lunes, mayo 31, 1993

Santiago de Chile

El cáncer del crecimiento

Por Cristian Sotomayor

El aluvión del pasado 3 de mayo fue un trágico ejemplo de las consecuencias del crecimiento caótico, inorgánico e irracional de la ciudad de Santiago.
El hecho coincidió precisamente con un debate que se venía produciendo en los medios de comunicación desde comienzos de este año acerca del nuevo Plan Regulador Metropolitano (PRM) de Santiago. Éste fue presentado en octubre del año pasado por la Secretaría Regional Ministerial de Vivienda y Urbanismo y actualmente se encuentra en trámite para su aprobación definitiva. Pero ya han surgido muchas voces críticas y cuestionadoras.

La expansión del Gran Santiago ha significado la pérdida, prácticamente irreversible, de una buena porción de las mejores tierras agrícolas de Chile, lo que implica un enorme despilfarro que todo el país reciente. Según el documento “El Futuro Urbano de la Región Metropolitana”, cuyo autor es Eduardo Dockendorff y que fue editado por el Centro de Estudios del Desarrollo (CED), en 1991, entre 1980 y 1985, la superficie urbana del Gran Santiago se incrementó en 13.721 hectáreas.
Si bien la superficie destinada a la agricultura en la Región Metropolitana representa sólo un 5,7% (501.790 hectáreas) de la superficie nacional, aporta un 17,8% (en 1986) al PGB agrícola nacional. Esto significa que la productividad por hectárea en la Región Metropolitana es, como promedio, tres veces mayor que en el resto del país. Esto se agrava si consideramos que el sector agrícola, después del financiero, ha sido el que ha mostrado un dinamismo más persistente en la Región Metropolitana, generando importantes impulsos hacia otros sectores (comercio, transportes y servicios); generando empleos y aportando divisas al país.
En relación a los ingresos y gastos públicos en 1988, los valores obtenidos indicaban que la Región Metropolitana aportaba un 51,6% a los ingresos, pero obtenía 93,42% de los gastos, situación que no varía sustancialmente en los años posteriores. De esta forma, se genera un proceso de extracción de recursos provenientes de otras regiones, para financiar el gasto público de la Región Metropolitana (CED, 1991). Esto se explica porque la gravitación política que tiene Santiago hace que el sistema sea mucho más sensible a las presiones reivindicativas de la población santiaguina que, por su concentración, posee mayor fuerza relativa y está más cerca de los centros de decisión nacional.

Grave contaminación

Particularmente grave es la contaminación atmosférica que ha hecho del Gran Santiago, y en su conjunto no menos de un tercio de la superficie regional, una de las áreas pobladas más contaminadas del mundo. De acuerdo al documento del CED, el número de casos fatales originados por afecciones broncopulmonares (bronconeumonia) es en el Gran Santiago cinco veces mayor que en otras ciudades no contaminadas del país.
En relación a la contaminación hídrica, debe destacarse que las aguas servidas originadas por la población del Gran Santiago, se vacían directamente, sin tratamiento, en el río Mapocho y en el Zanjón de la Aguada. Cerca de 20 mil hectáreas de las 60 mil que riegan esta agua, corresponden a cultivos de hortalizas que son consumidas por la propia población de la Región Metropolitana. Por ello se explican los altísimos índices de fiebre tifoidea entre otras enfermedades, que afectan el sistema digestivo de sus habitantes.
Esta contaminación de las aguas aumenta considerablemente si consideramos la gran cantidad de desechos industriales o riles que son vertidos a las alcantarillas sin ningún tipo de tratamiento, lo que hace que éstas se tapen, provocando graves inundaciones.
Y si de inundaciones se trata, Santiago no olvidará las de 1982, 1987 y la que acaba de ocurrir. El origen de ellas está en que, por una parte, no existen instalaciones adecuadas para evacuar las aguas lluvias, por lo que al escurrir hacia el alcantarillado común, hace que éstos se copen y el agua inunde importantes arterias de la capital. Por otra parte, están los aluviones, producto de la urbanización en áreas de riesgo como son las laderas de los cerros, la cuenca de quebradas y ríos y las zonas precordilleranas. A esto debe sumarse la deforestación de esos mismos terrenos.
Un tercer tipo de contaminación, la acústica, está muy presente en la capital, con niveles de ruido que sobrepasan holgadamente el umbral recomendado para mantener la salud mental y física.
Tampoco se puede dejar de mencionar el efecto de las más de tres mil toneladas de basura que se generan cada día en el Gran Santiago. Estos desechos son depositados en dos basurales ubicados en los márgenes de la ciudad, cuya superficie sumada es de 135 hectáreas. Estos grandes receptores de basura urbana son muy perjudiciales, pues constituyen focos de infecciones y dañan nuestro medioambiente.
Y otro dato importante. Según los expertos, para contribuir a purificar el aire de una gran ciudad se necesitarían 25 metros cuadrados de áreas verdes por habitante de la metrópolis. En Santiago, sólo llega a los seis por habitante.

Segregación espacial

La dificultad de acceso a los servicios básicos de grandes sectores de la población del gran Santiago es otro serio problema. En 1979 el ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) inició un proceso de erradicaciones en gran escala, “limpiando” las comunas preferenciales de campamentos y concentrando la población en áreas periféricas normalmente sin equipamiento ni menos cercanas a fuentes de trabajo. Los traslados de población significaron entre 1979 y 1985 el desplazamiento de un 4,5% de la población intercomunal: 28.703 familias, lo que equivale a la población de la ciudad de Talca (CED, 1991).
El gran Santiago ha llegado a ser un sistema dual donde coexisten, aunque autoexcluyéndose social y territorialmente, dos culturas urbanas, dos formas de vida y dos diferentes subsistemas urbanos-regionales (opinión dada por el arquitecto urbanista Ignacio Santa María en diversos seminarios relativos a la ciudad de Santiago).
Las dificultades de desplazamiento dentro de la capital, por la congestión vehicular y otros motivos, es otro factor que perjudica la calidad de vida del santiaguino. En el presente, cada año la tasa de motorización aumenta entre un 8% y un 10%, es decir, cuatro veces más que el incremento de la tasa de crecimiento vegetativo de Santiago. Al mismo tiempo, la tasa de viajes está subiendo a 5% anual en los últimos años. Entre 1977 y 1991 el número de vehículos de todo tipo aumentó casi 50%, y más de 90% los vehículos livianos. Actualmente hay 500 mil vehículos en Santiago y se estima que para el año 2000 existirán un millón de unidades.
El tiempo promedio en que los habitantes de Santiago llegan a su trabajo es de 35 minutos. El 60% del transporte lo realiza la locomoción colectiva. En Santiago existen más de 400 líneas con un parque de 11.500 vehículos. De ellos, el 20% pasa por la Alameda y el 60% cruza por el centro de la capital. Hay 265 recorridos, con un promedio de 80 kilómetros de origen a destino, generalmente desde un extremo a otro de la ciudad. Existe un oligopolio del transporte público de alto poder político y económico. Las tarifas de los buses aumentaron un 173% entre 1978 y 1986, alcanzando entonces su punto de máxima utilidad (estado actual). Estas tarifas generan un efecto altamente regresivo afectando a los sectores de bajos ingresos. Cerca de un 30% de los santiaguinos deben gastar un 17% de su ingreso en locomoción colectiva. Hay un creciente riesgo para la seguridad física de los usuarios por la presión competitiva del sistema de libres recorridos y frecuencias y por el sueldo de choferes según el número de boletos cortados.
Por su parte, la participación de los viajes privados (automóviles particulares) ha aumentado desde un 12% en 1977 a un 20% en 1991, lo que ha contribuido notablemente en la congestión vehicular y en la contaminación atmosférica. Las fuentes móviles producen el 24% del total de partículas en suspensión respirables en Santiago.

Centralismo

Reflexionando sobre las causas de esta enfermedad urbana que aqueja a Santiago, y que afecta al país en su conjunto, es inevitable pensar en un asunto que nos pesa desde el momento mismo en que Pedro de Valdivia fundó Santiago de Nueva Extremadura: la carencia de una adecuada planificación de los asentamientos humanos, en el sentido de armonizar el mejoramiento de la calidad de vida de las personas con la conservación de la naturaleza. A raíz de esto, Chile hoy siente los efectos del centralismo y de la desregulación urbana.
Cerca de cinco millones de personas están aglomeradas hoy día en Santiago. Para el año 2000 se estima que la ciudad tendrá unos seis millones de habitantes, los que en el 2020 llegarían a nueve millones. Esto, tomando en cuenta que la actual tendencia es que se estaría terminando la inmigración desde otras regiones.
La avalancha migratoria hacia Santiago, iniciada en la década del 30 por efecto de la crisis económica que desbarató los polos de desarrollo regional de esa época, tuvo su fase de mayor expansión en el período 1952-1960, durante el cual comienzan las “tomas de terrenos” por parte de los sectores populares como forma espontánea de resolver el hacinamiento. En el período 1970-1982, la Región Metropolitana presentó una tasa de crecimiento de población de 2,23 % (el país, 1,16 %), lo cual la ubica entre las tres regiones de Chile con mayor crecimiento en el período. Entre los años 1982-1987 la tasa de crecimiento de población del país fue de 1,95 % y la de la Región Metropolitana de 2,48%, valor que la ubicó en el segundo lugar respecto a las regiones que más crecen en el país.
Sin embargo, según algunos estudios recientes, desde fines de la década del 80, Santiago presenta tendencias hacia la disminución de la tasa de natalidad y a una baja de la inmigración. Esto sería producto de la formación de nuevos polos de desarrollo regional. El origen de este fenómeno estaría en la aplicación desde 1975 de un esquema económico basado en la apertura económica del país al exterior, aprovechando las ventajas competitivas. Las políticas apuntaban a fortalecer las regiones con base económica centrada en los recursos naturales.
Si bien es cierto que en 1974 se inició un proceso de regionalización y de descentralización administrativa, éste contó con serias contradicciones que obstaculizaron la consecución de los fines perseguidos. Tal como dice el documento del CED (1991), “si bien se introdujo elementos de modernización en la estructura y de gobierno interior, su base de representación y los mecanismos de participación son extremadamente restrictivos y reflejan más bien la necesidad del régimen autoritario de hacer compatible la eficiencia en la gestión pública (vía modernidad) con el control político de los actores animados por eventuales disensiones a la política oficial”.
Como corolario de la cuestionada división administrativa, es la intersección de atribuciones que nublan la asignación de las responsabilidades respecto a Santiago, entendido como un sistema. Éste abarca 32 comunas englobadas en la provincia de Santiago. Pero, la verdad es que –a excepción quizás de la periferia de Melipilla- se trata de un solo gran espacio urbano regional (Ciudad-Región), rodeado de un relativamente pequeño “hinterland” interconectado, en todo caso, con numerosos espacios internos aún no urbanizados. Tanto es así que, por ejemplo, uno de los problemas más grandes del gran Santiago, la descoordinación institucional que caracteriza la gestión metropolitana, afecta a una unidad especial que no existe en la estructura de gobierno interior y administración del Estado. La Intendencia Metropolitana –a la cual se agrega ahora el Concejo Regional- es competente para la totalidad del espacio regional urbano, pero también para la totalidad del espacio rural que compite con el urbano por suelo. Mal puede el Intendente Regional resolver los problemas (urbanos) de la zona metropolitana, sin entrar en conflicto con los intereses de las áreas aún rurales. Tampoco el gobernador provincial es competente, ya que el área intercomunal del gran Santiago comprende la totalidad de la provincia de Santiago pero también parte muy importante de las provincias de Cordillera y Maipo.

