006
Una fuente que prefirió mantenerse en el anonimato -quien trabajó un tiempo para Peter LeSar, representante de Thunderbird, empresa que participó en la licitación de casinos-, recuerda: “todo era muy turbio.
En septiembre de 2008, el senador Ricardo Núñez presentó un proyecto de ley tendiente a prevenir la ludopatía o adicción a los juegos de azar, iniciativa que se vio complementada -a comienzos de este año- con la creación de una Comisión de Gobierno que preside el senador Carlos Bianchi. Identificar el porcentaje de la población chilena que sufriría ese desorden de comportamiento, es uno de los temas que esta Comisión despejará en el marco del estudio del proyecto. De aprobarse, obligaría a los operadores de recintos de juego a exhibir advertencias, similares a las que se utilizan con los cigarrillos y el alcohol, sobre esta patología o los efectos en su salud.
Barricadas y enfrentamientos con carabineros tuvieron las protestas contra la construcción del casino en San Antonio, en enero de este año. Los trabajadores que laboran en el principal paseo de este puerto -de los sindicatos de restaurantes, garzones, artesanos, pescadores y vendedores de productos del mar- mostraron su rabia en una manifestación que reunió a más de 200 personas. No es para menos: las obras que levantan una inmensa mole que albergará al casino, a un hotel y a un mall, tienen copado el sector, por lo que la actividad comercial ha bajado en un 70%. Además, los dirigentes estiman que la competencia de ese inmenso complejo –que ya no deja ver el mar a los transeúntes de la plaza de San Antonio- llevará a la quiebra a muchos pequeños negocios, generando más cesantía en una provincia que ya sufre por ello.
Costo/Beneficio:
Uno de los estudios más comentados ha sido el de los investigadores de
En cuanto a la cuestión de los beneficios económicos creados por los casinos, los investigadores observan que no es suficiente con sólo contar el número de puestos de trabajo creados. De hecho, los nuevos empleos generados por un casino suelen compensarse con las pérdidas de los negocios cercanos que se ven dañados, como los restaurantes y otras alternativas turísticas.
Demuestra que el juego implica costos sociales como el aumento del crimen (por ejemplo, fraude y malversación), la pérdida de tiempo de trabajo, las bancarrotas y dificultades financieras para las familias del adicto, los suicidios, y los costes familiares como el descuidar a los hijos. Estos problemas cuestan a la economía 54 mil millones de dólares anuales, es decir, casi la mitad de los causados por el abuso de la droga en los Estados Unidos.
Determinaron que en un periodo de 20 años los condados estadounidenses que han contado con casinos aumentaron en 44% su índice delictivo, superando ampliamente la media nacional.
Los ahorros y fondos destinados a gastos individuales diseminados, son absorbidos por unos cuantos empresarios del juego, en detrimento de la mayoría de la población, que podría dedicar tal ingreso a actividades de producción, inversión u otros consumos que favorecerían la distribución del ingreso en espectros geográficos y poblacionales locales y regionales.
Los investigadores encontraron que los costos de los casinos son por lo menos 1.9 veces más grandes que los beneficios.
El Instituto Vanier para
En Estados Unidos, entre el 2 y 4% de la población manifiesta esta patología, cifra que se duplica entre personas que viven a
La visión desde las Matemáticas: a la larga, la casa siempre gana (2)
La posibilidad de morir por un rayo en España es de una entre diez millones, la de acertar la primitiva (un juego de azar) es menor: una de cada catorce millones. Así es, la lotería difícilmente te va a sacar de la pobreza. Esto se desprende de las declaraciones realizadas a la agencia Efe por Olga Juliá Ferran, profesora del Departamento de Probabilidad, Lógica y Estadística de
Según explican Anthony E. Estate y David Groome en Probability and Coincidence, “para tener una expectativa razonable de ganar a la lotería una sola vez tendríamos que jugar todas las semanas durante 250.000 años, durante los cuales habríamos gastado unos 20 millones de euros”.