Desregulación

Otra causa de la actual condición de Santiago fue el proceso de desregulación que desde la segunda mitad de la década del 70 hasta fines de los 80 afectó a la delimitación del espacio urbanizable y al sistema de transporte público. La presión ejercida sobre la periferia de las ciudades, especialmente en el gran Santiago a fines de los años 70, por establecer nuevas urbanizaciones –por el menor costo del suelo respecto de los valores de las áreas más centrales o zonas mejor dotadas de equipamiento- introdujo una fuerte especulación de los terrenos agrícolas potenciales de ser urbanizados y crecientes desequilibrios en los espacios de la tierra. Esto, más la presión de grupos económicos interesados en nuevas inversiones inmobiliarias y, finalmente, la vehemente ideología libremercadista que no se resignaba ante la excepción urbana del modelo vigente, llevaron al Minvu en 1979 a modificar radicalmente la política de desarrollo urbano que regía hasta ese entonces. Asumiendo que el suelo urbano era un bien más, transable en el mercado, y que su libre transacción tarde o temprano terminaría por equilibrar armónicamente el precio del mismo, se dejaron sin efecto los principales instrumentos ordenadores del desarrollo urbano, los Planos Reguladores, y con ello, por ejemplo, se liberaron los límites del crecimiento de las ciudades. Con la dictación del decreto 420 se amplió el área urbanizable desde las 38 mil hectáreas de 1979 a casi 100 mil. En la actualidad, la superficie ocupada por Santiago ya alcanza las 54 mil.
En cuanto al transporte, la desarticulación entre los subsistemas de transporte público se hizo evidente. Un ejemplo de ello es la casi total desconexión entre el Metro y las líneas de la locomoción colectiva sobre tierra, en circunstancias que lo razonable es que el Metro hubiera sido el articulador por excelencia del sistema. Además, el Metro sólo transporta el 8% de la población que se desplaza por Santiago y, para que fuera rentable, los sectores que recorre deberían tener tres veces más densidad de habitantes, con el triple de ingresos.
Un tercer caso de desregulación, con graves consecuencias para la calidad de vida en la capital, lo constituye la mala localización industrial y la falta de fiscalización que haga respetar los códigos sanitarios y de salud del ambiente que existen desde la primera mitad de este siglo.
-Muchas aberraciones se han hecho so pretexto de generar desarrollo económico. Un ejemplo claro fue la instalación de la planta termoeléctrica en Renca en los años sesenta y a la cual yo me opuse entonces. Esto es una muestra de evaluaciones cortoplacistas en busca de beneficios seudoeconómicos, en que los factores ambientales y sociales no han sido tomados en cuenta- señala Juan Honold, presidente de la Comisión de Desarrollo y Medioambiente del Colegio de Arquitectos.

El plan

Después de tres años de estudios y consultas con especialistas, el Minvu entregó los lineamientos de una nueva estrategia de planificación urbana con un horizonte de 30 años. Alberto Etchegaray, ministro de Vivienda y Urbanismo, hizo un resumen de este plan durante un panel organizado por la organización “Acción ciudadana por el medioambiente” en abril pasado. La estrategia considera tres niveles: interregional, regional y metropolitano. En el primero se visualiza una macro-zona central, formada por las regiones Quinta, Sexta y Metropolitana. El segundo abarca la actual Región Metropolitana y plantea la creación de ciudades intermedias que contribuyan a la descentralización y desconcentración. El tercero es el nivel intercomunal, en donde entra el nuevo Plan Regulador de Santiago, el que se encuentra en trámite para ser aprobado por el recién electo Concejo Regional. En la versión del ministro, este nuevo plan fue producto de dos años de trabajo con consulta a 37 comunas. Consta de tres acciones: limitación de la superficie urbanizable hasta 78 mil hectáreas, aumentar en un 50% la densificación promedio de la ciudad y protección de los suelos agrícolas, por medio de la incorporación de Calera de Tango, Pirque y San José de Maipo al plan intercomunal. Medidas complementarias a estas acciones son la reforestación de las áreas urbanas (se proyecta plantar entre 15 a 30 mil árboles al año y crear más de 100 hectáreas de nuevos parques); mejoramiento del equipamiento y de los servicios en los barrios más marginados; generación de subcentros dentro del perímetro urbano; incentivo, por medio de mayor subsidio habitacional, para que las familias ocupen las zonas con baja densidad (comuna de Santiago) y quebrar la tendencia a irse a vivir a la periferia (Maipú, Las Vizcachas, entre otras); pavimentación de calles y mejoramiento del tránsito. En este punto, el ministro de Transporte, Germán Molina, también presente en el citado panel, manifestó que el principio básico es “otorgar prioridad al transporte público y desincentivar la utilización del transporte privado para su uso dentro de la ciudad”.
El Plano Regulador Metropolitano (PRM) ha sido objeto de varias críticas por parte de la comisión de alcaldes encargada de su estudio. Entre ellas –dadas a conocer por la prensa en marzo pasado-, se señala que “mantiene las tendencias actuales de densificación de la Región Metropolitana. La densificación no es un instrumento para planificar el desarrollo y la aplicación de esta propuesta significaría la definición tácita del rol de cada comuna, ubicando las áreas de servicio en la zona céntrica y continuando su despoblamiento. En tanto, las de la periferia deberían absorber una gran población”.
Por su parte, Jaime Silva, secretario regional ministerial de Vivienda y Urbanismo, responde: “Queremos cambiar suavemente las tendencias de crecimiento que tienen las distintas comunas. No es el Plano Intercomunal solo el que va a hacer un Santiago más denso en el centro y menos en la periferia; implicaría una inversión gigantesca que escapa a lo que puede hacer un plan. Nuestro plan quiere ser realista: aprovechar lo que queda de ciudad para densificar. Sería lógico pensar que las 40 ó 50 mil viviendas que se construyen en Santiago las vamos a tener en el centro”.
Entre tanto, Carlos Fuenzalida, autor del libro “Santiago, dos ciudades” y especialista en el tema, sostiene que el plan propuesto no incorpora el tema ambiental y critica la discrecionalidad del documento que “no fue consultado con organismos que tienen clara incidencia en el desarrollo de la ciudad”.
Para Ignacio Santa María, esto del PRM adolece de dos fallas importantes. Una es que, si bien es una buena intención y algo necesario, se carece de la capacidad de implementación al no existir una estructura interministerial técnica y no política que asesore a los ministerios involucrados (Vivienda, Obras Públicas, Transporte, Bienes Nacionales). Al emanar de un solo ministerio (Minvu) es incoherente, ya que la pretensión de generar los cambios, sin ninguna capacidad de recursos económicos (Ministerios de Hacienda y Economía) ni humanos (Educación, Salud), es “como quien tratara de conducir un vehículo sin controlar las ruedas ni el motor”. Propone la creación de Agencias Regionales de Urbanismo (como en Francia), que son fundaciones de bien público, compuestas de un equipo de funcionarios elegidos por las organizaciones sociales, sindicales, empresariales, educativas y políticas de la región. Su deber es gestar la ingeniería social mediante la cual los agentes urbanos toman decisiones coherentes y coordinadas. Auténticas mesas de la democracia regional, en donde se piensa y gesta el desarrollo de las potencialidades de cada región, dentro del respeto a la estrategia nacional.
El segundo error, según él, es que “se cae en el vicio de ser un plan regulador de ocupación de suelos y no lo que debería ser: un esquema de desarrollo intercomunal. Se mete en una serie de reglamentaciones propias de un plan de ocupación de suelos. Su gran error es la ambigüedad. Es de grandes esquemas y detalles, por lo que a las comunas les cae como algo estatista sobreimpuesto. Lo que pasa es que ante la inoperancia de las municipalidades, el Estado quiere intervenir en algo en que no tiene el conocimiento de terreno adecuado”.
Juan Honold, a su vez, estima que la falta de instrumentos no es el problema de fondo.
-Crear fórmulas ideales de administración siempre va a llegar tarde a los sucesos. Es necesario, pero no se puede esperar. La administración ya tiene suficientes instrumentos, lo que ocurre es que no se están ejerciendo las atribuciones que hay. Por ejemplo, ¿por qué no se ha rectificado el decreto 420? Eso debería ser rápido. Además, se debe ser consecuentes en todas las acciones. El Minvu debería buscar la forma de que los planes de vivienda social se realicen dentro del límite urbano y no sigan contribuyendo a la expansión de la ciudad. Otras acciones, como la apertura de vías en el área central de Santiago (como Santa Isabel), deberían ser motivo de acciones conjuntas de renovación urbana.
Según Honold, el ejemplo más contundente de incoherencia es la construcción de la Línea 5 del Metro por el parque Bustamante.
-La Línea 5 debiera haber sido resuelta considerando que es un elemento determinante del proceso de renovación urbana, ya que genera considerable plusvalía. Por lo demás, los 40 millones de dólares adicionales que costaría pasar el Metro por Matta-Prat se pueden recuperar fácilmente con el mismo proceso de renovación urbana que allí se generaría en un período de 10 a 15 años. Se podría localizar a lo menos unos 50 mil nuevos habitantes de clase media en ese sector. Al perderse esta oportunidad significa agrandar la periferia en unas 100 hectáreas más, con la consiguiente pérdida de suelos agrícolas y costos que implica la expansión de las redes de servicios básicos.
El presidente de la Comisión de Desarrollo Urbano y Medioambiente del Colegio de Arquitectos, por su parte, piensa que en una democracia se puede hacer mucho, pero que “hay que hacer lo que se debe hacer”.
-Las políticas del Estado deben conducir a acciones y no a simples formulaciones. Si los planteamientos básicos no van acompañados de acciones consecuentes, el sector privado, que es el encargado de hacer la renovación urbana, recibe malas señales y no se orienta –explica Honold.
Todos coinciden en señalar el fomento intensivo de la regionalización como un elemento indispensable para solucionar los problemas que ha generado el mal desarrollo santiaguino y en incorporar la democracia local y comunal en la toma de decisiones de planificación urbano; asuntos hoy ausentes.
Junto a esto, hay acuerdo en la necesidad de aprender de los errores del crecimiento de Santiago para que éstos no se repitan en otras ciudades del país en vías de convertirse en futuras metrópolis, como Concepción, Temuco, Puerto Montt, Antofagasta, Copiapó, entre otras.
(Publicado en la revista el canelo Nº 43, mayo 1993, páginas 2 a 5)

Enrique Leff, teórico ambientalista mexicano

El papel del ecologismo en la construcción de una democracia ambiental

Por Cristian Sotomayor Demuth

Con voz grave, profunda, habla lentamente pero casi sin pausas. Enrique Leff es un mexicano con pinta de gringo. Viste estricto terno y corbata, aunque por debajo de la manga asoma una delgada pulsera artesanal que lo delata. Y es que su generación es la del mayo francés, de la revolución de las flores y del hippismo. El mismo fue dirigente estudiantil del movimiento de 1968 en México, ése que tuvo un trágico descenlace con la matanza de jóvenes por fuerzas militares en la plaza de Tlatelolco.
Esa época le significó un drástico giro que cambiaría totalmente el rumbo de su vida. De la preocupación por temas técnicos restringidos, propios de su carrera de Ingeniería Química, pasó a interesarse ciento por ciento en la cuestión social. Por ello, sus estudios de postgrado en Francia los realizó en Ciencias Sociales. Es allí donde, en 1969, conoció los planteamientos del ecodesarrollo, debido a los preparativos de la primera Conferencia Mundial sobre Medioambiente, que se llevaría a cabo en Estocolomo en 1972.
Una vez terminados sus estudios, volvió a México y fue contratado por la Universidad Nacional Autónoma, lugar en que realiza su producción teórica acerca de la ecología, la crisis ambiental y la democracia. Desde hace seis años está encargado de coordinar la Red de Formación Ambiental para América Latina y el Caribe, iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), cuya sede se encuentra en Ciudad de México. Su función es asesorar a gobiernos, universidades y a la sociedad civil para efectuar actividades formativas, entendidas como proceso de generación de nuevo conocimiento a través de los valores del medioambiente y del desarrollo sustentable.
En este asunto el canelo lo encontró en Santiago en marzo pasado, en el edificio de la Cepal, participando en la octava Reunión Ministerial sobre el Medioambiente en América Latina y el Caribe, de la cual la Red de Formación Ambiental conforma uno de los programas prioritarios. Como buen funcionario internacional que es, insistió en que sus respuestas son sólo a título personal. Aquí van.

-Actualmente se señala que Chile y México son modelos entre los países en vías de desarrollo. ¿Cree usted que efectivamente el modelo aplicado en estas dos naciones es ejemplo que debiera ser imitado por el resto de los países del tercer mundo?


-Yo no creo que las políticas económicas exitosas sean modelos para exportación. Las experiencias de Chile y México han sido exitosas ya que en un caso han reactivado el crecimiento económico y en el otro han estabilizado la inflación; pero antes que verlos como una panacea, habría que analizar las condiciones que permitieron el éxito de esas políticas de ajuste; sus efectos en el empleo, en la distribución regresiva del ingreso y en el avance de la pobreza, así como las condiciones para que éstas transiten hacia un proceso sostenido de desarrollo sustentable y equitativo. El éxito en el corto plazo de estas políticas no garantiza de antemano lo anterior; la estabilización monetaria no se ha traducido claramente en la reactivación de las inversiones productivas, en una reconversión industrial hacia tecnologías limpias, en un ordenamiento ecológico de la producción ni en la gestión participativa de la población rural y de la ciudadanía de sus recursos ambientales. La estabilización monetaria tiende a darse a costa de una mayor polarización y una concentración del ingreso, de una concentración de los capitales y las inversiones a costa de las pequeñas y medianas empresas, de un descenso de los salarios reales de las clases medias y un incremento de la pobreza y la miseria crítica. Por su parte, no está probado que las políticas neoliberales sean las únicas ni las mejores para valorizar y potenciar el patrimonio de recursos naturales y culturales de los pueblos de América Latina y para promover el desarrollo sustentable. Dudo que la liberalización del comercio y mecanismos ciegos del mercado sean capaces por sí solos de reestablecer los equilibrios ecológicos y la justicia social, por lo que es necesario explorar otras estrategias y políticas para poner en práctica los principios de la gestión ambiental y la construcción de una racionalidad productiva alternativa.

-En nuestro país, gobierno y empresarios están empeñados en convencernos de que el modelo de desarrollo vigente puede ser sustentable. ¿Es ello una desvirtuación del concepto original de desarrollo sustentable expuesto por la Comisión Bruntland?

-No creo que el interés de los gobiernos y los empresarios por apropiarse el concepto de desarrollo sustentable dentro del modo de desarrollo vigente desvirtúe el concepto formulado por la Comsión Bruntland. En realidad no es sino una consecuencia de un proceso que ya se perfilaba en Nuestro Futuro Común, como un propósito de subsumir y normalizar la cuestión ambiental dentro de la racionalidad económica y productiva dominante. Claro, todo ello sin negar las reivindicaciones de la sociedad por una mayor democracia y participación, y reconociendo los nuevos derechos ambientales, incluyendo los de las poblaciones indígenas y las demandas de equidad de los países del sur en los procesos de globalización económica. Con los trabajos de la Comisión Bruntland se buscaba diagnosticar hacia mediados de los 80 el avance de las políticas ambientales para revertir los procesos crecientes de degradación que se fueron acentuando desde la Conferencia de Estocolmo y la emergencia de nuevos problemas ambientales. Pero al mismo tiempo, la recesión económica de los años 80 y la crisis de la deuda financiera de los países del sur (principalmente de América Latina) hacían aparecer al problema económico como más apremiante que el deterioro ambiental.
"Al no percibir claramente las interdependencias entre esa racionalidad económica y la degradación ambiental, al no poder imaginar una racionalidad alternativa capaz de potenciar e integrar a los procesos ecosistemáticos conservadores y productores de recursos en estilos alternativos de desarrollo, la tendencia dominante ha sido conjugar el binomio medioambiente y desarrollo dentro de la racionalidad económica dominante. De esta forma se ha impuesto una visión neoliberal del concepto de desarrollo sostenible que busca convencer que las leyes del mercado y el libre comercio son los mecanismos más idóneos para promover el reestablecimiento de los equilibrios ecológicos y la equidad social, como si éstos no hubieran guiado anteriormente un crecimiento económico antinatura y generado un ambiente degradado como externalidad del sistema económico. Este discurso dominante del desarrollo sostenible busca desplazar al discurso crítico y propositivo del ambientalismo".

-¿Se han puesto realmente verdes los empresarios latinoamericanos o se trata aún de la utilización del discurso ecológico como herramienta de marketing?

-Se percibe una presión hacia la reconversión tecnológica en las industrias, hacia el desarrollo de tecnologías limpias, pero como ello implica un costo que habría que descontar de la tasa de ganancia, el cambio es lento, y como en algunos casos es reemplazado por procesos de simulación, por disfraces ideológicos, aparecen como parapeto ante los embates del ambientalismo, más que como una herramienta de marketing. Aunque hay que reconocer también la emergencia de nuevas ramas de la industria productora de productos "ecológicos" y biodegradables y no faltan los intentos de mostrar en la práctica que el ambiente es una oportunidad más que un costo de la producción.
"El ambientalismo se ha convertido en un juicio ético y una normativa del Estado, cuyas sanciones jurídicas y morales buscan evitar los empresarios. En todo caso, sea por la presión social sobre las conciencias, sea por la aplicación de normas ecológicas, los empresarios latinoamericanos se están viendo presionados a disminuir sus impactos negativos sobre el medioambiente y a sumarse a la corriente de cambios hacia el desarrollo sustentable; es un proceso de intereses contradictorios, donde se contraponen los valores del ambiente a la compulsión hacia la maximización de la ganancia por la vía de la sobreexplotación de la naturaleza".

-Después de la Cumbre de Río se ha visto un intento por controlar y "domesticar" la movilización ecologista por parte de los organismos públicos e intergubernamentales. La experiencia de los movimientos sociales cooptados por los aparatos político-estatales muestra cómo esas ansias de cambio terminan siendo aplacadas. ¿Le parece que sea así? ¿Cuál es el rol de las Naciones Unidas en este fenómeno?