Claudio Escobar, ingeniero civil UC y profesor de matemáticas, expone su experiencia: “Hace unos años tuve que diseñar un curso de matemáticas para la recuperación de
La mirada de las Ciencias Sociales: juego de imaginarios y fantasías (3)
Jorge Moraga, periodista y antropólogo: “Sin duda es diferente un casino de juegos, de características más elitistas, a las máquinas tragamonedas en los almacenes de barrio. Me parece que ambas, en todo caso, tienen un fundamento similar, que podría rastrearse en la necesidad compulsiva por el derroche que caracteriza a la sociedad latinoamericana y española en general, aún evidentemente marcadas por la fuerza del barroco. No se busca el dinero para el ahorro, sino para la dilapidación, y, en ese sentido, el obtenerlo lo más rápido posible ayuda a esa causa. Al respecto es interesante la comparación del mismo fenómeno en otras culturas. Por ejemplo, la proliferación de juegos de azar y casinos en China, donde también se busca desesperadamente la ganancia, pero en este caso es para iniciar algún negocio y así obtener ‘cara’, prestigio, y establecer ‘guanxi’ (relaciones). En el caso chileno y el chino podría decirse que se observan dos éticas del trabajo -y de relación con el dinero- absolutamente diferentes. Una, basada en la dilapidación y la quema festiva del excedente, la otra, en el ahorro casi ascético”.
Mauricio Rojas, historiador y antropólogo, profesor del Programa de Gestión Cultural de
Yo he pensado en una metáfora, que el Chile de hoy es como Las Vegas del cono sur; está rodeado por un desierto, aislado; es un país que se siente más unido a Europa y a EUA que a su propia vecindad, a los cuales desprecia. Un país que se ha tratado de inventar a través de una fantasía -y con una nula lectura crítica de su historia-, como el país del desarrollo, del futuro, que crece, que construye edificios, -con hartas luces de neón-, que sube su estándar de vida, pero de espaldas a su pasado y a sus vecinos.
El chileno medio se ve a sí mismo como un ser exitoso; ahora puede pagar una universidad privada -hay que reconocer a los gobiernos de
En Chile carecemos de una cultura más profunda, más sofisticada –que sí la tuvo desde los años veinte en adelante-. Yo creo que en las últimas décadas hemos vaciado el potencial intelectual de este país y hemos aumentado la capacidad de consumo; pero no hay un alto consumo cultural; no se están comprando más libros, ni más discos de la industria nacional, no hay más lectura ni más asistentes al teatro. Aquí no ha crecido el público para el Municipal o el de las salas de exposición; la gente llega al arte cuando es un espectáculo, cuando viene
Roberto Fernández D., psicólogo y Magíster en Psicología Social: “Tenemos en el imaginario la posibilidad del ascenso automático al éxito monetario. El casino se ha convertido en un espacio legítimo y aceptado en donde ahí se puede dar el salto, dejar de trabajar, acceder a los bienes que siempre quisiste. Es un espacio para quedar atrapado, fuera del tiempo, con acceso a comida y lugares para descansar. Es considerado como ‘valor urbano’, turístico, de glamour; en el imaginario se ve que al casino va gente con plata, de la farándula. Es un espacio permanentemente iluminado, con gente bien vestida. Esa experiencia genera una afectividad. El imaginario no sólo entrega un contenido, sino que te vende un afecto. En el casino el individuo se la juega solo. Es una vía personal hacia la meta: vida de ‘ricos y famosos’. Estamos ante una utopía individual.
Antes, el logro económico estaba más vinculado al trabajo, al esfuerzo –que era un camino largo. Actualmente se han ido legitimando los caminos cortos: el juego, la suerte, el azar; y la delincuencia, el crimen organizado. Son caminos paralelos hacia el imaginario del dinero, en que lo común es el riesgo. Y sabemos que a nivel neurológico, el riesgo genera sustancias adictivas, como la dopamina, la adrenalina. Eso encaja con el fomento del ‘deporte aventura’.
(Publicado en El Ciudadano Nº 66, marzo 2009)
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