-El intento por "controlar y domesticar" la movilización ecologista por parte del Estado y los organismos internacionales es anterior a la Cumbre de Río y es resultado de las luchas de poder entre el Estado y los intereses establecidos frente a la expresión y manifestaciones de disidencia y el cuestionamiento de la sociedad civil organizada en torno a los problemas ambientales. Yo diría que hasta cierto punto es un hecho político normal. Lo que allí se pone en juego son las estrategias de poder de los poderes establecidos frente a las estrategias de transformación del movimiento ambientalista, y donde no cabe juzgar la falta de paternalismo o proteccionismo del Estado hacia los grupos ecologistas: son ellos los que deben definir sus estrategias de poder, su sentido transformador y sus luchas de resistencia frente a la capacidad cooptadora o dominadora de los poderes establecidos. Es el propio movimiento el que debe mostrar su eficacia en la participación de la sociedad en la gestión de los recursos ambientales.
"Las Naciones Unidas han reconocido la demanda de la sociedad civil de participar en los procesos de toma de decisiones y en los cambios políticos de nuestro tiempo. El Pnuma creó así un foro que vincula a diversos organismos no gubernamentales e instituyó el premio Global 500 para reconocer e impulsar las acciones y proyectos ambientales de investigadores y grupos de la sociedad civil. Sin embargo, no compete a las Naciones Unidas intervenir en los procesos políticos internos de los países, donde se está definiendo el papel del movimiento ambiental y del Estado en la transición hacia la democracia y el desarrollo sustentable".

-El catedrático español Antonio Colomer, en una ponencia que publicó el canelo, afirmó que "hoy vemos unas sociedades donde el tejido asociativo está absolutamente desarticulado y donde el crecimiento opresivo de las estructuras del Estado es cada vez mayor". ¿Coincide usted con este diagnóstico?¿Cómo se relaciona con esta problemática el tema de "ecología y democracia"?

-Pienso que habría que matizar ese supuesto carácter crecientemente opresivo del Estado, y su acción desarticuladora del tejido social. Esto sobre todo cuando se está avanzando (no sin contradicciones y retrocesos) en una tendencia hacia la democracia en América Latina, que busca dejar en el pasado los regímenes totalitarios, autoritarios y dictatoriales que han prevalecido en muchos países de la región. Sin embargo, la globalización de la economía y su penetración en todos los intersticios de la sociedad, han transformado muchas formas de vínculo social, de identidad cultural, de arraigo a prácticas tradicionales de producción, comunicación, convivencia, creando un nuevo tejido social cohesionado en torno a los valores del mercado y la globalidad. De allí surge una respuesta social por la democracia, por la descentralización económica, por la diversidad cultural y por la desconcentración de los poderes homogenizantes. Es este nuevo tejido social el que se encuentra desarticulado en espacios de solidaridad local y democracia restringida. Esto no sólo se debe a una voluntad desarticuladora del Estado, sino a las estrategias del propio movimiento ambiental. El ecologismo se manifiesta crítico de los poderes establecidos y prudente ante cualquier forma de asociación con el Estado y con los partidos políticos. De esta forma ha definido sus estrategias de poder en espacios locales y restringidos de actuación; en muchos casos se viene manifestando como un movimiento reactivo y denunciativo, más que como un movimiento orientado a construir una nueva racionalidad social y productiva y a constituir un frente común que articule esas acciones locales en nuevas formas solidarias de asociación a nivel global.
"El que el Estado esté en vías de democratización y de adelgazamiento, no implica que esté dispuesto a ceder el poder centralizado hacia las iniciativas descentradas y los poderes locales de la sociedad. Estamos viviendo las controversias y disyuntivas de la flexibilización y fraccionamiento de los grandes poderes federados frente a las demandas de autonomías nacionales, regionales, locales y religiosas, cuyos riesgos han puesto de relieve la crisis y transformación de los países de Europa del Este".
"Toca al propio movimiento ecologista, en su proceso emancipatorio, transitar de su revuelta contra el autoritarismo del Estado y de su papel reactivo, hacia la elaboración de estrategias de poder que vayan flexibilizando y democratizando al Estado, y nuevas estrategias productivas, que vayan desconstruyendo los mecanismos del mercado para incorporar los potenciales ecológicos, tecnológicos y humanos a los procesos de una producción sustentable. El ecologismo o ambientalismo no sólo se relaciona de múltiples formas y de manera muy directa al proceso de transición hacia la democracia, sino que aporta importantes bases y principios a un nuevo concepto de democracia. El ecologismo reivindica las luchas sociales contra todo tipo de poder autoritario y centralizado, por la paz y la defensa de la naturaleza y por los derechos de los hombres a participar en las decisiones que afectan sus condiciones de vida y sus futuros posibles. Pero el derecho por la calidad de vida y por la participación de la población en la gestión de sus recursos ambientales ofrece criterios de movilización y participación que van más allá de los que establecen las democracias representativas, apuntando hacia un concepto de democracia directa y participativa".
"En ellas se incluyen no sólo el compromiso con las generaciones futuras, sino también la reivindicación de la diversidad cultural y por la facultad de intervenir en la construcción de futuros posibles, antes de asumir pasivamente los dictados de los mecanismos omnipresentes del mercado como Ley Suprema de la naturaleza y de la sociedad. La democracia ambiental plantea así no sólo el reconocimiento del patrimonio natural y cultural de los pueblos, sino que induce un proceso de reintegración y reapropiación de la naturaleza como base de sustentación de la vida y como medio de producción. En este sentido, la socialización de la naturaleza va de la mano con una democratización de la producción y una redistribución de los bienes de la naturaleza entre los hombres".

-¿Es el ecologismo una alternativa política para Latinoamérica y para el mundo?

-El que el ecologismo sea o se convierta en una alternativa política para Latinoamérica y para el mundo depende de cómo se le defina. Un ecologismo que no sea más que un marco normativo con criterios y límites de sustentabilidad para la producción no dejará de ser un campo de externalidad y de ocupar un espacio político marginal, que de alguna forma quedará subsumido o asimilado a la racionalidad económica y al poder político prevaleciente. El ambientalismo dejaría de ser crítico y propositivo de nuevas causas y nuevas utopías sociales; dejaría de ser un movimiento "alternativo" para ser tan sólo una dimensión más del desarrollo.
"El ambientalismo ha sido caracterizado como un síntoma de una crisis de civilización y ha establecido principios éticos y productivos para la construcción de una nueva racionalidad social. De la manera cómo estos principios sean movilizados y se conviertan en una nueva praxis, dependerá el que el ecologismo sea motor de importantes cambios sociales, políticos y productivos, o que permanezca como uno más de los nuevos movimientos sociales con espacios restringidos de actuación que enriquecen la cultura política, pero que no aparecen como procesos de transformación del nivel global. Para ello, las reivindicaciones ecologistas deberán pasar de sre demandas conservacionistas y locales, para insertarse en las luchas y reivindicaciones globales de emancipación de la humanidad, de creación de nuevos sentidos civilizatorios, que enriquezcan la transición democrática más allá de su carácter electoral y representativo y construyan una nueva racionalidad productiva que libere la creatividad del hombre, los potenciales de la naturaleza y los sentidos de la existencia de las pautas y a los grados de libertad que establecen las leyes ciegas del mercado".
"Más aún, para convertirse en una alternativa política, el ecologismo debe arraigarse socialmente y mostrar su capacidad para resolver los grandes procesos de degradación socioambiental, incluyendo en ellos la erradicación de la pobreza, la satisfacción de las necesidades básicas y la elevación de la calidad de vida de las mayorías. El ambientalismo deberá dejar de ser un movimiento "anti" para ser motor de nuevos estilos de desarrollo que democraticen la producción, el acceso a los recursos y la toma de decisiones, permeando los idearios políticos y los programas de gobierno. Sólo así el ecologismo transitará hacia un movimiento social de masas fincado en los valores y potenciales de la naturaleza y en una nueva solidaridad entre los hombres.

-¿Cuál es el objetivo de la formación ambiental?

-La importancia de la apropiación social del saber, que es lo que posibilita como un recurso estratégico fundamental la apropiación social de la naturaleza, la apropiación socialmente sancionada, orientada hacia la equidad social, la justicia social. Obviamente, detener el deterioro ambiental, pero sobre todo repensar los factores de la producción, los factores del desarrollo y pensar que es posible ver el medioambiente no como restricción del desarrollo, del crecimiento económico, sino como un posible nuevo potencial... Un proceso de desarrollo mucho más descentralizado, que haga coincidir los criterios políticos de una democracia ambiental, en el sentido de una democracia directa, participativa, con nuevos medios de producir y distribuir riquezas, considerando no solamente la diversidad ecosistémica del planeta, sino también la enorme riqueza cultural que conforman las etnias, los distintos grupos sociales, los distintos países de la Tierra, la múltiple y heterogénea raza humana.

(Publicado en la revista el canelo Nº43, en mayo de 1993. Páginas 33 a 35).

Autoconstrucción por ayuda mutua

Una alternativa solidaria para la vivienda social
Por Cristian Sotomayor
Desde 1991 una sociedad de profesionales llamada Taller Norte viene desarrollando, en comunas populares de Santiago, programas de mejoramiento habitacionales con densificación, a través de métodos de construcción por ayuda mutua. Estas son las primeras experiencias concertadas entre pobladores, particulares, municipios y organismos públicos desde 1973.
Cuando a la señora María Farías le propusieron, en una reunión en la junta de vecinos efectuada en diciembre de 1990, que se incorporara a un proyecto piloto de construcción por ayuda mutua, ella se mostró muy escéptica. Fue Juan, su yerno, quien vivía con su esposa e hijo, allegado en su terreno, el que la convenció para que participara. Doña María había llegado a Peñalolén en 1971 y ahora vivían cinco personas en un par de mediaguas, de esas del Hogar de Cristo.
Juan asistió durante cuatro meses al taller ubicado cerca de la población. Allí aprendió nociones básicas de construcción y ayudó en la prefabricación de las "locetas" que servirían de muros. Una vez finalizado esto, se armaron los grupos de ayuda mutua y comenzó la obra.
Entretanto, doña María se incorporó a un comité que las 18 familias beneficiadas organizaron para juntar dinero, a través de distintas actividades y así poder adelantar la obra, en espera del subsidio que se demoró en llegar.
-Cuando veía que los meses pasaban, varias veces pensé retirarme, pero Juan insistió en que prosiguiéramos- confesó doña María.
Los grupos de ayuda mutua trabajaban guiados por los maestros todos los sábados y domingos y ya, por fin, las casas estuvieron listas en septiembre de 1991. Para la construcción de los segundos pisos se utilizó el reciclaje de la madera de las antiguas viviendas. La casa de doña María cuenta con 42,16 metros cuadrados y la de Juan con 32,30.
El costo de cada casa fue de entre 110 y 120 UF, de las cuales la familia colocaba un ahorro de 5 UF. El resto lo financió con créditos de Peñasol, subsidio estatal y aportes del gobierno griego.
-Todo el proceso fue rico; hubo unión entre la gente y tuvimos bastante convivencia- cuenta doña María-. Es bueno que la gente participe porque no es lógico que esperen a que se lo hagan todo o le regalen las cosas. Todos tienen que poner un grano de arena y así se avanza más rápido.
En la segunda etapa de este proyecto, entre febrero y agosto de 1992, se trabajó con 15 familias más de Peñalolén. Esta fue más rápido ya que el subsidio y crédito estatal llegaron a tiempo.
Como una continuación de esta experiencia piloto, Taller Norte realiza actualmente un programa de densificación con mejoramiento habitacional para 100 familias en la comuna de San Joaquín.
La historia chilena de la autoconstrucción
Una de las primeras manifestaciones de autoconstrucción de viviendas por ayuda mutua en sectores populares ocurrió en los comienzos del presente siglo, entre algunas iniciativas que surgieron de los propios obreros, organizados en cooperativas de construcción en algunas ciudades del país.
-En la génesis de esas iniciativas influyó el pensamiento anarquista, el cual contaba en esa época con varios representantes en Chile- comenta Víctor Basauri, coordinador de Taller Norte.
Posteriormente, la autoconstrucción con ayuda mutua reapareció, como acción concertada, en la década del 50.
-Con la crisis económica de los años 30 -relata Basauri- comenzó una avalancha migratoria hacia Santiago, que se llenó de poblados populares que ocupaba terrenos en situación ilegal y con pésimas condiciones sanitarias. Este problema reventó en la década del 50 y se llevaron a cabo varias tomas de terrenos fiscales, como los campamentos San Gregorio y José María Caro. Estas acciones contaron con el respaldo de la Iglesia Católica, de las agrupaciones de estudiantes universitarios y de los partidos populistas.
Ante esta realidad, el gobierno de Ibañez (1952-58) impulsó el Programa de autoconstrucción y ayuda mutua, que tuvo su origen en los convenios de cooperación técnica entre los gobiernos de Chile y Estados Unidos. El objetivo era realizar programas cooperativos de vivienda con la posibilidad de que las familias contribuyeran con su trabajo en la autoconstrucción de sus casas. Existía un beneficio recíproco entre los participantes y contaba con la ayuda de una entidad externa al grupo, de origen estatal, municipal o privada.
En el siguiente período de gobierno (Alessandri, 1958-64), se continuó con algunos indicadores de autoconstrucción concertada, pero es con el régimen democratacristiano (Frei, 1964-70) que la autoconstrucción con ayuda mutua pasó a ser parte de la política habitacional del país para los sectores de bajos ingresos. Esta tendencia se explica por la influencia que tuvieron en el humanismo cristiano los teóricos de la autogestión.
El ejemplo más conocido, pero no único, es la Villa La Reina en la comuna de ese nombre en Santiago, en que los pobladores asociados con el municipio construyendo sus casas por autoconstrucción con la asistencia técnica de aquél y una empresa de trabajadores (Imporei), productora de materiales de construcción.
Esa experiencia puntual es la base de la Operación 20.000 a fines de los sesenta, que consistió en organizar comunidades de pobladores a lo largo del país para que autofabricaran y montaran elementos y complejos de viviendas industrializadas, con la posibilidad de que formaran posteriormente empresas populares independientes. Estos programas fueron asistidos técnicamente por la Corporación de Servicios Habitacionales (Corhabit), hoy desaparecida.
Al inicio del gobierno de Allende, el problema de la vivienda social se definió como labor del Estado y las iniciativas asociativas de autoconstrucción y ayuda mutua se vieron con desconfianza y como competitivas al trabajo legítimo del trabajador de la construcción.
-Al comienzo del gobierno de la Unidad Popular se dijo que significaba una sobreexplotación para la gente. Yo -indica Basauri- era director regional de la Corhabit y el Ministerio de Vivienda no nos dejaba hacer autoconstrucción. Sin embargo, como las tomas de terreno continuaron y la gente pedía participar, se reanudó. Ya para 1972-73 estábamos todos de acuerdo en que sin autoconstrucción el problema habitacional no se iba a resolver.
Ejemplos son los Planes 20.000, que continuaron en Arica, Talca y otras ciudades que mantenían la participación y la ayuda mutua. Las experiencias de campamentos como Nueva La Habana, generaron dinámicas positivas en lo que se refiere al mejoramiento del hábitat barrial, la construcción de la vivienda y la planificación local participativa con apoyo de las universidades.
El 11 de septiembre de 1973 se cortaron. Éstas venían abriendo caminos novedosos y únicos en las producción de la vivienda social. Autoconstrucción, ayuda mutua, asistencia técnica gratuita, participación popular, control social, apoyo solidario pasaron a ser palabras prohibidas y sediciosas.
Sin embargo, el creciente déficit habitacional, las crisis económicas y la movilización popular contra la dictadura hicieron que al inicio de la década del 80 reapareciera la autoconstrucción por ayuda mutua. Pero esta vez de la mano de organizaciones no gubernamentales, vinculadas a los partidos políticos opositores y a la Iglesia Católica. Estos contaban con recursos provenientes de agencias internacionales de desarrollo. Estas iniciativas se multiplicaron en las poblaciones periféricas y marginales a raíz del terremoto de 1985 y de las inundaciones en 1987. Desde aquí las ONGs de vivienda entraron en proceso de acercamiento a la formalidad en las cuestiones financieras y en la legalidad normativa municipal. Sólo hacia el término de la dictadura hubo tímidas tentativas de alcaldes, como en La Florida y Peñalolén, para que algunas ONGs implementaran actividades de construcción por ayuda mutua en ciertas poblaciones.
Con el retorno al sistema democrático de gobierno, la construcción por ayuda mutua vuelve a tener posibilidades de convertirse en programas concertados entre agrupaciones de beneficiarios, organizaciones sociales, ONGs, universidades, municipios y organismos públicos. No obstante, este proceso ha sido lento y no sin dificultades.
-Lo que sucede -explica Basauri- es que, por una parte, el actual sistema que ha heredado el Ministerio de Vivienda (Minvu) consiste en un simple traspaso de los fondos hacia las empresas privadas lucrativas que construyen las viviendas sociales, sin ninguna participación de los beneficiarios. Por otro lado, a las ONGs de vivienda también les ha costado adecuarse a la nueva realidad de formalización y disminución de los recursos extranjeros. Pero -continúa Basauri- la cosa empieza a mejorar, ya que el Minvu ha comenzado a dar señales positivas. Por ejemplo, parece que se estarían cambiando algunos decretos tendientes a considerar la alternativa de la construcción por ayuda mutua, para lo cual es fundamental que junto con los préstamos y subsidios para la construcción, se cuente con financiamiento para la asistencia técnica que otorgan las ONGs de vivienda.
(Publicado en el canelo Nº 43, mayo de 1993, páginas 40 y 41, sección Experiencias)

miércoles, marzo 31, 1993

Gitanos


1.000 años de viajes en el cuerpo

Los gitanos no usan barba a menos que estén de luto.

Se calcula que en Chile residen aproximadamente unos ocho mil gitanos. Es posible observar sus carpas multicolores en las afueras de las ciudades o grupos de mujeres caminando por las calles, con trajes que evocan lejanos lugares y tiempos remotos. Películas como “Tiempo de gitanos”, artistas como Gipsy King, canciones que hablan de gitanas hermosas. Algo de ellos nos gusta y atrae, pero la verdad es que la mayoría de los chilenos los conoce poco y se deja llevar por los prejuicios. Quien se dirija a la Biblioteca Nacional confirmará lo dicho: acerca de los gitanos (o zíngaros) existe un único libro, editado en Barcelona nada menos que en 1915.

A fines del siglo pasado, estudios profundos del idioma gitano (romané) revelaron una enorme similitud con los dialectos indos. El descubrimiento aclaró que esta gente caucásica oscura tenía por patria el noroeste de la India. Resultaron así emparentados con todos los pueblos indoeuropeos, entre ellos con los iraníes, eslavos y germanos.

Aunque se desconoce la época exacta en que los gitanos –nómades desde tiempos inmemoriales- dejaron la India, es probable que se alejaran de sus fronteras en migraciones sucesivas iniciadas alrededor del año mil d.C. El motivo de su partida se presume que fue la búsqueda de la libertad, pues habrían sido esclavizados al considerárseles una secta menor. Despreciativamente se les llamaba paishatcha (espíritu maligno o demonio nómade).

Aparecieron en Persia en el siglo XI. Al poco tiempo –cuentan crónicas bizantinas- ya eran numerosos en Asia Menor. Desde allí algunos pasaron al norte de África y muchos, cruzando la estepa rusa, llegaron a Europa oriental a comienzos del siglo XIV. Pero fue la invasión del temido conquistador tártaro Tamerlán, que asoló la India en 1398, la que hizo huir a millares de gitanos.

En grandes contingentes éstos arribaron a Europa occidental en pleno Renacimiento, durante el siglo XV. Rápidamente se expandieron por el continente, desde los países balcánicos hasta Finlandia y España.

Al principio tratados con respeto, por creerlos pobres peregrinos descendientes de antiguos faraones, fueron luego –a causa de su vida errante y costumbres exóticas- rechazados de las poblaciones donde entraban. Acusados de vagos, brujos y ladrones, empezaron a ser perseguidos en toda Europa. Fueron expulsados por la mayoría de los monarcas de Europa occidental.

En la práctica, sin embargo, todas estas leyes y edictos resultaron letra muerta, pues esta gente ha persistido en su forma de vida.

Si bien la segregación nunca se aplacó, durante la Segunda Guerra Mundial rebrotó con gran virulencia. La mayor persecución la sufrieron durante el régimen nazi, en donde murieron por miles asfixiados por el gas en los campos de concentración. El número de víctimas, dependiendo la fuente, varía desde los 40.000 hasta el medio millón.

En los últimos 150 años estos vagabundos se expandieron y se hicieron a la mar. Así, han llegado a las Américas y Australia, escapando de las atrocidades de las guerras.

Empezaron a llegar a Chile desde fines del siglo pasado. Provenientes de variadas naciones. La gran mayoría eran tribus originarias de regiones como Serbia (Austria-Hungría), que arribaron masivamente a nuestro país escapando de la Primera Guerra Mundial, en 1918. Vinieron también rumanos, rusos y un pequeño pero influyente número de familias del norte de Africa, específicamente, egipcios y libios. Aquí unieron sus nombres y costumbres. Los europeos impusieron sus apellidos eslavos y los norafricanos, aprovechando nuestro clima benigno, propagaron la tienda beduina en reemplazo del tradicional carromato.

Sagrada virginidad

Para develar algo el misterio que rodea a los gitanos, el canelo tomó contacto con la familia Aristich, cuya casa se encuentra en el paradero 18 y medio de la Gran Avenida, en la comuna de La Cisterna de Santiago.

El núcleo familiar está compuesto por el padre (dade en gitano), Nicolás; la madre (male), Lucrecia; tres hijos (chavrós): Hugo, Jorge y Nino; y por tres hijas (chorrís): Lola, Pantera y Esmeralda. Junto a ellos vive una tía (vivi) de Nicolás: Carmen.

La casa de los Aristich es blanca, con un amplio patio delantero cubierto de piedrecillas. En él está la camioneta de la familia, tipo Chevrolet C-10. El interior de la construcción es amplio, con varias habitaciones y techo alto. Abundan alfombras de tonos rojos y cortinas azules. En la sala que hace de recibidor hay sillones y un sofá. Las demás piezas tienen cojines y sillas. En las paredes hay fotografías familiares, de esas en blanco y negro que son luego coloreadas. También hay tapices con la figura de John Kennedy.

-Es que lo queríamos porque era muy humano- explica Lucrecia.

El matrimonio Aristich –primos entre sí- ha viajado por varios países de América visitando paisanos: Estados Unidos, México, Guatemala, Argentina, Perú y Bolivia. En éste último nació su primer hijo, Hugo, en 1965, un año después de que se casaran por acuerdo de sus familias. De cada país han guardado algún recuerdo, como un par de sombreros de charros mexicanos que muestran orgullosos.

Nicolás y Lucrecia ya son abuelos. Hugo está casado con Carmen (Changa) y tienen dos hijas: Lira y Maruzia, de cuatro y siete años respectivamente.

Antes, los padres determinaban con quién se casarían sus hijos. Actualmente, los muchachos pololean informalmente y son ellos mismos los que escogen con quien establecer el noviazgo. La mayoría de los jóvenes se desposa alrededor de los 20 años. Cuando la pareja desea casarse, él se lo comunica a sus padres y éstos van a “pedir la mano” a la familia de la muchacha. Una vez que los padres de la novia dan su aprobación, se negocia el precio que se debe pagar por la hija. Generalmente, al final se llega a una suma simbólica de 20 a 30 mil pesos.

Los invitados comienzan a levantar sus carpas, en ruedo, tres días antes de la ceremonia. En ésta, primero se efectúa un almuerzo. Cada tribu en su propia mesa. Los hombres sentados en sillas y las mujeres en el suelo. El plato central es el dolma: arroz con carne molida de cerdo y vacuno, envuelto con hojas de repollo. Finalizada la comida, se simboliza el rapto de la novia por parte de la tribu del novio. Se produce un diálogo y bromas entre las partes, sobre un “corderito” que andan buscando. Por último, una hilera de mujeres, encabezadas por un paisano que lleva una bandera roja, se aleja con la novia al ritmo de la música. Llegan a un poste en el que se coloca el emblema. El novio lo toma con el brazo extendido y la novia pasa tres veces por debajo de él. Se abrazan y todos celebran. Luego, se hace circular una fuente con agua, en la que los invitados depositan sus regalos: billetes de alto valor, monedas de oro y plata.

La fiesta prosigue con el baile: cumbia y música del medio oriente; ésta acompaña la danza gitana típica, llamada romané.

En la madrugada del día tercero, una gitana de edad avanzada revisa las ropas de la novia para dar fe de la virginidad de la muchacha. Si da el visto bueno, se da un disparo al aire, se baja la bandera del mástil y se da a cada uno la mitad de una manzana que colgaba del poste.

En caso de no mostrarse la virginidad de la novia, el matrimonio no queda establecido. La familia de la muchacha debe pagarle a los padres del novio todos los gastos en que incurrieron para la fiesta, “desde la sal para arriba”, dicen.

Entre los zíngaros el divorcio es permitido, sólo es necesario que el que desea terminar el vínculo convoque al tribunal gitano o kris y que dé buenas razones para su decisión. Las causales pueden ser la infidelidad, el maltrato o la falta de amor.

Romané, radio y televisión

Mientras nos servimos un vaso con café gitano (parecido al “turco”), Nicolás cuenta cuáles con las cosas que identifican a los gitanos.

-En primer lugar es nuestro idioma: el romané. Junto con esto está el gusto por viajar, en carpas o con acoplado. Luego, se encuentra el atuendo de las gitanas: el vestido o suñias, la blusa o gat y, en las casadas, el pañuelo o dicló.

Las raíces fonéticas y gramaticales del romané nacen del sánscrito, el antiguo lenguaje sagrado de la India. Enriquecido después principalmente con palabras persas, griegas y eslavas, es hoy una lengua vivaz y muy expresiva, que lamentablemente carece de una tradición escrita.

-Nosotros sólo hablamos castellano cuando hay chilenos presentes. Si estamos entre gitanos, conversamos solamente en romané –explica Lucrecia-.

Cuando pensamos lo hacemos con palabras del idioma gitano, por lo que hablar español nos significa un esfuerzo de traducción.

Jorge, a su vez, comenta que es muy fácil aprender el romané, mucho más que el inglés, dice, ya que la construcción de las frases es parecida al castellano.

-Hace unos años atrás conocimos a un chileno que quería aprender el idioma gitano. Le enseñamos un vocabulario bien completo que él iba anotando en un cuaderno. Luego no lo vimos por un tiempo y, cuando regresó, hablaba perfectamente el romané- cuenta Jorge.

Si bien es cierto que las nuevas generaciones saben leer y escribir en castellano, no puede decirse que sean amantes de la lectura. Los medios de comunicación preferidos por los gitanos son indiscutiblemente la radio y la televisión.

Ver imágenes de otros paisanos o escuchar el romané en medios audiovisuales les produce gran satisfacción.

-Fue muy emocionante oír el mensaje que en idioma gitano dio un paisano, diputado español al Parlamento Europeo, en un programa de televisión. También el Papa nos habló en romané cuando hizo la bendición a todo el mundo; nos sentimos muy halagados –comenta Nino con orgullo.

Por el hecho de no contar con registros escritos, en el ambiente gitano no es raro que existan tantas versiones sobre un suceso del pasado como paisanos que la cuentan, y que todos digan: “no le crea mucho a ése, yo le voy a contar la verdad”. Un chileno que conozca poco a los gitanos seguramente los encontrará muy “cuenteros”. Desde el ángulo zíngaro, los gallé (no gitano) somos bastante poco cumplidores de nuestra palabra: “mentirosos”. Para los gitanos el compromiso oral es de enorme importancia, tanto como lo es para un chileno un documento escrito y firmado.

“No hacemos el servicio militar”

Nicolás se dedica a la compra y venta de artefactos en general y es aficionado a concurrir a las casas de remate.

-En Chile hay mucha delincuencia porque los sueldos son muy bajos y hay demasiada diferencia entre ricos y pobres. La educación y la salud deberían ser gratuitas –afirma Nicolás.

Con respecto a la política nacional, Nicolás comenta que muchos tienen carné electoral y que también votan en las elecciones, pero que lo hacen individualmente, sin ponerse de acuerdo entre los paisanos. No obstante, reconoce que los gitanos prefieren la democracia y la libertad.

-Los gitanos somos no violentos, pacíficos. Es muy difícil que un conflicto entre nosotros termine con muertos, como pasa entre ustedes. No nos gustan las guerras y no hay gitanos extremistas. Ningún paisano se presentaría de voluntario para la guerra. Los jóvenes de nuestro pueblo no se inscriben en los cantones de reclutamiento, por lo que no hacen el servicio militar.

Lucrecia es, para los clientes que la frecuentan, la señora Teresa, “parasicóloga consejera del hogar con 20 años de experiencia”, que interpreta a través del tarot y del naipe egipcio. Sus pacientes le piden hora al fono 525 18 07 y los recibe en una pieza de su casa decorada especialmente. Las paredes están cubiertas por cortinas que le dan un aire oriental. Sobre una de ellas cuelga un diploma: “Lucrecia Aristich Marincovich. Instituto Mentalista de Chile, 28 de diciembre de 1970”. En un rincón hay una mesa baja cubierta con un tapiz que muestra una imagen de Jesucristo. Encima hay crucifijos y un cáliz dorado, una estatuilla de Buda, un cuadro con figuras de vírgenes y santos y un conjunto de velas multicolores.

-La astrología, la quiromancia y la parasicología no son poderes mágicos. Se adquiere ese conocimiento a través de mucho estudio y práctica. Lo que se desarrolla es una percepción especial, algo así como la sicología- aclara Teresa mirando fijamente a los ojos, como es costumbre entre los gitanos-. Las personas vienen a mi consulta por problemas de comunicación en la familia, dramas amorosos o vacíos existenciales.

Agricultor y gitano, imposible

Una de las leyendas que contaban los gitanos dice que eran descendientes de los faraones y que provenían del antiguo Egipto. Esta versión fue tan difundida entre los europeos, que por ella les denominaron “egiptanos”, que finalmente derivó en gitanos.

El origen mítico más difundido entre los zíngaros hoy en día es el que afirma que provienen de una de las doce tribus de Israel; hijos del legendario Abraham, el primer nómade sobre la tierra. La Biblia lo dice en Jeremías 35:7, 8: “No edificaréis casa, ni sembraréis semilla, ni plantaréis viñedo, ni poseeréis nada, sino que en tiendas pasaréis toda vuestra existencia, para que viváis muchos días sobre la faz del suelo, donde sois forasteros”.

En Chile, la mayoría de los gitanos son católicos, devotos de vírgenes y santos, como San Sebastián, a quien van a visitar los 20 de enero a Yumbel. Aproximadamente un tercio sería evangélico, los cuales asisten a diversos templos, leen mucho la Biblia y rechazan la ingestión de alcohol.

-Entre nosotros hay de todo: cristianos, ateos e incluso hay quienes creen en ése- indica Jorge apuntando con el dedo hacia el suelo, como diciendo “el demonio”-. Personalmente creo en Dios, pero no pertenezco a ninguna iglesia- agrega.

La iglesia adventista gitana del séptimo día está ubicada en el paradero 22 de la Gran Avenida. Se ha convertido en un lugar de reunión y centro de referencia para los gitanos, quienes la respetan independientemente del credo que profesen. La juventud zíngara se junta los martes y jueves en la tarde, allí rezan, leen la Biblia y escuchan los consejos de pastores gitanos. También organizan colectas para los paisanos enfermos o que han sufrido desgracias y cuentan con un conjunto de muchachos que canta y realiza giras para recolectar fondos. Muchos son los niños gitanos que han aprendido a leer y escribir en los cursos que imparte esta iglesia.

A Lucrecia le interesa mucho el tema de la educación. Todos sus hijos han aprendido a leer y escribir, para lo cual han sido muy rápidos e inteligentes, asegura. Incluso, afirma que los pastores evangélicos les han ofrecido becas, pero que los muchachos no se han interesado.

-Me habría gustado que mis hijos e hijas siguieran estudiando, pero cuando en las escuelas los escuchan hablar el romané se burlan de ellos y entre los mismos muchachos paisanos se mira como raro al que le gusta estudiar. A mí me hubiese encantando seguir una carrera; mi madrina es chilena y con ellos aprecié lo que es el estudio- acota con nostalgia.

Enfatiza que para los gitanos lo más importante son los hijos, en los cuales piensan primero cuando obtienen frutos de su trabajo.

-Los gitanos no tienen patrones, trabajan en forma independiente y prefieren pasar penurias antes de tener uno. En las épocas difíciles, económicamente, el hombre se queda en casa cuidando los niños y la mujer sale a las calles a leer la suerte. La mujer es el pilar de la familia -comenta Lucrecia con orgullo.

Jorge, de 24 años, es mecánico autodidacta y se dedica a recorrer las calles en busca de autos que comprar.

-Una vez encontré un Fiat 600 que era una niña de 17 años. Lo tenía botado, y como deseaba estudiar en un instituto, al ofrecerle $ 80.000 los aceptó gustosa. Mi hermano Hugo lo compró y me dio una comisión de $ 20.000. Le dimos una buena limpieza y él lo vendió en $ 250.000.

Antes Jorge se dedicaba a vender pulseras de cobre que él mismo fabricaba.

-Mi abuelo me enseñó la artesanía con metales. Pero antes de morir me pidió que me dedicara a otra cosa, porque la artesanía dejaba muy pocos dividendos- relata.

Don Francisco y los “patos malos”

Jorge ha conocido a muchos chilenos que no son paisanos (gallé). Con la mayoría ha tenido buenas relaciones, pero no ha faltado quien le haya tratado agresivamente por el hecho de ser gitano.

-Había en la calle estacionado un auto y yo toqué el timbre de la casa para preguntar si es que les interesaba venderlo. Salió un caballero y yo le hablé. Por el acento supo que era gitano y empezó a increparme: “Váyanse de aquí tales por cuales, no quiero saber nada con ustedes, ya los conozco” y con un palo comenzó a darle golpes a la reja. Lo que pasa es que la gente siempre necesita tener alguien a quien considerar su enemigo.

La mayoría de los gitanos santiaguinos habitan en casas entre el paradero 18 y el 27 de la Gran Avenida. Hasta 1989 el barrio zíngaro de la capital era La Palmilla, en Conchalí.

-Allí había muchos “patos malos” –argumenta Jorge-. Una noche un grupo de cabros chilenos atacó con piedras un local en donde nosotros tomábamos algo. Quebraron varios vidrios, y la dueña era una señora chilena muy buena con los gitanos. Unos paisanos persiguieron a los agresores y, cuando los tenían agarrados, uno le dio una puñalada a un gitano. Por suerte, gracias a su corpulencia, se salvó.

También Lucrecia recuerda los robos de alfombras y de partes y piezas de vehículos que sufrieron en La Palmilla.

Entre los muebles y cojines de la casa de los Aristich deambulan armoniosamente cuatro perros pequeños y un gatito. Nicolás reconoce:

-Hay gitanas que andan por las calles, que no tienen casa y son poco aseadas. Rodean a alguien y lo molestan insistentemente. Como les piden que se vayan y ellas son porfiadas, entonces la persona llama a los carabineros.

Nino, de 19 años, interviene:

-El problema es que la gente generaliza por unos cuantos gitanos irresponsables. Cuando los paisanos no tenían casa, y viajaban de un pueblo en otro, no les importaba hacer algunas pillerías porque no volvían a aparecer por allí. Ahora es diferente, los jóvenes gitanos queremos dignificar a nuestro pueblo. Limpiar nuestra imagen trabajando honradamente y con calidad.

Él toca la guitarra, canta y baila. Su objetivo es convertirse en un artista conocido. Ya ha actuado en algunos locales y está juntando dinero para editar un “demo”, para mostrarlo en radios y buscar un productor.

-Cada vez que he actuado en un espectáculo, no falta el chileno que me pregunta por Nasno Nicolich. Él vive actualmente en Estados Unidos y ya no se dedica a cantar- relata Nino.

Don Francisco sale al tapete, como que llevó a los gitanos a Sábados Gigantes:

-Él era nuestro amigo, lo convidábamos a nuestras fiestas. Pero ahora está lejos, en otra...- opina Lucrecia.

“Ser gitana es una lata”

Lucrecia sirve té gitano, de hojas, y al cual se le agregan rodajas de alguna fruta, como limón, durazno o plátano. Se sirve en un vaso de vidrio sobre un pocillo de porcelana. En éste se vierte un poco cuando el té está caliente.

Nicolás enciende un televisor en colores y coloca un video con imágenes de un cumpleaños.

-La fiesta es igual a la de ustedes, con torta, velitas y sombreros. También lo son la Navidad y el Año Nuevo. Lo único que después los adultos hacemos un asado y bailamos –explica Nicolás.

Muestra en la pantalla a un tipo, argentino, no gitano, que se casó con una paisana y que ahora habla romané y va a las fiestas.

-Los matrimonios mixtos resultan cuando hay respeto y simpatía mutua por las culturas. Cuando eso no se da, alguien abandona la suya- comenta Nicolás.

Esmeralda tiene 15 años y es la menor de las hijas de Nicolás y Lucrecia. Es la regalona de su padre y está eximida de hacer labores domésticas en la casa.

-Es que si lava los platos seguro que rompe alguno y si hace el aseo, lo deja a medias- justifica Lucrecia.

Fanática del cantante Juan Gabriel, Esmeralda se queja:

-Me aburro todo el día, este barrio es muy fome, paso aquí encerrada y sola mientras mi hermana Pantera y mi prima Nina pasean por la ciudad.

Con ojos de picardía y una sonrisa agrega:

-Ojalá me muera, ojalá se mueran todos; ser gitana es una lata.

Sin hacerse problemas, Nicolás en tono de burla dice:

-Coloque en la revista que hay una princesa gitana que quiere casarse con un chileno de plata. Que puede venir y llevársela gratis, sin que me pague nada.

Lola Aristich tiene 21 años y es la más callada y tímida de la familia. Sus hermanas le pusieron “La muda” en referencia a la telenovela Pantanal. Ella es la que más trabaja en las labores domésticas. Pantera, de 17, tiene personalidad fuerte, rostro felino y una voz metálica, de FM, que es común a todas las mujeres de la familia Aristich.

-La juventud gitana es más moderna; podemos tener amigos hombres, vincularnos con galletas (chilenos). Vamos a los recitales, nos gustan los Gun’s and Roses, esperamos a los artistas en los hoteles para tomarles fotos y pedirles autógrafos y vamos a las discotecas- dice Pantera.

Nina –alta, delgada y extrovertida- agrega:

-Frecuentamos una salsoteca en el barrio Bellavista y arrendamos algunas veces la disco “Traficantes de la noche”, en el paradero seis de la Gran Avenida. Vamos a pololear al cerro Santa Lucía, nos divertimos en Fantasilandia y arrendamos videos de nuestros artistas preferidos, como Luis Miguel.

En verano, es común que viajen a Villa Alemana, a la casa de algunos parientes y que desde allí vayan a Viña.

-Vamos a las playas de Reñaca y Con-Cón y en la tarde arrendamos caballos o bicicletas. Por la noche nos juntamos en la plaza del Casino de Viña. Algunos entran a jugar y otros cantan y bailan en la plaza. Los días del festival, unos van a la Quinta Vergara y el resto queda paseando fuera- cuenta Nina.

El fin del mundo

La tía Carmen, o Tuna para los gitanos, llegó a Chile cuando tenía pocos meses de edad. Su familia venía escapando de la Primera Guerra Mundial, desde Serbia. Su padre, Srauco Aristich, había dicho que quería irse al fin del mundo y –obvio- llegaron a nuestro país. Su madre, Pelaiglia Marcovich, había dado a luz a dos hijos y tres niñas.

Tuna es delgada, con voz ronca y tatuajes en los brazos.

-Me los hizo hace 50 años un chileno y fue una moda entre nosotras –explica.

Los cigarros se consumen uno tras otro; gitanos y paisanas fuman mucho. Ellas llevan las cajetillas junto con sus cosméticos en el tradicional morral, llamado kisí, que atan a la cintura.

-En Chile hay gitanos muy pobres y otros con mucha riqueza: casas, vehículos último modelo, tierras, teléfonos celulares y finos zapatos. En cambio, hay algunos que no tienen casi para comer y andan a pie pelado. Pero todos tenemos apariencia humilde y modesta, aunque existen algunos a quienes les gusta aparentar con joyas y adornos brillantes –dice Nicolás.

Para las gitanas más veteranas, la modernidad ha afectado a los paisanos. Tanto la mamá de Changa como Lola California, nieta de Espiro –el famoso rey gitano-, coinciden en señalar que hoy las diferencias socio-económicas entre los paisanos es demasiada y que ya no existe la solidaridad de antaño.

-Ahora –comentan- no se da la ayuda mutua que nosotros conocíamos y muchos se preocupan más por ostentar con sus modernas camionetas y con sus lujos que por compartir con los demás.

-Hoy en día hay gitanas de edad avanzada que las tienen en asilos; eso nunca se había visto antes entre nosotros- asegura Lola.

La mamá de Changa, por su parte, cree que los chilenos deberían ayudar a los gitanos a sobrevivir como cultura:

-Así como a los Mapuche y a otras minorías étnicas se les apoya y se fomenta su supervivencia como pueblo, creo que los gitanos también tenemos derecho a ser considerados- afirma-. Por ejemplo, debería dársenos facilidad para vivir todos juntos en una villa, como asimismo poder tener una correcta previsión, pues también somos chilenos.



Recuadros

Las “razas”

Entre los gitanos chilenos se establece una clasificación en varias “razas”. Según ellos, cada una se caracteriza por ciertos rasgos generalizadores. Sin embargo, se encuentran tan fuertemente vinculados por costumbres y por sangre que es difícil establecer los límites entre ellas.

Káwishis: se dice de ellos que son muy astutos y hábiles negociantes. Expertos en “pasar gato por liebre”. Habitan preferentemente el sur del Chile y mantienen bastante independencia del resto de las razas.

Chikarestis: son descritos como personas muy alharacas y exagerados. Son extrovertidos y no disimulan sus emociones, por lo que se les tilda de escandalosos. Se les reconoce su sencillez, su humanismo y una disposición a compartir.

Badunishis: se les caracteriza por ser fanáticos del trabajo y por poseer riqueza. Son discretos y no dan a conocer a los demás sus problemas internos. Se les critica que subordinan mucho a quien realiza las labores domésticas y que son machistas.

Kañarkis: de esta “raza” se dice que la mujer tiene una posición de mayor relevancia: que son “avispadas” y con mucha personalidad y que trabajan más que los hombres.

Junto a estas “razas” existen apellidos gitanos que se han convertido en algo así como castas, que se distinguen por algunas características peculiares. Ejemplos:

California: familia de los primeros reyes gitanos de Chile. Buenos para contar “historias”, según se dice.

Pantich: familia del actual rey gitano. Sus mujeres son apreciadas por su belleza –ojos claros y pelo rubio- y, por su supuesta fogosidad, se les denomina “francesas”.

Basovich: viven mayoritariamente en el norte de Chile: en Arica e Iquique. El resto de los gitanos los consideran poco aseados y demasiado buenos para el trago.

Otros apellidos gitanos: Nicolich, Yovadanovich, Milanovich, Savich, Marcovich, Marincovich.

A pesar de que en las enciclopedias se dice que hay otra “raza” gitana llamada boyashis, que tendría una clara ascendencia rumana, los gitanos criollos no piensan así. En primer lugar, señalan, porque hablan una lengua distinta al romané. Además porque, aunque tienen costumbres parecidas a los gitanos, son más “relajados”: no son tan estrictos con la virginidad, usan barba y se casan bastante con chileno(a)s, dicen.

Kris: El tribunal gitano

La comunidad gitana tiene su propio sistema de justicia, cuya institución máxima es la kris. Este tribunal se constituye cuando un conflicto o disputa entre dos personas no logra ser resuelto entre las familias de los involucrados. Entonces, alguno de los afectados solicita un arbitraje de la kris. Inmediatamente se corre la voz entre las familias que habitan en la misma zona de los convocantes. Todo adulto mayor tiene derecho a participar en el tribunal y, si es que lo desea, se puede hacer acompañar de un joven, “para que aprenda”. De las mujeres, sólo pueden asistir –con derecho a voz- las de más edad que quieran dar su opinión. La reunión se lleva a cabo en una casa que tenga suficiente espacio para albergar una asamblea de hasta 60 personas. El proceso, que puede durar desde dos horas hasta tres días, se realiza en un ambiente de discreción. Allí llegan los afectados a dar sus testimonios y, además, se escucha a los testigos que presentan las partes en conflicto. Luego de esto, los asistentes entran en deliberaciones, se ponen de acuerdo y llegan al veredicto. Varias veces los casos tratan de la repartición de bienes en litigio; en otras ocasiones, es para resolver las demandas de divorcio, los conflictos personales, acusaciones de hurto, de acoso sexual, etc. Cuando se trata de reparar daños causados, la kris determina multas en dinero para el ofensor y penas que van desde la prohibición de asistir a las fiestas, de visitar las casas o carpas, hasta la expulsión de la comunidad.

Las sesiones de la kris son dirigidas por paisanos que cuentan con el reconocimiento general, que tienen gran reputación y experiencia en la materia. Así, existen como 10 ó 15 gitanos que son los más solicitados para dirigir las contiendas, por lo que con el tiempo han llegado a ser considerados como una especie de “jueces” naturales, los que tienen bastante influencia en las decisiones de la kris.

Rey sui géneris

La persona que desempeña el cargo de rey gitano, cumple básicamente dos funciones. Por un lado, debe preocuparse por ayudar económicamente a las familias que estén padeciendo desgracias materiales. Por esto, los gitanos escogen para ser reyes a hombres de buena situación financiera. Esto mismo es importante para cumplir la otra función del rey: tiene que relacionarse con las autoridades chilenas para defender los intereses de la comunidad gitana que reside en nuestro país. Debe ser conocido en las comisarías, en los cuarteles de Investigaciones, en los juzgados y en las cárceles. Tiene que contactarse con los alcaldes, gobernadores e intendentes y acceder a conversar con los parlamentarios, ministros e incluso con el Presidente de la República. Debido a esto, el rey gitano necesita poseer prestigio y haberse ganado respeto. Una manera de reafirmar esas cualidades es mostrándose con muchas joyas y con ostentosos automóviles.

En la actualidad el monarca gitano es Petre Pantich, un hombre robusto de casi 80 años. Antes de él reinaron hombres de la familia California: Francisco, su hijo Espiro y luego su nieto Hugo, quien falleció en 1989. Cuentan que mantenían buenas relaciones con los presidentes de Chile elegidos democráticamente, de los cuales llegaron a obtener algunos beneficios.

El rey gitano no es un soberano que gobierne a sus súbditos. Aunque pueda tener influencia interna y ganarse el reconocimiento de la comunidad gitana, éstos no le deben obediencia. El individuo gitano es muy cuidadoso de su libertad y autonomía y cuando, por necesidad, debe elegir a mandatarios que cumplan determinadas funciones, no les entrega nunca “cheques en blanco” y todo cargo es revocable.

El sistema de decisiones en la comunidad gitana viene dado por una coordinación entre las familias, las que mantienen constantemente en comunicación (para este efecto el teléfono les ha servido de gran ayuda).

Purificación y luto

De acuerdo a la ortodoxia gitana, cuando una mujer da a luz debe pasar 40 días aislada, en un proceso de purificación. No puede ir de visita a las carpas o casas de las otras familias, como tampoco asistir a las fiestas de la comunidad. En su hogar se le separan los servicios y no debe cocinar.

Transcurrido ese tiempo, puede bañarse y volver a la forma de vida habitual.

El recién nacido no tiene que ser tocado por personas que no sean de la familia. A los tres días de que el infante llega al mundo, los familiares dan aviso de la buena nueva visitando las casas o carpas de sus amigos, a las que les arrojan gotas de agua bendita. A continuación, los paisanos se reúnen y realizan una fiesta, en la que se le busca un nombre al bebé. Una vez que la asamblea escoge la gracia, se junta dinero para obsequiárselo a los padres, quienes deberán utilizarlo en beneficio del recién nacido.

Más tarde, si los padres pertenecen a alguna religión, es bautizado en la respectiva Iglesia.

Finalmente, sin mayor apuro, se inscribe el nacimiento en el Registro Civil. Allí se les coloca el nombre gitano o cualquier otro más común a los chilenos. Por esto, hay paisanos que aunque se les conozca por sus gracias zíngaras, en el carné de identidad muestran otras más corrientes para el común de la gente.

Cuando una persona fallece, se avisa inmediatamente a los parientes que están lejos o en otros países. Durante dos días y dos noches se efectúa velorio, para el cual se preparan cosas para beber y alimentar a los asistentes. Si el que murió es un hijo, el gitano, que normalmente no usa barba, se la deja por una año; si es un hermano, por seis meses y si es un primo o amigo, por siete días. Durante el mismo período no debe ver la televisión en su hogar ni concurrir a fiestas, tampoco escuchar radio. Tanto el pariente hombre como mujer, mientras dure ese tiempo de luto, no tienen que tocar el jabón, la colonia ni el perfume, como tampoco peinarse.

En las visitas a las tumbas de gitanos en los cementerios, los paisanos les llevan cigarrillos, que encienden y dejan consumirse como si fuera el deudo el que los fuma. También llevan flores y velas para prender.

Toda la familia gitana venera a sus antepasados y conserva sus imágenes en fotografías, que adornan sus casas o las carpas en los ritos importantes como el matrimonio. El mayor insulto entre los zíngaros es faltarle el respeto a sus muertos: “concha tus muertos” es la ofensa más grave entre ellos.

Fotografías :

1) Familia Aristich-Marcovich al llegar a Chile en 1918.

2) Nicolás Aristich: tesorero y jefe de la juventud gitana, según él.

3) Los gitanos no se casan por el Civil ni por la Iglesia.

4) Lucrecia Aristich con sus nietas Maruzia y Lira.

5) Según los gitanos criollos, son los más pobres de América.

6) Desde pequeñas se les enseña a las gitanas que no deben mostrar las piernas en público.

7) Tuna o Carmen es muy querida por sus varias amigas chilenas.

8) Entre los gitanos la herencia la recibe el hijo menor.

(Publicado en la revista El Canelo Nº41, marzo 1993)